Uruguay: el combate contra la inseguridad, una prioridad caliente
MONTEVIDEO.- Al subirse al histórico Ford de 1937 que lo transportaría del Parlamento a la Casa de Gobierno, el nuevo presidente uruguayo preguntó al chofer: "¿Ya te dijeron la velocidad, no?". Pasada la fiesta de asunción, Luis Lacalle Pou abre hoy su gestión presidencial y sabe que debe avanzar en varias reformas, pero que hay un tema que exige mayor velocidad y en el que debe meter "la quinta marcha" para tratar de conseguir logros visibles en poco tiempo: la seguridad.
Ahí radica la principal demanda de los uruguayos y la mayor expectativa sobre lo que pueda hacer el gobierno del Partido Nacional aliado a otros cuatro partidos, incluido su adversario histórico, el Partido Colorado, y otro partido nuevo liderado por un jefe militar retirado, que levantó la consigna "Se acabó el recreo", para graficar un giro en la política de combatir el delito.
A fines de 2008 la inseguridad se convirtió en el principal problema que los uruguayos expresan como preocupación, y así se ha mantenido en las encuestas de cada mes. No importó que la economía se enfriara, se estancara, se perdieran fuentes de trabajo y se redujera el ingreso real de las familias: siempre la inseguridad estuvo al tope de las preocupaciones.
En 2010, el entonces presidente José "Pepe" Mujica decidió aumentar fuertemente el presupuesto en materia de seguridad, como respuesta a esa demanda, pero el delito siguió ganando la batalla y hurtos, rapiñas y homicidios treparon al récord histórico.
Mujica (2010-2015) y Tabaré Vázquez (2015-2020) mantuvieron en el cargo al mismo ministro del Interior, el exguerrillero Eduardo Bonomi, que hoy sigue siendo uno de los principales dirigentes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T). Eso fue criticado por la oposición y también por opinión pública, por entender que no se asumía la crisis de seguridad.
Para este último período, Vázquez había prometido bajar las rapiñas en 30%, pero la espiral de violencia siguió en alza y subieron al 53%. Eso explica parte de la pérdida de votos del Frente Amplio, que pasó de 50,4% en 2004 a 48% en 2009 y 2014, y a 39% el año pasado.
"Uruguay atraviesa por una crisis de seguridad humana; no tenemos duda de que estamos frente a una emergencia, (porque) el presupuesto se ha multiplicado por cuatro, pero el deterioro es cada vez mayor", dijo Lacalle Pou en su discurso de toma de mando.
Mostró que no piensa demorar un día en trabajar para revertir la situación, comentó que ha convocado "a todas las jerarquías policiales del país" a una reunión este mismo lunes, "para darles instrucciones claras para cuidar a los uruguayos que se sienten desprotegidos". Dijo que el paquete de acción incluirá "cambios en materia penal, en proceso penal y en medidas de alcance policial" y destacó que se dará mayor apoyo a la policía: "Vamos a cuidar a los que nos cuidan".
"No estamos dispuestos a ceder terreno a la delincuencia, al narcotráfico -dijo-, y además vamos a perseguir el abigeato". Luego agregó: "Vamos a recuperar el control de cada rincón de nuestra patria y también de las cárceles".
Las encuestas muestran que tanto los que votaron a "la coalición multicolor" como muchos votantes del Frente Amplio esperan que la seguridad mejore y confían en que el gobierno hará una mejor gestión en el tema. Desde el punto de vista económico demandan más empleo, pero con paciencia, porque no se esperan grandes cambios a corto plazo.
Lacalle Pou llega al gobierno como miembro de una familia asociada a la política y gestión de Estado que se remonta a cuando en esta zona del mundo dominaba todavía el Virreinato del Perú.
"Somos herederos de una larga historia, y tenemos la responsabilidad de cuidarla y continuarla", dijo Lacalle Pou.
Es que Antonio Joseph de Herrera, el primer miembro de la estirpe, llegó a Buenos Aires en 1749 como notario de cabildo de Buenos Aires, mientras su hijo, Luis Fabián de Herrera, fue enviado a Montevideo para manejar las finanzas de la época colonial. Uno de los descendientes posteriores, Luis Alberto de Herrera, que participó en la Revolución de 1897, sería el máximo caudillo nacionalista durante décadas, y llevaría a su partido al gobierno en 1959.
Luis Alberto Lacalle de Herrera -el nieto de ese caudillo- volvería a llevar a los blancos al poder en 1989 y asumiría como mandatario en 1990. Su hijo, Luis Alberto Aparicio Lacalle Pou Herrera, asumió ayer como presidente. Su nombre combina los de dos grandes líderes blancos, su bisabuelo Herrera y el revolucionario Aparicio Saravia.
Ahora comienza el tiempo de la versión siglo XXI de los Herrera, con varios desafíos, pero uno, el de la seguridad, por encima de todo. "Nos hemos preparado para este desafío, llegó la hora de hacernos cargo, de hacerme cargo; ¡viva la patria!", dijo el nuevo presidente al cerrar su primer discurso oficial.
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