Una nueva estrategia de largo plazo, la apuesta de Joe Biden para América Central
La Casa Blanca desplegó un plan arraigado en un enfoque más integral, antagónico a la política insignia de Trump; os agentes federales detuvieron ya a 180.000 migrantes en la frontera sur
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WASHINGTON.- Ya antes de Nicaragua y de Haití, Joe Biden pensaba en América Central. Un dato alcanza para entender la enorme atención que su gobierno puso en la región: solo en mayo de este año, los agentes federales detuvieron a más de 180.000 migrantes en la frontera del sur, la mayor cantidad de personas en las últimas dos décadas. La crisis humanitaria que late al sur del país dista de ser nueva, pero ahora movilizó a la Casa Blanca a cambiar de estrategia y atacar “las raíces” de la migración de los países del Triángulo Norte, Honduras, El Salvador y Guatemala.
“Históricamente, y estoy hablando de los últimos 50, 70 años, Estados Unidos ha visto a Centroamérica como una serie de problemas, crisis, desastres. La Guerra Fría, los huracanes, la migración, violencia y drogas. Se ve de esa forma. Le pone atención por un tiempo, trata de solucionar ese problema, y se retira”, describe Eric Olson, director para América Central del Centro Woodrow Wilson. “Hay una creciente consciencia en el equipo de Biden de que eso no ha dado resultado”, apunta.
Con esa mirada, la Casa Blanca desplegó una nueva estrategia arraigada en un enfoque más integral y de largo plazo, antagónico a la política insignia de Donald Trump de levantar un muro para aislar al país de los avatares al sur.
Esa estrategia se puso en marcha apenas asumió Biden, con uno de los decretos de la avalancha inicial para dar vuelta la página y borrar muchas políticas que dejó Trump, sin pasar por el Congreso. El objetivo: empezar a desarmar las causas fundamentales que llevan a cientos miles de personas a emprender un viaje plagado de peligros huyendo de la pobreza, la narcoviolencia, y, en el último tiempo, la pandemia del coronavirus.
La estrategia abarca el combate a la corrupción y el fortalecimiento de las democracias y las instituciones –dos frentes débiles en la región, ahora con un lugar más destacado en la agenda–, la promoción de los derechos humanos, la lucha contra el crimen organizado y el impulso a la economía. Lejos de poner la atención exclusivamente en los problemas más urgentes, el nuevo marco va al hueso de la región.
“En ese contexto, en esa visión, no se puede decir que la solución es fácil. No es por obra de magia que los guatemaltecos se vuelven democráticos y justos y se acaba la inequidad, la injusticia. Es otra perspectiva, otra orientación que están tratando de articular y de implementar”, explica Olson. “Han reconocido que si no tienen una visión más integral de Centroamérica van a continuar teniendo cada dos, tres, cuatro años una crisis. Y creo que ellos están decididos a tratar de evitar esa situación al máximo”, agrega.
Biden propuso invertir 4000 millones de dólares solo en este mandato. Y ensambló un alto equipo. Al frente está su vicepresidenta, Kamala Harris, que se calzó una mochila caliente –de plomo, para algunos– que él mismo Biden tuvo durante el gobierno de Barack Obama. Biden nombró a un diplomático de larga trayectoria, Ricardo Zuñiga, nacido en Honduras, como enviado especial para el Triángulo del Norte, una suerte de “zar diplomático” que suele hacerse cargo de temas que cruzan a varias agencias gubernamentales. A ellos se suman Juan González, su principal asesor para el hemisferio, y Samantha Powers, la jefa de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, según sus siglas en inglés), con especial acento en la región.
La estrategia es políticamente complicada. Sus intenciones para el largo plazo chocan con las necesidades y las presiones más urgentes. Eso quedó en evidencia en la primera gira de Kamala Harris a México y Guatemala, un viaje que terminó siendo duro para la vicepresidenta, y dejó varios titulares negativos. “No vengan”, fue el mensaje que Harris llevó a los migrantes, para frenar la crisis en la frontera. La izquierda de su partido la criticó, y los republicanos la acusaron de hipócrita. La oposición también le achacó que haya viajado primero a la región –para atacar “las raíces” del problema– y no a la frontera –epicentro de la crisis–, donde al final Harris terminó yendo.
Para Olson, es el gran desafío del gobierno de Biden: lidiar con las presiones y las crisis que brotan de la región ahora, sin perder la mirada en el largo plazo. Todos admiten que es súper complejo, pero diría que si no vas a enfrentar la complejidad del asunto, vas a seguir repitiendo los mismos problemas de siempre”, cierra.
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