Una desgracia para el país que confirma las peores sospechas
NUEVA YORK.- El asombroso mail que divulgó Donald Trump Jr. en el que se coordinaba la reunión del año pasado con una abogada rusa es devastador para la Casa Blanca. Por sobre todo, ese mail subraya que la familia Trump sabía de la campaña secreta de los rusos para interferir en las elecciones norteamericanas..., y se sumaron.
Hay que leer todo el intercambio, pero el párrafo crucial es el siguiente: "El fiscal general de Rusia... ofrece suministrarle a la campaña de Trump algunos datos y documentos oficiales que incriminarían a Hillary y dejarían al descubierto sus negociaciones con Rusia, y que podrían ser muy útiles para su padre. Se trata obviamente de información muy sensible y del más alto nivel, pero forma parte del apoyo de Rusia y de su gobierno al señor Trump".
Ese párrafo demuele la posición de Trump y de la Casa Blanca de tres maneras cruciales, ya que no es atribuible a "fuentes" difusas, sino que se desprende de un documento escrito, negro sobre blanco. El mail demuestra lo siguiente:
1- Que el gobierno ruso estaba detrás de la jugada. Se trata del Kremlin, y no de ciudadanos rusos.
2- Que el gobierno ruso ofrecía información "sensible" y "documentos oficiales" que incriminarían a Clinton. La implicancia obvia es que se trataba de material robado por espías, probablemente hackeado, ¿o si no cómo habría accedido al mismo el gobierno ruso?
3- Que el ofrecimiento forma parte de un plan del gobierno ruso para "apoyar al señor Trump".
Conectando esos tres puntos, del mail se desprende claramente que el gobierno ruso había tomado partido y que intentaba influir secretamente en el resultado de la carrera presidencial.
En el momento de recibir ese mail, Trump Jr. debería haber recurrido de inmediato al FBI. Eso hizo la campaña de Al Gore en el año 2000, cuando recibió un instructivo de campaña del entonces candidato George W. Bush. Una cosa es investigar a la oposición: es algo que todos hacen. Otra muy distinta es usar información robada y suministrada en secreto por una nación rival. Pero en vez de llamar al FBI, Trump Jr. respondió "me encanta".
Luego, el hijo del presidente convocó a Jared Kushner y Paul Manafort a participar de la reunión. En otras palabras, informó de un intento encubierto de Rusia de usar material de espionaje para interferir en la elección presidencial, y lo aceptó. No sé si esto es un delito. Pero sí sé que es una desgracia.
En todo caso puede asegurarse que se trata de "complicidad blanda": aceptar, en beneficio propio, la interferencia de una potencia extranjera en una contienda electoral. Resta por verse si no hubo un intercambio de favores que transformen el hecho en una "complicidad dura". Pero el esbozo de un intercambio de favores está a la vista, ya que cada una de las partes deja en claro lo que quiere: la campaña de Trump quería los trapos sucios de los Clinton, y Rusia quería una flexibilización de las sanciones, si Trump resultaba elegido.
Tras ese encuentro, los Trump o la Casa Blanca negaron al menos ocho veces que ese encuentro hubiese tenido lugar. A la complicidad se agrega el engaño.
Que nadie sienta que se trata de una buena noticia: es un día muy triste para Estados Unidos.
Traducción de Jaime Arrambide
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