Una revista de mujeres del Vaticano denuncia los abusos de curas contra monjas

ROMA.- Ya había hecho ruido, el año pasado, cuando había denunciado la explotación que sufren muchas monjas en el seno de la Iglesia católica, al ser tratadas muchas veces por algunos obispos y cardenales como sirvientas. Pero la edición de febrero de la revista mensual dedicada al universo femenino del L’Osservatore Romano, Mujeres Iglesia Mundo, publicada hoy, fue más allá. Y puso sobre el tapete el silencio que reina en la Iglesia católica frente a los abusos sexuales contra monjas cometidos por sacerdotes y el consecuente "escándalo" de religiosas obligadas a cometer abortos o dar a luz niños que no son reconocidos.

"En este último año muchos diarios han levantado nuevamente el velo sobre esta tragedia y muchas religiosas, del Tercer Mundo pero también de países avanzados, han comenzado a hablar, a denunciar: saben que tienen el derecho a ser respetadas, saben que la condición de las mujeres, también en la Iglesia, debe cambiar", escribió en un artículo –bomba la directora de la revista, Lucetta Scaraffia, historiadora católica y escritora que está al frente de esta publicación desde 2011.

Sacaraffia advirtió que si "se sigue cerrando los ojos ante este escándalo -aún más grave por el hecho de que el abuso de mujeres comporta la procreación y por lo tanto está en el origen del escándalo de los abortos impuestos y de los hijos no reconocidos por los sacerdotes-, la condición de opresión de las mujeres en la Iglesia no cambiará nunca".

Feminista católica desde siempre muy crítica de la institución y jerarquía eclesiásticas, Scaraffia recordó que a finales de la década de 1990 dos monjas, sor Maura O’Donohue y sor Marie Mc Donald, tuvieron el coraje de presentar denuncias detalladas sobre abusos, investigaciones profundas y análisis de las situaciones "más expuestas a este tipo de prepotencia". Pero, lamentó, "el silencio cayó sobre sus denuncias y se sabe bien cómo el silencio de hecho contribuye a darle seguridad a los violadores, siempre más seguros de su impunidad", agregó.

Scaraffia lamentó el hecho que, especialmente en el seno de la Iglesia, "siglos de cultura centrada sobre la mujer peligrosa y tentadora empujan a clasificar estas violencias, aún si denunciadas, como transgresiones sexuales libremente cometidas por las dos partes".

Resistencias a Francisco

Tal como había hecho en una reciente entrevista con LA NACIÓN, más allá de pintar un panorama negro, Scaraffia rescató a Francisco , que enmarcó la crisis por el escándalo de abusos (también contra menores) que vive la Iglesia no tanto dentro de las "caídas en la tentación de la carne o pecados sexuales", sino en el abuso de poder "que nace de una interpretación perversa del rol sacerdotal, de un mal llamado clericalismo".

"Si al pecado de la carne se puede remediar con la conversión individual, el abuso de poder, el clericalismo, exige un cambio más profundo, una revisión completa de la cultura católica y de la preparación de los futuros sacerdotes, exige volver a los orígenes del mensaje evangélico, que habla siempre de servicio y no de poder", indicó.

"Se entiende bien, entonces, cómo la prédica de Francisco suscite tantas oposiciones y cómo la compleja estructura eclesiástica opone aún muchas resistencias a su prédica, a su pedido de purificación radical", agregó.

Scaraffia aseguró que la "perspectiva en la que el papa Francisco ha encuadrado el problema de los abusos es correcta y se entrecruza con otro de sus pedidos a la Iglesia: que a las mujeres se les reconozca el rol que le corresponde". "En efecto, es sobre esta evidente falta de reconocimiento de las mujeres que se injerta la cultura de los abusos", agregó, para concluir que es necesario enfrentar esta cuestión con "tacto, pero también con el coraje que nos reclama el papa Francisco".

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