Una fuga de información secreta capaz de producir un daño devastador e irreparable
A diferencia de otras filtraciones de información secreta de Estados Unidos, los últimos documentos podrían incidir gravemente en el plano global
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NUEVA YORK.- Hace 13 años, cuando WikiLeaks filtró un inmenso acervo de cables del Departamento de Estado norteamericano, el mundo pudo hacerse una idea del trabajo diario de los diplomáticos de Estados Unidos: quiénes eran los dispuestos a todo para sacar ventaja, las dudas sobre algunos aliados volubles, y atisbos de los preparativos de Washington ante la eventualidad de un colapso de Corea del Norte o de un avance definitivo de Irán en materia nuclear.
Y tres años después, cuando Edward Snowden barrió con los secretos de la Agencia de Seguridad Nacional, los estadounidenses de pronto descubrieron hasta qué punto la era digital había abierto una notable nueva etapa de vigilancia, que permitía penetrar en las comunicaciones de China y colarse en los servidores de Google del extranjero para acceder a las comunicaciones de otros países.
Pero el paquete de unos 100 documentos que acaba con imágenes con datos operacionales sobre la guerra en Ucrania es completamente diferente. Los datos revelados hasta el momento son mucho menos abarcadores que aquellos vastos archivos anteriores, pero mucho más oportunos. Y lo que más preocupa a la Casa Blanca y los altos mandos del Pentágono es el valor inmediato de esa información.
Parte del material más sensible —mapas de las defensas aéreas de Ucrania y una zambullida en los planes secreto de Corea del Sur para entregar 330.000 rondas de municiones para contraofensiva de Ucrania de los próximos meses— queda expuesto en documentos que parecen haber sido elaborados hace apenas 40 días.
El mayor potencial de daño de estas nuevas filtraciones, según la Casa Blanca, es justamente la “frescura” de esos documentos secretos y ultrasecretos, y las pistas que contienen sobre operaciones militares inminentes.
La vocera del Pentágono, Sabrina Singh, dijo el domingo que los funcionarios ya notificaron de la filtración a las comisiones parlamentarias pertinentes y que habían remitido el asunto al Departamento de Justicia, que ya abrió una investigación sobre el hecho.
Las más de 100 páginas de informes e imágenes no dejan dudas sobre el profundo involucramiento de Estados Unidos en el día a día de la guerra, suministrando inteligencia precisa y datos logísticos que ayudan a explicar los éxitos de Ucrania hasta el momento en el campo de batalla. Aunque el presidente Joe Biden prohibió que las tropas norteamericanas disparen directamente contra objetivos de Rusia y bloqueó el envio de armas de gran alcance que permitirían a Ucrania atacar las profundidades del territorio ruso, Estados Unidos está metido en casi todo lo demás.
Estados Unidos proporciona datos detallados sobre objetivos y coordina el largo y complejo derrotero logístico de la entrega de armas a los ucranianos. Y como deja en claro un documento del 22 de febrero, los funcionarios estadounidenses están haciendo planes anticipados para un año en el que la batalla del Donbass “probablemente se encamine a un punto muerto” que frustrará el objetivo del presidente ruso Vladimir Putin de capturar la región, y también el objetivo de Ucrania de expulsar a los invasores.
Un alto funcionario de inteligencia occidental resumió las filtraciones como “una pesadilla”. Dmitri Alperovitch, nacido en Rusia y presidente Silverado Policy Accelerator, más conocido como pionero en ciberseguridad, admitió el domingo que las filtraciones “pueden ser perjudiciales de muchas formas”, como la posibilidad de que la inteligencia rusa use esos documentos, difundidos por Twitter y Telegram, “para descubrir cómo estamos accediendo” los planes del GRU, el servicio de inteligencia militar de Rusia, y a los movimientos de las unidades militares rusas.
De hecho, los documentos publicados hasta ahora son apenas una sucinta instantánea de cómo ve Estados Unidos la guerra en Ucrania. Muchas páginas parecen salidas directamente de los documentos informativos que circulan entre los Jefes de Estado Mayor Conjunto, y en otros casos de actualizaciones del centro de operaciones de la CIA. Contienen una mezcla de la situación actual en el campo de batalla y de algo quizás más valioso para los estrategas militares rusos: las proyecciones de dónde le convendría instalar a Ucrania las defensas aéreas que recibirá el mes que viene.
Intercaladas hay una serie de advertencias tempranas sobre el tipo de represalias que podría tomar Rusia fuera de Ucrania si la guerra se prolonga. Y hay un documento particularmente ominoso de la CIA referido a un grupo de piratas informáticos prorruso que había ingresado con éxito en la red de distribución de gas de Canadá y que estaba “recibiendo instrucciones de un presunto oficial del Servicio Federal de Seguridad (FSB) para mantener abierto el acceso a la red de infraestructura de gas canadiense, hasta recibir nuevas órdenes”. Hasta el momento no hay evidencia de que Rusia esté detrás de ese destructivo ataque, pero el documento manifiesta ese temor de manera explícita.
Como ese tipo de advertencias son sumamente delicadas, el acceso a muchos de los documentos “ultrasecretos” está restringido a los funcionarios estadounidenses y a los así llamados “Cinco Ojos”, la alianza de inteligencia integrada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Ese grupo tiene un acuerdo informal de no espiar a los demás miembros, pero claramente no se aplica a otros aliados y socios estadounidenses. Hay evidencia de que Estados Unidos ha pinchado las conversaciones internas del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky e incluso las de los aliados más cercanos de Estados Unidos, como Corea del Sur.
Con un relato que recuerda mucho a las revelaciones de WikiLeaks de 2010, un documento basado en lo que se denomina cautamente como “señales de inteligencia” describe el debate interno en el gobierno de Corea del Sur sobre cómo manejar la presión de Estados Unidos para que envíe más ayuda letal a Ucrania, lo que violaría el práctica del país de no enviar armas de manera directa a una zona de guerra. El documento consigna que al presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, le preocupaba que Biden lo llamara para presionarlo y lograr que envié más ayuda al ejército de Ucrania.
El tema es agudamente sensible para los funcionarios de Corea del Sur. Antes de la filtración de los documentos, los funcionarios del gobierno surcoreano esquivaron las preguntas del periodismo sobre la existencia de planes para enviar proyectiles de artillería de 155 mm, que Corea del Sur produce en grandes cantidades, para ayudar a Ucrania en su esfuerzo bélico. Un funcionario del gobierno de Seúl aseguró que Corea del Sur no estaba dispuesta a violar sus propias políticas ni a poner en riesgo su delicada relación con Rusia.
Ahora, por las filtraciones, el mundo entero ya conoce el “cronograma de entrega” del Pentágono para los envíos por mar de esos proyectiles, junto con estimaciones del costo de los envíos: 26 millones de dólares.
Por David E. Sanger
Traducción de Jaime Arrambide
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