Una revolución de las amantes sacude a China
Cada vez más mujeres sacan a la luz las relaciones ocultas que mantuvieron con poderosos funcionarios y empresarios
PEKÍN.- Cada ciudad china se reconoce por algún rasgo cultural o gastronómico. Shenzhen, una ciudad de diez millones de habitantes, es famosa por haberse transformado en menos de 20 años de una zona agrícola a un centro industrial. Pero también por sus mujeres hermosas.
En esta ciudad ubicada al sur de la provincia de Cantón, existe un barrio llamado el "distrito de las mariposas de primavera", uno de los centros urbanos donde mejor se puede ver la razón del porqué Shenzhen es así de famosa. Es un conjunto de casas mucho más arregladas y visiblemente más costosas que las de otros barrios, en cuyos garajes se estacionan autos importados de lujo y cuyas habitantes son mujeres de entre 19 y 26 años, delgadas, de piel blanca, de ojos grandes y de modales suaves. El prototipo chino de belleza.
¿Cómo consiguieron tal prosperidad estas jóvenes que no tienen trabajos formales? Nadie se esfuerza en ocultarlo: son amantes de millonarios que tienen operaciones empresariales en Shenzhen, que las visitan regularmente y que las mantienen con casas, autos, vestidos y una amplia cuenta bancaria.
Estos millonarios tienen sus propias familias en sus ciudades. Pero en Shenzhen, donde se encuentran con otros millonarios, tener una amante joven, con un estilo de vida elevado, se ha vuelto un sinónimo de estatus. Es una evolución del concepto de concubinas imperiales, y es común que los hombres chinos, sin importar el tamaño de su fortuna, tengan una amante. La práctica se extiende desde pequeños empresarios hasta los más altos funcionarios.
"Esto es un ejemplo elevado de prostitución", dice Zhang Lijia, escritora y periodista china que se encuentra preparando un libro sobre estas mujeres de Shenzhen. Normalmente ellas aceptan su posición, pues obtienen grandes beneficios. Sin embargo, en estos últimos días una de ellas lanzó una protesta al alegar que no sabía que su novio tenía una familia en Pekín. Y lo más grave: es un funcionario del Partido Comunista.
Las revelaciones de Ji Yingnan, presentadora de televisión de 26 años que destapó la vida oculta de Fan Yue, vice director de la Administración Estatal de Archivos, viene en un momento en que el presidente Xi Jinping intenta hacer de la lucha contra la corrupción y de la austeridad símbolos de su gobierno.
Ji Yingnan mostró fotos con su ex amante y contó que recibía alrededor de 1600 dólares diarios directos desde la cuenta del funcionario para subvencionar su vida. Además, entregó fotos en las que se ven lujosos viajes y compras en almacenes de marca que podían llegar hasta los 33.000 dólares, y todos los regalos que recibió por parte de Fan, en los que se encuentran un Audi A5, valuado en 40.000 dólares, y un departamento de 1600 dólares al mes. El tren de vida no concuerda con el salario medio que recibe el funcionario, que después del escándalo fue removido.
El caso de Ji no es el único en el que una joven amante se vuelve un testigo molesto. Hoy se convirtieron en las más temidas soplonas, y tienden a ensuciar las vidas de funcionarios de bajo y medio rango del partido. Lei Zhengfu, jefe de un distrito del partido de Chongqing, debió dimitir después de que se difundiera en Internet un video en el que lo mostraba teniendo sexo con una joven que no era su esposa. Y Liu Tienan, un alto funcionario del sector energético, perdió su puesto en mayo, después de que su antigua amante confesara que su novio había ayudado a un empresario a defraudar bancos por más de 200 millones de dólares.
Frecuentar amantes jóvenes no es algo nuevo entre los altos funcionarios chinos. El mismo Mao Tsé-tung, de acuerdo con los testimonios de su médico de cabecera, se rodeaba de jovencitas. Sin embargo, con la fuerza de Internet muchas mujeres se volcaron a denunciar estos casos: decenas de funcionarios tuvieron que renunciar cuando sus vidas sexuales fueron expuestas.
"El problema con estas mujeres es que cuando la relación se termina, ellas tienen alrededor de 27 años, una edad que en China ya no es considerada joven, es muy difícil para ellas rehacer su vida debido a que tienen entre cuatro y cinco años de relación en los que generalmente no estudiaron ni trabajaron", explica Qinglieju Zhu, socióloga integrante de la International Association for Feminist Economics (Iaffe). "El tiempo de la relación es como si no hubiera existido. Eso es mucho en una sociedad tan exigente como la China moderna, por eso ellas recurren a la denuncia", añade.
Conocidas como ernai (segunda mujer), o aún más peyorativo, xiaosan (amante), estas mujeres son reclutadas muy jóvenes, en liceos o bares frecuentados por adinerados.
"Se trata de mujeres muy pobres, que se sienten desarmadas cuando un hombre va a buscarlas en un auto caro o les paga algo que sus padres no podrían darle en toda su vida. Para ellas es imposible decir que no. Muchas veces incluso es la familia la que presiona a las chicas para que acepte al amante poderoso", dice Zhu.
Caso
Ése fue el caso de una mujer que pidió ser citada como Nancy L. Su padre murió de cáncer cuando ella era chica. Su abuela, que se ocupó de criarla durante las largas jornadas laborales de su madre, le presentó un amigo de la familia al que le había ido muy bien escalando posiciones en el Partido Comunista. Era el hombre para ella. Poco importaba la opinión de Nancy, que aún hoy no sabe bien qué decir al respecto: "Mi abuela me decía que él era un hombre bueno, que tenía que hacerlo feliz. Mis amigas me envidiaban cuando me veían salir con él o recibir regalos como chocolates y flores". Los regalos poco a poco fueron subiendo de costo, hasta convertirse algunos años después en viajes costosos, en collares de diamantes y hasta en autos lujosos.
La relación se terminó abruptamente cuando el amante de Nancy la mandó a conocer Europa. En París le dejó de funcionar la tarjeta que él le había abierto. Su abuela le dijo por teléfono que volviera cuanto antes, pues el hombre había sido acusado de lavado de dinero y terminó preso en Taiwan. Nunca más lo volvió a ver y ella tuvo que rehacer su vida entre las miradas recelosas del pueblo.
¿Por qué estas mujeres terminaron por convertirse en especies de jueces de la política china? Nancy da su respuesta: "Estos hombres son muy poderosos, su único punto débil es su amor por nosotras. Por eso podemos lastimarlos mucho. Y cuando advertimos que hemos sido usadas, adquirimos aún más fuerza, y no le tenemos miedo a nada".
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