Una tradición de varios siglos
Los mercados navideños ocupan un lugar central en la sociedad alemana en esta época del año
Durante diciembre, los mercados navideños presentes en prácticamente todas las ciudades de Alemania son una tradición que se mantiene y fomenta desde hace siglos. Son tan importantes que se incluyen en todas las guías como uno de los principales atractivos turísticos. Una cita que comienza los últimos días de noviembre, durante el adviento, y se extiende hasta el 24 de diciembre, a la que nadie falta: chicos, grandes, locales y también muchos turistas.
Un buen plan para encontrarse con amigos, hacer compras, comer algo rico o simplemente pasear después de que cae el sol, apenas pasadas las 16. No importa que el termómetro marque varios grados bajo cero, que prácticamente no se puedan sacar las manos de los bolsillos y que la llovizna sea helada o nieve. Con arbolitos gigantes, luces que prenden y apagan, y una decoración muy cargada, el espíritu navideño se contagia en cada uno de los puestos de los mercados.
Durante un recorrido por el mercado de Nuremberg, la semana última, la guía Adelaida Alavez comentó a LA NACION sobre los miedos a un posible atentado terrorista en el mercado en las últimas dos ediciones y el gran aumento del control policial, luego del atentado en París. Pero este año todo estaba más relajado.
Muy bien abrigados, los visitantes pasean, de puesto en puesto, con una taza de glühwein, el vino caliente con especias típico en estas fechas, que ayuda a calentar el cuerpo. El ritual del vino se acompaña con un buen sándwich de salchichas y otros platos típicos. También venden dulces, frutas secas, garrapiñadas y las especialidades alemanes como el stollen, una especie de pan dulce, infaltables en las mesas navideñas. Es el lugar indicado para comprar adornos para el arbolito y el pesebre, escuchar villancicos y, claro, hacer viajes imaginarios varios siglos atrás. Porque aseguran que todo se ve como en los siglos XV, XVI, cuando empezaron a organizarse generalmente en la plaza central de cada ciudad.
Hay mercados grandes, pequeños, más o menos antiguos y más o menos ornamentados, pero todos mantienen una misma esencia: lo que venden y producen tiene que ser artesanal y originario de cada lugar. Suele haber música en vivo, espectáculos medievales, atracciones como en un parque de diversiones para los chicos, con calesitas antiguas y vueltas al mundo.
Los mercados más famosos están en las ciudades de Nuremberg y Dresden, pero en Berlín hay más de 50 mercaditos que se establecen en las plazas principales de cada barrio, generalmente frente a las iglesias.
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