Una mujer encerró a sus tres hijas en su casa durante siete años
Las chicas, de siete, once y trece años, vivían a oscuras, jugaban con ratones y se comunicaban con un lenguaje particular; los expertos dicen que podrían no recuperarse nunca del trauma
VIENA.- Tres chicas de la localidad austriaca de Linz estuvieron encerradas durante siete años por su madre en una casa de indescriptible podredumbre.
La mujer las encerró bajo llave, aislándolas de todo contacto con el mundo exterior, y ellas tuvieron que vivir prácticamente a oscuras, jugando sólo con ratones y comunicándose en su lenguaje particular. Los expertos dicen que podrían no recuperarse nunca del trauma.
El caso salió a la luz pocos meses después de que la liberación de Natascha Kampusch, joven de 18 años que estuvo secuestrada desde que tenía diez en un minúsculo zótano subterráneo en las afueras de Viena, desencadenara una ola de incredulidad y estupor dentro y fuera del país.
Cuando fueron encontradas, su casa, situada en un elegante barrio de clase media-alta, carecía de agua corriente y los excrementos y desperdicios la cubrían hasta un metro de altura. El suelo estaba corroído por la orina de los ratones.
Todo comenzó con el divorcio de los padres, tras el cual la mujer, una abogada de 53 años, sufrió una crisis nerviosa. A pesar de todo, obtuvo la custodia de las niñas, que entonces tenían 13, 11 y siete años, y las sacó del colegio, alegando que les daría clases particulares en casa. A su marido no se le permitió verlas nunca más, aunque sus reclamaciones llegaron varias veces a los tribunales.
Las chicas, Viktoria, Katharina y Elisabeth, sólo pudieron ser rescatadas al irrumpir la policía en la casa después de que un vecino, que había notificado sus sospechas en varias ocasiones, amenazara con demandar judicialmente a un funcionario del Ayuntamiento.
Aunque esto sucedió hace un año y desde entonces las tres chicas han permanecido en un centro de terapia especializada, el escándalo sólo salió a la luz pública el pasado fin de semana.
Se cree que en los siete años de cautiverio las niñas sólo mantuvieron contacto con su madre. Desarrollaron así un lenguaje propio casi ininteligible, que se ha descrito como una variante cantarina del alemán. Incluso después de un año de terapia, la hermana mayor, Elisabeth, que ahora tiene 21, se encuentra tan confusa que durante mucho tiempo se queda mirando al suelo apoyada en una sola pierna.
Cuando las tres víctimas fueron liberadas tenían la piel blanca y no podían soportar la exposición a la luz natural.
Los daños psíquicos que presentan son tan graves que los especialistas dudan de que las dos mayores puedan jamás llevar una vida normal.
La madre se halla actualmente en prisión preventiva, en un área especial para reclusos mentalmente inestables. En unas semanas comparecerá ante los tribunales acusada de los delitos de tortura y lesiones graves y se enfrentará a una pena de entre cinco meses y cinco años de cárcel.Agencia EFE y diario El Mundo
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