Una rebelión sin líder, otro desafío de Hong Kong en su anárquica protesta
El movimiento que desafía a China no tiene estructura, lo que dificulta el trabajo de las autoridades y la acción de los manifestantes,
HONG KONG.- Enfundado en una máscara, un casco negro y un chaleco antibalas, Ah Lung, un activista de 25 años que solo se identifica por su apodo, representa un número creciente de jóvenes hongkoneses descontentos, embarcados en un movimiento contestatario que, a diferencia de sus predecesores, apunta directamente a Pekín.
Se trata de un movimiento sin líderes y sin una estructura definida, lo que pone las cosas difíciles para las autoridades e incluso para los propios manifestantes.
Aunque cuenta con el apoyo de colectivos a favor de la democracia, este movimiento acéfalo se alimenta de activistas como Lung, jóvenes hongkoneses que operan de forma independiente o en pequeños grupos y adaptan sus tácticas sobre la marcha.
"No somos tan organizados -dijo Lung-. Cada día es distinto: vemos lo que hacen la policía y el gobierno y actuamos en consecuencia".
Las protestas, que comenzaron en abril como un movimiento pacífico en contra del gobierno de Hong Kong, se convirtieron en un desafío directo al poder del Partido Comunista chino sobre la antigua colonia británica.
Con consignas como "Hong Kong libre" y "Hong Kong no es China", Lung y sus compañeros dejaron claro su rechazo a un futuro en el que Hong Kong sea absorbida por el gigante asiático para pasar a ser una ciudad china más.
En todo caso, el desafío directo a Pekín responde a una perspectiva real: bajo la fórmula de "un país, dos sistemas", China prometió a Hong Kong que gozaría de autonomía durante 50 años tras el traspaso británico, en 1997.
Para los jóvenes manifestantes nacidos después, el fin de ese plazo coincidirá con la mitad de sus vidas. Y, a medida que Pekín estrecha su control sobre Hong Kong, el futuro que ven acercarse es el de una China continental autoritaria con restricciones a las libertades y los derechos de los que ahora disfrutan.
"Para entonces, ya no será Hong Kong, sino Xiang Gang", dijo Lung, refiriéndose al nombre comúnmente utilizado en el continente para la ciudad.
Las tácticas de los manifestantes son una actualización de la guerra de guerrillas: avanzar para obtener una ventaja y retroceder sin dudarlo cuando es preciso. Así se observó en las últimas semanas en enfrentamientos callejeros por toda la ciudad: cuando la policía despliega grandes efectivos, los activistas les hacen frente para rápidamente desvanecerse y reaparecer con una nueva protesta en otra área.
Los manifestantes aprendieron del pasado reciente: frente a las protestas de 2014, cuando muchos de sus líderes fueron arrestados y encarcelados, ahora se esconden bajo seudónimos, máscaras y anteojos de sol, complicándole las cosas a la policía. Los agentes hablan de agotamiento, aduciendo que nunca saben dónde atacarán los activistas a continuación.
La falta de liderazgo del movimiento es posible en gran medida gracias a redes sociales como Telegram e Instagram y a los foros online, utilizados para publicar todo tipo de contenidos relacionados con las protestas, desde noticias de última hora hasta consejos prácticos, identidades de presuntos agentes de policía encubiertos y códigos de acceso a edificios para refugiarse.
Pese a la ausencia de cabezas visibles, la información muestra que hay un alto grado de coordinación entre un pequeño círculo de activistas, muchos de los cuales participaron en las protestas de 2014 en favor del sufragio universal. No obstante, Reuters fue testigo de protestas contra estos activistas, en las que se rechaza de plano la capitalización del movimiento por un líder o partido político.
"No podemos retroceder o el autoritarismo irá a más -dijo Nick Tsang, otro manifestante cubierto con pasamontañas y vestido de negro-. Esto no es por mí. Es por Hong Kong, mi ciudad natal".
"Mi sueño es revivir Hong Kong, traer una revolución a nuestro tiempo", dijo Ah Lung. "Este es el sentido de mi vida ahora mismo", declaró.
En este contexto, los analistas y expertos consideraron ayer que el enclave financiero se encamina a vivir 48 horas cruciales tras el llamado a nuevas protestas después de los enfrentamientos del martes pasado en el aeropuerto y bajo el fantasma de una intervención militar china tras el despliegue de tropas y blindados en la fronteriza Shenzhen.
La manifestación del domingo fue convocada por el frente civil de derechos humanos y espera reunir a un millón de personas. Y para hoy llamaron a concentraciones, prohibidas por las autoridades, en los barrios de Hung Hom y To Kwa Wan, en el sector marítimo de la megalópolis, una zona muy apreciada por los turistas procedentes de China continental.
James Pomfret
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