Una duda carcome a los líderes: ¿pueden confiar en Trump?
Los datos falsos y acusaciones abren un debate en distintos países sobre si el presidente honrará sus compromisos; la cuestión plantea un desafío diplomático grave
WASHINGTON.- La retahíla de falsedades y acusaciones espurias del presidente Donald Trump está generando un verdadero debate nacional sobre la fragilidad de una sociedad basada en hechos verificables. Pero fuera de Estados Unidos, donde aliados y enemigos están analizando cada una de las palabras del presidente en busca de señales de tranquilidad o de amenaza, las falsedades de Trump encendieron otro tipo de alarma muy diferente.
Ya sea en cuanto a los tratados de defensa o respecto de los pactos comerciales, a los líderes extranjeros les cuesta medir hasta qué punto pueden confiar en que Estados Unidos honrará sus compromisos. Ven a un presidente voluble cuyas afirmaciones erróneas sobre temas menores generan recelo acerca de lo que pueda decir sobre los grandes temas -como el futuro de la OTAN o el acuerdo nuclear con Irán- donde lo que se juega es la guerra o la paz.
Trump pasó el fin de semana de ronda telefónica con mandatarios extranjeros, con el claro objetivo de calmar los ánimos. Pero de Tokio y Pekín a Londres y Berlín, los funcionarios extranjeros siguen con alarma las falsas afirmaciones del flamante presidente, no saben si pueden confiar en él y se preguntan si no terminará dañando sus relaciones con Washington.
"Si miente sobre temas relativamente poco importantes, como el número de asistentes a su asunción, no es demasiado relevante en el cuadro general", dijo Peter Westmacott, ex embajador británico en Estados Unidos.
"Pero, como yo solía decirle a mi personal, si no puedo confiar en que alguien haga bien las cosas pequeñas, ¿cómo confiar en que hará bien las importantes?", remató el ex diplomático.
Para los líderes extranjeros, en especial aquellos de países que dependen de Estados Unidos como paraguas de seguridad o como mercado destinatario de sus productos, la falta de confianza que inspira Trump plantea un desafío diplomático grave. A lo más que pueden aspirar, en el mejor de los casos, es a mantenerse firmes en un par de premisas básicas concretas o tratar de inclinarlo en la dirección correcta, como hicieron en los últimos días la primera ministra británica, Theresa May, y la canciller alemana, Angela Merkel.
En la llamada telefónica que mantuvo el sábado con Trump, Merkel objetó el veto temporario al ingreso de musulmanes de siete países. Según su vocero, Merkel argumentó su crítica explicándole a Trump la Convención de Ginebra, que obliga a los países firmantes a proteger a los refugiados de guerra por razones humanitarias.
En el caso de Theresa May, el objetivo de su visita del viernes a la Casa Blanca era clarificar la posición de Trump respecto de la OTAN. Durante la campaña presidencial, Trump ridiculizó la alianza transatlántica al calificarla de obsoleta y cuestionó que Estados Unidos deba salir automáticamente en defensa de sus miembros.
Más recientemente, Trump dijo que Estados Unidos apoyaría a la OTAN, una promesa que la primera ministra británica también dice haberle extraído durante la reunión que tuvieron a puertas cerradas.
"Señor presidente, según entiendo, usted me ha confirmado el ciento por ciento su apoyo a la OTAN", dijo May durante la conferencia de prensa conjunta, mirando a Trump, que no hizo mención a la alianza en sus comentarios.
El problema es que la tendencia del presidente a torcer la verdad hace difícil juzgar la seriedad del compromiso de Estados Unidos en algunos temas.
La respuesta depende en gran medida de la influencia que ejerzan los principales integrantes del gabinete presidencial, como el secretario de Defensa, Jim Mattis, y el designado secretario de Estado, Rex Tillerson, cuyas opiniones difieren de las del mandatario y que son considerados más estables en sus posiciones que su jefe.
Para Francia y Alemania, que Estados Unidos haya adoptado la teoría de los "hechos alternativos", como los definió la asesora presidencial Kellyanne Conway, entraña otra dimensión política estremecedora: en ambos países este año se celebrarán elecciones en las que la extrema derecha populista espera desafiar con fuerza a la clase política.
Para algunos expertos en política internacional, las falsedades de Trump no deben ser causa de pánico en sí mismas, aunque sí les preocupa su obstinada insistencia sobre hechos fácilmente desacreditables.
"La gente puede entender una mentira táctica", dice Eliot Cohen, profesor de estrategia de la Universidad Johns Hopkins y un abierto detractor de Donald Trump. "Lo irritante es esa sensación de que realmente cree las mentiras que está diciendo, esa sensación de que está esencialmente despegado de la realidad", concluyó.
Una amenaza para la UE
El jefe del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo ayer que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se había sumado a Rusia, China y al extremismo islámico como una amenaza para Europa y pidió a los europeos que se unan con fuerza. Así lo indicó en una carta que envió a todos los líderes europeos antes de una cumbre.
Traducción de Jaime Arrambide
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