Trump, infectado: una noticia que cae en un terreno sembrado de desconfianza
NUEVA YORK.- ¿Qué es un fraude? ¿Qué es una mentira? ¿El presidente estaba más enfermo de lo que dijo o no estaba enfermo en absoluto? ¿Qué significa "síntomas leves" y qué tan distinto es de "moderados"? ¿Hay alguna posibilidad de que esta alarmante noticia sea el cinismo máximo en forma de engaño?
Ayer, cuando se desayunaron con la pasmosa noticia de que el presidente Donald Trump tenía Covid-19 después de meses de ningunear el virus, muchos norteamericanos tuvieron una reacción similar: puede no ser cierto. "No le creo", dijo Anthony Collier, un camionero de Atlanta. "Me parece que quiere dar lástima".
Por supuesto que no hay evidencia alguna de que Trump y su esposa, Melania, no estén enfermos. Con el paso de las horas, los partes médicos y la noticia de que el magnate sería hospitalizado, los rumores viraron del escepticismo sobre su enfermedad hacia las dudas sobre la transparencia de la Casa Blanca acerca de la verdadera gravedad del cuadro que presenta el presidente.
"No me sorprende que nadie le crea. Hoy por hoy, nadie cree nada", dice Armando Iannucci, humorista político y director y creador de la serie Veep. "El virus que se está propagando es el que siembra dudas sobre todo información fáctica", añade. "Poner en duda la verdad, poner en duda las noticias. Simplemente sembrar dudas, calificar todo de fraude, decir que lo que existe no existe".
Nicole Hemmer, historiadora especializada en el rol de los medios de prensa conservadores en la política norteamericana, señala que nada de esto debería sorprendernos, considerando el caudal de contradicciones, distracciones y tergiversaciones emanado de la Casa Blanca y desperdigado por todo Estados Unidos.
"Históricamente, ni el presidente ni el gobierno han sido narradores confiables", dice Hammer. "Suelen no decir la verdad, y en el caso del presidente, miente directamente. Así que no me sorprende el escepticismo de la gente".
Y por supuesto que la maraña de declaraciones confusas que salieron de la Casa Blanca a primera hora del viernes no ayudó para nada. Mientras la bolsa se tambaleaba, el país temblaba y las teorías proliferaban, el doctor Scott Atlas, uno de los expertos que asesoran a la Casa Blanca en el tema de la pandemia, declaró alegremente a la cadena Fox que Trump "tendrá una rápida y completa recuperación".
Y en referencia a un hombre de 74 años cuya edad y peso lo convierten en paciente de riesgo ante el Covid-19 y que recientemente pareció tener problemas para descender por una rampa y llevarse un vaso de agua a la boca, el doctor Atlas agregó: "Nunca he visto a un hombre de ninguna edad con más energía y vigor." De hecho, un par de horas después, la Casa Blanca anunció que Trump sería hospitalizado.
Muchos presidentes han minimizado enfermedades o directamente las mantuvieron ocultas de la opinión pública.En abril, el premier británico, Boris Johnson, contrajo coronavirus y pasó más de una semana asegurando que tenía síntomas leves a pesar de que su fiebre iba en aumento. Unos días después de grabar un video en el que decía "me siento mejor", ingresó a terapia intensiva, le administraron oxígeno y presuntamente habría estado cerca de morir. Johnson se recuperó, pero más tarde reconoció que había estado mucho más grave de lo que comunicó.
No debería ser una gran sorpresa que un presidente que llegó a la fama –en los negocios, la televisión y la política– en un archipiélago de desconfianza y exageraciones se encuentre ahora ante un público escéptico de su propio relato sobre su salud, en especial con un virus cuya gravedad ha desestimado durante meses. En el debate del martes pasado, se burló del Joe Biden, el candidato presidencial demócrata, por ponerse tapabocas.
"La gran razón por la que Trump tiene un lugar en el Partido Republicano es que es el más malo con los liberales, el más malo con los medios, el más malo con la gente que odia", dice Tim Miller, exparticipante del comité nacional republicano y de la campaña de Jeb Bush, y que ahora milita para derrotar a Trump. Según Miller, es lógico que la noticia sea recibida "con desconfianza, y con enojo y rencor hacia su persona".
Don Beyer, congresista demócrata por Virginia, dijo que no dudaba del estado de Trump , pero agregó: "No me asombraría enterarme de que fue una estratagema política para desviar la atención de sus declaraciones de impuestos y la supremacía blanca".
James Zogby, presidente del Instituto Árabe-Americano, quedó perplejo con la montaña rusa de emociones de ayer. Como muchos demócratas todavía consternados con las elecciones de 2016, su mente pasó a cuestionarse qué ventaja política podía sacar Trump al enfermarse. "En una situación normal nos lamentaríamos de que esté enfermo y ahí se terminaría todo", dice Zogby. "Pero ahora nos preguntamos si es verdad, si está mintiendo y si quiere sacar ventaja. Es muy preocupante".
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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