Una disidencia dividida y debilitada busca nuevas estrategias para resistir
Sin la visibilidad de otros tiempos, parte de la oposición busca generar cambios "desde adentro"
LA HABANA.- Sin el protagonismo de hace dos décadas, la disidencia cubana llega dividida al histórico relevo presidencial de Raúl Castro , mientras busca nuevas maneras de cambiar un sistema de gobierno que no les ha dado respiro.
"Se trata de superar algunas de nuestras debilidades como oposición y al mismo tiempo pensar que ahora mismo hay una transición en el poder que debemos tratar de aprovechar para que se convierta en transición política hacia la democracia", dice Manuel Cuesta Morúa, quien ha dedicado 26 de sus 55 años a la disidencia.
En un modesto departamento en Alamar este de La Habana-, donde convive con su madre, Cuesta Morúa espera el día de mañana, cuando Raúl Castro, de 86 años, ceda la presidencia, según se prevé, al vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel, de 57 años.
Frente a seis décadas de estrategias combativas infructuosas por parte de la disidencia, Cuesta reflexiona: "Creo que la época de las rebeliones totales contra regímenes opresivos ha terminado. Las revoluciones árabes demostraron que estas no llevan necesariamente a la democracia". Por ello, apuesta por vías institucionales. Una estrategia para generar cambios "desde adentro", como la que promovía Barack Obama, interlocutor en dos ocasiones del afrocubano Cuesta.
"La disidencia parece muy fragmentada, privada de oportunidades para intervenir en el debate público, dada su exclusión de los espacios de comunicación y los mecanismos de participación electoral", consideró Jorge Duany, director del Instituto Cubano de Investigación de la Universidad de Florida.
Cuesta ve una oposición "madura", pero dividida entre los que apuestan por las protestas callejeras y los que buscan cambios por vías legales. Las Damas de Blanco, partidarias de la primera opción, promovieron sin resultados durante más de 40 domingos la iniciativa Todos Marchamos, que terminó prohibida por la policía.
"Presión total, sin concesiones: ese es el camino para derrocar al castrismo", defendió en un foro el activista Antonio González-Rodiles. Opositores como Guillermo Fariñas y José Daniel Ferrer comparten esa posición.
La otra vertiente agrupa a organizaciones como la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD), Otro 18 y Cuba Decide, que encabeza Rosa María Payá.
"Casi un 70% de la sociedad civil está de acuerdo en participar en un proceso constitucional no solo de participación electoral, sino también de reforma electoral", considera Cuesta.
Más del 85% de los cubanos habilitados fueron a las urnas en marzo para ratificar en votación cerrada igual número de candidatos para igual número de escaños la Asamblea Nacional. Votar en Cuba es voluntario, pero no hacerlo es mal visto socialmente.
"El primer obstáculo exterior es la represión del gobierno", dice Cuesta. Explica que los prolongados encarcelamientos de la época de Fidel Castro fueron sustituidos por una estrategia de cortas detenciones con Raúl al mando.
"La represión no ha cambiado, solo ha cambiado la táctica", dice Robin Guittard, director de Amnistía Internacional para el Caribe.
Según la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos, el total de detenciones políticas en 2017 fue de 5155 personas, la más baja en seis años. La reforma migratoria cubana de 2013, por su parte, permitió que muchos dirigentes opositores viajaran con frecuencia. Líderes jóvenes como Eliecer Ávila emigraron con su familia. Payá, por su parte, reside en ambos lados del Estrecho de Florida. Esto debilita a las organizaciones internas, según Martha Beatriz Roque, una veterana opositora.
Tras la visibilidad de hace dos décadas en plena crisis económica, la disidencia perdió fuerza. También los diezmó la visita de Obama en 2016 y su interés en promover cambios en Cuba a partir de "emprendedores" y otros grupos menos tradicionales como ambientalistas o activistas LGTB.
Un informe de 2009 de Jonathan Farrar, entonces jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, revelado por WikiLeaks, ya destacaba la falta de "resonancia entre los cubanos de a pie" de los principales grupos de la oposición, cuyo "mayor esfuerzo se dirige a obtener suficientes recursos" para vivir.
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