Una bandera celeste y blanca en un memorial de Kiev confirma las primeras bajas argentinas en la guerra de Ucrania
Un memorial cerca de la plaza Maidan lleno de banderas recuerda a las víctimas del conflicto con Rusia; la historia de uno de los soldados argentinos que se prepara para volver al frente de batalla
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KIEV.- Aunque sigue alejada del frente, el impacto de la guerra sigue latente en el corazón de la capital ucraniana. La plaza Maidan, convertida en un ícono de la Revolución Naranja –en 2004– y de las manifestaciones conocidas como Euromaidan –en 2013 y 2014– es ahora el lugar elegido en el corazón del país para recordar en un memorial con miles de banderas a los muertos por la ofensiva rusa. Y hace un mes, en un breve acto en el lugar más emblemático de Kiev, se plantó allí la primera insignia argentina por bajas de nuestro país en combate.
Por cuestiones de confidencialidad con el Ejército ucraniano, no se puede revelar la cantidad de soldados argentinos caídos en el frente de batalla ni sus datos personales. La lista de bajas abarca muertos y desaparecidos, y también heridos, y se simbolizan con esa bandera plantada en frente a la Academia Nacional de Música Chaikovski, justo al lado de Maidan, según pudo confirmar LA NACION.
El memorial tiene miles y miles de banderas que flamean, muchas con los nombres de cada soldado y la fecha de su muerte escritos, e incluso en algunos casos con fotos. La mayoría son ucranianas, pero también hay de otros países que tuvieron representación en el Ejército de Kiev. Estados Unidos, Irlanda, Georgia, Brasil y Colombia son algunas de las que se ven plantadas.
La ampliación del memorial en Kiev es constante, en momentos en que la ofensiva de Rusia se acelera en el nordeste del país, en la región de Kharkiv, donde la situación es “dinámica”, según señaló un alto mando ucraniano. Unas 100 personas aun se encuentran atrapadas en la localidad de Vovchansk, con los soldados rusos bloqueando la evacuación.
Este martes cerca del mediodía en el memorial de Maidan, LA NACION pudo presenciar el momento en que un familiar de un soldado ucraniano muerto en batalla clavaba en el pasto su foto, junto a las de otros tres compañeros de unidad. De fondo, el Monumento a la Independencia de Ucrania, una columna de la victoria de 61 metros.
Como en muchos casos de latinoamericanos, soldados extranjeros se unen a las Fuerzas Armadas ucranianas tentados por el incentivo económico. Es un contrato de tres años por 3000 dólares por mes los mejor pagos, que incluye indemnización, pensión y atención médica en centros especializados, como por ejemplo los Superhuman Centers, especializados en ortopedia para el tratamiento y rehabilitación de mutilados en la guerra.
De los soldados oriundos de la región que están en el frente, los colombianos son el grupo más nutrido, con cerca de 2000 efectivos, según contó el español Manuel Veiga, asistente social que dirige uno de los departamentos del Superhuman Center de Lviv, el mayor del oeste del país. En esa ciudad está otro memorial emblemático de esta guerra que ya está por cumplir dos años y tres meses: el llamado Campos de Marte, al lado del cementerio Lychakiv.
El argentino que quiere volver al frente
En cuantos a soldados argentinos en el frente, son pocos los casos conocidos. Uno de ellos es Franco, de 26 años y que prefiere mantener en reserva su apellido, que decidió sumarse al Ejército ucraniano para combatir a los invasores y defender los valores de democracia, libertad e independencia. ”Estoy a punto de cumplir 27, aunque sinceramente la guerra te hace más viejo con el tiempo”, afirma.
Se encuentra en Ucrania desde junio de 2022. Nacido en el sur de la Argentina en una localidad que prefiere no identificar, antes fue cadete en la Fuerza Aérea Argentina y luego en el Ejército Argentino. “Aunque no puedo dar detalles exactos por seguridad, ahora mismo estoy lejos del frente de batalla, en una ciudad entrenando para volver a trabajar dentro de poco”, cuenta a LA NACION, con estricta reserva.
“En total habré estado un año y tres meses desplegado en el frente. El mayor tiempo que estuve en posiciones sin rotar fue de 21 días. Estuve trabajando en Kharkiv, Lugansk, Donetsk y Kherson. En infantería y posteriormente trabajé con drones”, añade el joven soldado argentino, que además describe la escala de los niveles de pago para los extranjeros que se suman al ejército ucraniano. Según Franco, el sueldo mensual para unidades no desplegadas en el frente es de unos 530 dólares por mes; para unidades desplegadas en el frente, entre 1250 y 1750 dólares, y para las que estén participando de manera activa en acciones de combate, 3000 dólares.
“Personalmente no veo la hora de volver a la línea del frente. Tengo amigos que todavía están combatiendo y me parece injusto no estar participando en este momento” de la guerra, cuenta Franco, que agrega que habla un poco de ucraniano. “Ayuda bastante”, señala. “Ahora mismo no estoy con compañeros latinoamericanos”, añade.
Al principio, después de haberse sumado a las filas del Ejército ucraniano, Franco estuvo primero en la región de Lugansk, en el Donbass, uno de los epicentros de la guerra. Desde mayo del año pasado, pasó a combatir en el frente de Kherson, uno de los más calientes en ese momento del conflicto.
El soldado argentino decidió sumarse a las Fuerzas Armadas ucranianas por convicción, y ya seguía el conflicto desde 2014, cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, para vengarse de la caída del régimen de su aliado, Viktor Yanukovich, en las protestas europeístas de Euromaidan, anexó la península de Crimea y comenzó a incentivar a las fuerzas separatistas prorrusas del Donbass.
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