Una pareja busca a su hija dada por muerta al nacer
Ocurrió en Salamanca, España, en tiempos del franquismo; "Vaya al cementerio y no abra jamás la caja de cartón", cuenta la madre que le dijeron; Internet, una de las vías de búsqueda
Es una de las historias de "vidas robadas" que dejó el franquismo y que hoy sale a la luz por un informe del diario El País, de España. Cuenta el cronista, que María Carmen Calvo y Clodoaldo Martín eran en 1967 una joven pareja a los que la vida sonreía. El 5 de marzo, ella, embarazada de casi ocho meses, se preparaba para dar a luz en Linares. Pero el médico de la localidad no estaba, por lo que tuvo que ser atendida por un doctor que veraneaba allí y que trabajaba en el hospital provincial. El bebe nació sin problemas y pesó 2,8 kilos. La madre, alegre con su hija, se sorprendió cuando el doctor le anunció que "la niña estaba mal y había que llevarla urgentemente al hospital". "En aquella época te creías todo lo que te decían. No preguntabas. Solo obedecías, pero yo no entendía las razones para ingresar a la niña: la veía muy bien. Sí, se quejaba un poco, pero nada raro para un recién nacido. No sé por qué obedecí".
Un día más tarde -a pesar de la supuesta urgencia- el médico ordenó el traslado y la niña fue llevada a Salamanca. "Era absurdo lo que decía: decía que era urgente y que la niña estaba muy mal, pero tardó un día en llevársela. Y lo peor, que yo no podía ir porque no me convenía. Pero yo estaba bien. Que ya me avisaría cuando mi hija mejorase. Y obedecí", se lamenta Carmen.
El padre, acompañado de sus primos, trasladó finalmente a la pequeña al hospital provincial. Poco después de llegar, los facultativos ordenaron a Clodoaldo y a sus familiares que se volvieran al pueblo. "Ya les avisaría". Y estos obedecieron. Dos días después, el 8 de marzo, recibieron una llamada: el bebe había muerto repentinamente y era necesario que se hiciesen cargo del cadáver.
Al día siguiente, en el primer autobús, el padre salió hacia el hospital. "Cuando llegó al hospital, le entregaron una caja de cartón cerrada con celo en la que, supuestamente, estaba el cadáver de mi hija. ¡No lo abra. Es un feto! Solo entréguelo en el cementerio y que lo entierren. Y mi marido obedeció", recuerda María del Carmen. "Siempre pensé que nos habían engañado, que allí no había nada".
Y con esta duda en su interior, fueron pasando los años. María tuvo cuatro hijos más, cambió de domicilio, emigró a Francia y volvió a España. Se estableció en Logroño, donde ahora vive, pero nunca olvidó a aquella hija enterrada en una caja de cartón. Sin embargo, hace cuatro años todo cambió cuando una pareja de desconocidos se presentó en Linares de Riofrío. La mujer, de unos 40 años, preguntó por Clodoaldo. "Es mi padre y lo estoy buscando", dijo. Los vecinos le indicaron que este y su mujer hacía años que habían abandonado el pueblo, pero que tenían unos primos en la localidad que les indicarían dónde podían hallarlos. Pero ese día, los familiares de María no estaban en casa. La pareja no dijo nada más, se marchó y nunca más volvió.
Cuando María del Carmen se enteró de lo ocurrido comenzó una enloquecida búsqueda de su hija. Se ha adherido a varias redes sociales y se maneja con soltura en Internet. "Fui al hospital provincial a pedir los datos de mi hija. Pero allí no hay nada. Acudí al cementerio a buscar el cuerpo. Pero allí tampoco había nada. Fui al Ayuntamiento y al Registro Provincial, pero tampoco consigo una respuesta. No hay nada. Es imposible". Calvo, a través de una asociación de afectados, ha pedido a la fiscalía y al juzgado que le ayuden a encontrar a su hija. "Pero todavía no me han respondido".
Carmen duda ahora. No quiere hacer público el nombre del médico que la atendió. Alguna vez se lo ha encontrado casualmente y se han saludado. "No puedo acusar a nadie. No tengo pruebas", dice. "¿Y por qué no se lo pregunta la próxima vez que le vea", le piden. "Pues porque solo tengo sospechas y no quiero que destruya nada, si es que existe algún papel. Mejor así. Yo solo quiero ver a mi hija y decirle que nosotros nunca la vendimos ni la entregamos, que lo único que nos dieron fue una caja de cartón cerrada con celo y que nosotros obedecimos".
Las huellas de la dictadura
Esta historia forma parte del especial multimedia Vidas Robadas, del diario El País, de España, que reúne relatos similares. Explica el diario en su versión digital: "Hasta los años 50 ocurrió en las cárceles franquistas y en los hogares de maquis o mujeres destacadas en la República como un método más de represión política. A partir de entonces y durante 40 años más, el robo de niños se perpetró en clínicas de toda España, la mayoría ligadas a la Iglesia".
Los comentarios a estas notas no se hicieron esperar. Rescatamos uno que es síntesis del sentir de muchos, que repudian la dictadura por lo que implicó esa época y por las consecuencias que aun se viven hoy: "En aquella época te creías todo lo que te decían. No preguntabas. Sólo obedecías. Y ese legado de las dictaduras es algo que no desaparece de un día para otro. Y que incluso se transmite en parte, como un virus, a hijos y nietos que no han vivido esa época. Personalmente creo que explica la pasividad de mucha gente ante la corrupción, las injusticias y mentiras de los medios de comunicación, de los bancos y de cualquier persona que esté en una posición de autoridad. Espero que todas estas familias, o al menos muchas de ellas, puedan reunirse finalmente... A mí me parecería bien que se destinara dinero público, el que fuera necesario, para realizar perfiles genéticos y compararlos, y esclarecer estos casos. Porque un país serio no puede tener porquería debajo de la alfombra, ni tampoco cadáveres en fosas comunes".
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