Una feroz interna sacude el poder de Ahmadinejad
Cuando faltan poco para las elecciones, el líder intenta sostener a su delfín contra clérigos y tradicionalistas
TEHERÁN.- El presidente Mahmoud Ahmadinejad no piensa irse así como así. Cuando sólo faltan tres meses para que termine su segundo y último mandato, generó una serie de controversias cuyo objetivo, según los expertos, es renovar su imagen y asegurarse de que su sucesor elegido a dedo, Esfandiar Rahim Mashaei, cuente con el apoyo de los iraníes descontentos de los grandes centros urbanos.
Todo es parte de la lucha por el poder, de cara a las elecciones de junio próximo, entre la facción de Ahmadinejad y una coalición de tradicionalistas que incluye a comandantes de la Guardia Revolucionaria y a clérigos ortodoxos.
Tras la desaparición del movimiento de protesta surgido después de las elecciones de 2009, Ahmadinejad y sus seguidores quedaron en el desconcertante rol de opositores.
Ahora enfrentan a los tradicionalistas, que propician una posición más dura en las negociaciones con Occidente sobre el programa nuclear iraní, y hasta querrían abolir la presidencia, considerada el centro de la oposición a su poder dentro del país.
En la compleja escena política iraní, esas luchas se libran siempre bajo la atenta mirada del líder supremo del país, el ayatollah Ali Khamenei, que finalmente decide quién gana y quién pierde, equilibrando cuidadosamente los intereses en pugna, para asegurarse de que ninguna de las facciones acumule demasiado poder.
Pero esta vez la lucha trasciende lo político. Si el presidente y sus seguidores pierden, también perderán su inmunidad legal, y quedarán a merced no sólo de la justicia, sino también de las fuerzas de seguridad, de la TV estatal y de los influyentes líderes de las plegarias de los viernes. Todas estas instancias están controladas por los tradicionalistas. De hecho, los fiscales ya abrieron diversas causas contra los lugartenientes de Ahmadinejad, y advirtieron públicamente sobre posibles cargos en su contra por corrupción y por desviarse del islam.
Eso no quiere decir que Ahmadinejad haya tenido de pronto una epifanía y esté dispuesto a abrazar la democracia occidental, ni que haya dejado de negar el Holocausto o de acusar a Israel. Pero en los últimos meses, sorprendió a muchos en Occidente, al desafiar a sus enemigos internos.
En el funeral de Hugo Chávez, el mandatario fue fotografiado abrazando a la madre del presidente, una muestra de afecto denunciada por los clérigos, quienes prohíben el contacto físico de los hombres solteros con toda mujer con quien no estén emparentados.
Pero los iraníes de los centros urbanos, que en su mayoría han avanzado mucho más allá de las restricciones sociales impuestas por la república islámica, consideraron su gesto como una simple muestra de amistad.
A pesar de su temprana defensa del rol del islam en los asuntos cotidianos, el presidente se posicionó como el campeón de los derechos ciudadanos. "Cada vez se parece más a una persona normal", dijo Hamed, un chofer de la ciudad de Teherán que no quiso revelar su apellido. "No deja que le digan lo que tiene que hacer."
En sus discursos, prefiere hablar de "nación" y de "pueblo", en vez de la "comunidad de los creyentes", la expresión favorita de los clérigos iraníes, quienes constantemente advierten contra cualquier resurgimiento del nacionalismo preislamista. También se dice que Ahmadinejad estaría dispuesto a sentarse a negociar con Estados Unidos, algo a lo que se oponen otros líderes iraníes.
Según los expertos, las maniobras de Ahmadinejad tienen que ver con su sucesión, un intento de conservar tanto a sus aliados como su propio poder político.
El apoyo de Ahmadinejad a Mashaei es una espina en el costado de los conservadores y al mismo tiempo un sutil guiño a los iraníes progresistas. En mensajes llenos de lenguaje poético, Mashaei propaga repetidamente la importancia de la nación de Irán por encima de la nación islámica.
Los opositores a Ahmadinejad son los mismos clérigos y guardias revolucionarios que apoyaron su candidatura en 2005 por su defensa de los valores religiosos. También lo apoyaron durante las protestas de 2009, aplastando a los manifestantes con brutal ferocidad y a un alto costo político.
En Irán, la institución presidencial ha evolucionado a lo largo de los años y cobró gran importancia después de la abolición del cargo de primer ministro, a fines de la década de 1980. Una vez llegados al cargo, los presidentes ahora construyen su propia base de poder, muchas veces chocando con las mismas personas que los apoyaron en su ascenso.
Khamenei, por ahora, intenta mantener la calma entre las facciones en disputa, con recurrentes advertencias sobre el daño para los intereses del país que ocasionan esas luchas internas.
Traducción de Jaime Arrambide
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