Una nueva generación de políticos toma las riendas en Chile
Los ganadores de las últimas primarias presidenciales, de 35 y 43 años, encarnan una renovación que también se traduce en un mayor interés de los jóvenes en la política
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SANTIAGO, Chile.- En marzo de 2022, y a los 72 años, Sebastián Piñera finalizará su mandato. Y aunque no es claro el rumbo que tomará la carrera presidencial para sucederlo, existe la posibilidad concreta que tenga que entregarle el poder a un exlíder estudiantil de 36 años o a un exministro de su gabinete de 44.
El dato de la edad no es tan sólo anecdótico y habla de una fuerte renovación que sucede en Chile: el promedio de todos los candidatos que se presentaron en las últimas primarias fue de 49,8 años y ninguno de los dos ganadores –Gabriel Boric y Sebastián Sichel- hoy supera los 45.
“No le tengan miedo a la juventud”, dijo en su discurso de celebración el propio Boric, quien representará al bloque de la izquierda antiliberal en las elecciones del 21 noviembre, y que abordó un tema del que parece haber certeza: la aparición de una nueva generación de políticos que busca tomar las riendas del país.
Tras los resultados de las últimas primarias que plantearon una serie de incertidumbres sobre quién gobernará Chile en el próximo ciclo político, la edad de Boric (35 años en la actualidad) y del representante de la centroderecha, Sebastián Sichel (43), podrían marcar un hito histórico en el caso de ser elegidos: desde Gabriel González Videla, que inició su mandato a los 48 en 1946, jamás un presidente chileno había tenido menos de 50 años. El caso más extremo fue el de Manuel Blanco Encalada, quien fue el único gobernante menor de 40 años y que en 1826 llegó a la presidencia a los 36 años.
“Hay un proceso muy largo de deterioro del sistema de partidos. En Chile teníamos un sistema muy estable, pero que progresivamente fue perdiendo sus anclajes en la sociedad. Las elites partidarias se dedicaron a administrar el Estado y las bases quedaron desprovistas de representación y no hubo una renovación. En ese contexto surgieron nuevos liderazgos, aprovechando los déficits de la antigua política”, dijo a LA NACIÓN Eduardo Araya, académico del instituto de historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
Para Claudio Fuentes, profesor de la escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales, el fenómeno de renovación que hoy se experimenta tiene un origen conocido.
“Desde las protestas del año 2006 se revitalizó una nueva generación que primero salió a manifestarse y, luego, comenzó a ocupar espacios de poder a nivel social y político. El Frente Amplio es fruto de ese proceso. En esta última década se articuló una generación que ocupa espacios en el ámbito político y social-territorial que irrumpieron más notoriamente en la Convención Constitucional y ahora en la carrera presidencial”, señaló Fuentes.
Precisamente, en los gobiernos post dictadura la longevidad también fue parte del sello de los autoridades chilenas. La antecesora de Piñera, Michelle Bachelet, entregó el poder cuando ya tenía 66 y Ricardo Lagos finalizó su ciclo con 68 años. Más atrás, Eduardo Frei Ruiz-Tagle quiso repostularse con 67 y Patricio Aylwin terminó con más de 75.
“Hay una cuestión cultural en la generación de los hoy menores de 40 años que es independiente del tema partidario. De hecho, entre los representantes del Frente Amplio hay muchos que son hijos de expersoneros de la Concertación. Los jóvenes cambiaron su opción porque el Chile que les ofrecía la generación de sus papás, no les gustaba. No les gustaba el modelo de desarrollo no sustentable. No les gustaba la desigualdad. No les gustaba el tratamiento del tema género y porque tampoco le ofrecían un futuro alternativo más allá de la extensión del consumo”, analizó Eduardo Araya de la PUCV.
En otros cargos el fenómeno también se ha presentado. En la elección de mayo pasado el promedio de los constituyentes electos fue de 44 años y de los 13 alcaldes elegidos por el Frente Amplio alcanzó los 34.
“El proceso de movilización que hubo en Chile, particularmente encabezado por los estudiantes, nutrió de una suerte de regeneración política. Hoy, varios de esos dirigentes está liderando esos espacios y siendo figuras como parlamentarios y alcaldes en algunos casos”, comentó Máximo Quitral, analista político y académico de la universidad UTEM.
Mayor participación
Además de la presencia de nuevos rostros, el fenómeno también viene de la mano con un rol más activo de los jóvenes no militantes en política. Para el plebiscito de 2020 en el que se aprobó la redacción de una nueva Constitución, la participación de los jóvenes entre 18 y 25 años subió un 20 %, comparada con el 36 % de las presidenciales de 2017.
“Al menos a nivel etario y de participación en procesos electorales, se produjo un incremento en la cantidad de jóvenes que concurrieron a votar. Aún no sabemos los datos de las últimas elecciones de 2021. Con todo, hay que hacer notar que en el caso de Chile hay un abstencionismo estructural del 50% aproximadamente”, apuntó el cientista político Claudio Fuentes.
Por lo mismo, y con el capital del caudal de energía que generaron las intenciones de cambio de los propios jóvenes, la duda es que de qué manera se canalizará el impulso en un contexto presidencial.
“Más allá de la renovación, hay una energía de los jóvenes que está fluyendo y que es la que se generó a partir del estallido social. En la derecha tenemos a un candidato joven e independiente, antipartidos, y que tiene un componente simbólico anticonservador, que posee una estética con tatuajes, y no representa al tradicional hombre de familia clásica conservadora. En la izquierda, en tanto, Gabriel Boric dio el zarpazo y por fin pasó por el lado de la vieja Concertación que lideró a Chile después de la transición”, planteó el doctor en ciencias políticas y académico de la Usach, Raúl Elgueta.
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