Vacunas por prisioneros: el canje secreto entre Israel y Siria
JERUSALÉN.- La semana pasada, tras la rápida liberación de una joven israelí que había sido detenida en Siria por haber cruzado ilegalmente la frontera hacia ese país, la versión oficial era que la mujer se había beneficiado de un intercambio directo de prisioneros: el gobierno de Israel anunció que había negociado su libertad a cambio de la entrega de dos pastores sirios capturados por los israelíes.
Pero ese acuerdo entre dos Estados enemigos que ni siquiera mantienen ni han mantenido nunca relaciones diplomáticas sonaba sospechosamente simple y sencillo. Lo cierto es que en secreto, Israel también había acordado pagar un rescate mucho más polémico: la compra de una cantidad no revelada de vacunas de coronavirus para Siria, según un funcionarios al tanto del contenido de las negociaciones.
Según ese acuerdo, cuyo mediador fue Rusia, Israel le pagará a los rusos el envío de vacunas Sputnik V para el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, según confirma la misma fuente. Israel ya le ha inoculado al menos una dosis a casi la mitad de sus 9,2 millones de habitantes, mientras que Siria, donde la guerra civil acaba de cumplir 11 años, todavía no empezó a vacunar.
El gobierno de Israel se negó a hacer comentarios al respecto, mientras que la Agencia Árabe Siria de Noticias, controlada por el Estado sirio, negó que el acuerdo incluya la entrega de vacunas. Anoche, en una entrevista televisiva donde le preguntaron por las vacunas, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu evitó responder y se limitó a decir que ninguna vacuna de Israel sería enviada a Siria.
“Trajimos a esa mujer de regreso, y eso me alegra”, dijo Netanyahu, quien aprovechó para agradecerle al presidente ruso Vladimir Putin por su gestión mediadora y remató: “Es todo lo que voy a decir”.
El acuerdo inusual representa un momento de incómoda cooperación entre dos Estados que se han enfrentado en varias guerras y que siguen disputándose la soberanía de los Altos del Golán, una franja de tierra que Israel le arrebató a Siria en 1967.
El acuerdo también pone de relieve hasta qué punto la vacuna que está convirtiendo en una pieza de la diplomacia internacional. Y refleja el creciente abismo entre los países ricos, como Israel -que están muy avanzados con la vacunación y pronto volverán a algún tipo de normalidad- y los países pobres, como Siria, totalmente rezagados.
Entre los palestinos, las noticias de un acuerdo Israel-Siria profundizan la irritación por el bajo número de dosis suministrado por Israel para vacunar a los palestinos que viven en los territorios ocupados. Israel apenas ha entregado un par de miles de dosis para los casi 2,8 millones de palestinos que viven en la ocupada Cisjordania, y la semana pasada el gobierno israelí demoró brevemente el envío del primer lote de vacunas para la Franja de Gaza, donde viven otros 2 millones de personas.
Israel sostiene que los Acuerdos de Oslo de 1993 lo eximen de la responsabilidad de prestar servicios de salud a los palestinos. Pero los defensores de los derechos humanos y los palestinos esgrimen el Cuarto Convenio de Ginebra, que obliga a toda potencia de ocupación a coordinar con las autoridades locales para mantener la salud pública en un territorio ocupado.
Los funcionarios de Israel aducen que deben vacunar a su propia población antes de ocuparse de los palestinos. Pero el acuerdo con Siria envía un mensaje diferente, dice Khaled Elgindy, investigador y exasesor de la Autoridad Palestina.
“Israel está más que dispuesto a proveer de vacunas a los sirios, que están fuera de sus fronteras, pero al mismo tiempo no se las suministra a la inmensa población de sus territorios ocupados, de la que es legalmente responsable”, dice Elgindy.
La noticia del intercambio de prisioneros generó preocupación entre muchos israelíes, al enterarse de que una civil de 23 años había podido cruzar una frontera caliente y altamente custodiada como la de Siria sin ser detectada por las autoridades.
La mujer cruzó a Siria el 2 de febrero a través del Monte Hermón, sin ser detectada inicialmente por las fuerzas israelíes ni sirias. Su nombre todavía no puede ser difundido por orden judicial.
Israel solo se enteró de su desaparición cuando sus amigos informaron a la policía que no tenían noticas de ella. La mujer recién fue detenida tras ser abordada por un civil sirio que advirtió que era israelí y alertó a la policía de su país.
Israel le pidió entonces a Rusia -aliado de Siria y con fuerte presencia militar en ese país- que mediara para lograr su liberación.
Los negociadores israelíes buscaron que toda la gestión se realizara de manera expeditiva, y Netanyahu mantuvo dos conversaciones directas con Putin, mientras el asesor de seguridad nacional israelí, Meir Ben-Shabbat, ultimaba los detalles con su par ruso, Nikolai Patrushev.
Al principio, los sirios pedían la liberación de dos residentes sirios de las Alturas del Golán encarcelados por Israel, pero el arregló cayó cuando se supo que esos dos hombres no querían volver a Siria.
Israel ofreció entonces liberar a dos pastores, y en algún momento de las negociaciones, apareció la idea de las vacunas.
El gabinete israelí habría votado a favor de los términos del acuerdo el martes, y ese mismo día la joven de 23 años fue enviada en avión a Moscú. El jueves, tras nuevas conversaciones entre Israel y Rusia, fue enviada a Tel Aviv.
Hasta la noche del sábado, el Kremlin no confirmó ni negó el acuerdo, y los medios de prensa rusos se limitaron a citar lo publicado al respecto por la prensa de Israel, pero hace meses que Moscú está utilizando hábilmente su vacuna como factor de su política exterior en América Latina y Medio Oriente.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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