Una colección de manuscritos antiguos revela los perturbadores remedios usados en la Edad Media
Un proyecto de la Universidad de Cambridge expuso los procedimientos médicos más extravagantes; desde asar un cachorro para tratar la artritis hasta usar la vesícula de una liebre para las cataratas
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Mucho antes de que se universalizara el acceso a los medicamentos, las estrategias para lidiar con las enfermedades eran bastante rudimentarias. Si bien muchas de ellas estaban vinculadas a las hierbas, otras eran sumamente extrañas y hasta incluían la posibilidad de matar un cachorro y utilizar su grasa como ungüento para tratar la artritis.
La violencia de este tipo de prácticas quedó expuesta en 180 manuscritos de hasta 1000 años de antigüedad, que dan cuenta del estilo de vida en la Edad Media. Los documentos forman parte de un proyecto llevado adelante por la Universidad de Cambridge, que catalogó durante dos años los textos y ahora los pondrá a disposición del público en Internet, según consignó CNN.
El proyecto Curious Cures (Curas curiosas), documentó cómo los profesionales de la salud abordaban las diferentes enfermedades de las personas y hasta los retos que se les presentaban. Los manuscritos exponen 8000 recetas que en su mayoría datan de los siglos XIV o XV, aunque uno de los textos tiene una antigüedad de 1000 años.
Las recetas de los “médicos medievales”, escritas a mano y sin editar, prescribían horripilantes tratamientos derivados de animales para diferentes situaciones, como determinar la fractura de un cráneo, reparar huesos rotos y hasta “cómo hacer” que una pareja tenga hijos.
Según la Universidad de Cambridge, las recetas eran muy similares a las que se pueden encontrar en los libros de cocina en la actualidad, con instrucciones sencillas. Muchas de ellas fueron escritas para ser transportadas fácilmente y pueden haber sido firmadas por los mismos médicos de aquella época, reconoció la casa de estudios británica.
Varias de las recetas sugieren preparaciones con hierbas todavía muy presentes en la vida cotidiana, como la salvia, el romero, el tomillo y la menta, así como especias como el comino, la pimienta y el jengibre.
Sin embargo, otras recetas adquieren una connotación más compleja. Para tratar la gota, una especie de artritis, la recomendación era perturbadora. Se sugería rellenar un cachorro con caracoles y salvia y luego asar al animal sobre el fuego. Con la grasa extraída, el paciente debía preparar un ungüento y aplicarlo sobre la zona aplicada.
No era la única opción. Otra receta proponía salar un búho y hornearlo hasta convertirlo en polvo. El paso siguiente era mezclar los restos con grasa de jabalí para después preparar el ungüento. La consistencia resultante debía ser frotada sobre el cuerpo del paciente.
También había una extravagante receta para tratar las cataratas. Uno de los manuscritos recomendaba mezclar vesícula biliar de liebre con miel y aplicarla en el ojo afectado con una pluma. La acción debía repetirse durante tres noches, según la receta.
La Biblioteca de la Universidad de Cambridge, a cargo del proyecto, publicará en su sitio y permitirá el acceso libre a las imágenes digitales de los manuscritos, junto con las descripciones detalladas y las transcripciones producidas por los catalogadores del proyecto.
“Estas recetas son un recordatorio del dolor y la precariedad de la vida medieval: antes de los antibióticos, antes de los antisépticos y antes de los analgésicos”, afirmó James Freeman, director del proyecto Curious Cures.
Freeman, especialista en manuscritos medievales, dio cuenta del amplio abanico de situaciones cubierto por las 8000 recetas analizadas y señaló que muchas de ellas están vinculadas a situaciones incluso cercanas a este tiempo.
“Detrás de cada receta, por lejana que sea, hay una historia humana: experiencias de enfermedad y de dolor, pero también el deseo de vivir y de estar sano. Algunos de los más conmovedores son aquellos remedios que hablan de las esperanzas o trágicas desilusiones de pueblo medieval. Una receta ‘para hacer que un hombre y una mujer tengan hijos’, para saber si una mujer embarazada lleva un niño o una niña, y ‘para dar a luz a una mujer de un niño muerto’”, expuso.
El especialista remarcó la importancia del proyecto más allá de la simple exhibición del material. “El objetivo es ayudar tanto a los investigadores como al público a comprender, estudiar y valorar estos artefactos únicos e insustituibles”.
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