Una mezcla de dolor, ira y horror reina en el colegio secundario diezmado por el accidente
Cientos de estudiantes y familiares esperan allí noticias de los desaparecidos
ANSAN, Corea del Sur.- Los recordatorios más dolorosos de la pérdida que se vive aquí son los más banales. Las aulas de la escuela secundaria Danwon, en Ansan, a la que asistían decenas de estudiantes que permanecen desaparecidos tras el naufragio del ferry , están plagadas de textos escolares, ropa de gimnasia, botellas de agua vacías... fragmentos de una vida escolar cotidiana hoy infundida de dolor.
Hay furia en los padres y estudiantes. También horror, al imaginarse a sus seres queridos atrapados en la gélida oscuridad de un barco dado vuelta y bajo el agua. Muchos se niegan a aceptar que incluso después de infinidad de intentos, su amigo, su hijo o su hermano no contestará su celular. Los siguen llamando.
Intentan entablar cualquier vínculo con los desaparecidos: los padres y docentes de la escuela guardaron bajo llave las pertenencias de los alumnos desaparecidos. En el pizarrón de un aula, se lee: "Por favor, vuelvan todos sanos y salvos".
Más de 320 alumnos secundarios de 16 y 17 años salieron el martes pasado rumbo al que sería el evento escolar del año: una travesía nocturna de 14 horas en ferry hasta la isla de Jeju, para pasar cuatro días de entretenimiento. Ahora que las horas pasan y no se sabe nada de 268 de los 475 pasajeros que estaban a bordo, en Ansan temen lo peor.
"¿Usted cree que todavía están vivos?", le preguntó a un periodista Lee Mi-shim, de 48 años, madre de uno de los alumnos desaparecidos. "Sé que hay pocas probabilidades... Ninguno de los de su curso fue rescatado", añadió. Lee, cuyo esposo murió hace diez años, fue operada del corazón hace dos. Su hijo, Kim Ki-su, le había prometido llegar a ser un eminente médico tradicional coreano para curarla. "Siento que me derrumbo. Al menos así moriría antes que él", dijo Lee.
"En este momento, mi bebe está atrapado debajo del agua. ¿Cómo voy a poder dormir?", dijo la abuela de otro desaparecido, mientras explicaba por qué había decidido pernoctar en la escuela a la espera de noticias. "No puedo vivir sin él."
En el auditorio de la escuela, cientos de familiares, estudiantes, vecinos y voluntarios se reunieron para esperar noticias. Allí, la gente seguía con la mirada fija y vacía en una pantalla gigante.
Más tarde estallaría la bronca por la lentitud del operativo de rescate. Padres y alumnos furiosos insultaron y empujaron a periodistas y fotógrafos. Un hombre gritó: "¡La próxima vez que disparen un flash les destrozamos las cámaras!".
La escuela, situada en una tranquila zona residencial, tiene más de 1200 alumnos y 85 docentes. Muchos colegios surcoreanos organizan viajes para los alumnos mayores, y la isla de Jeju es uno de los destinos favoritos. Tanto los estudiantes como los padres de Ansan comentan el entusiasmo que siempre despierta el viaje anual.
Kim Eun-taek, un estudiante de 18 años, conoce a más de diez de los desaparecidos, incluido su mejor amigo. "Vive al lado de casa. Siempre jugábamos juntos", dijo Kim.
Ko Jae Hyoung, que vende pollo frito cerca de la escuela, dice que se trata de una comunidad muy unida. Anteayer, cerró su local para trabajar como voluntaria, y recordó que varios de los desaparecidos iban a su restaurante y que siempre le hacían bromas. "Ahora el barrio entero es como una funeraria", se lamentó.
Traducción de Jaime Arrambide