Una apuesta a los tecnócratas para evitar el abismo
Papademos y Monti buscarán aplicar medidas que gobiernos electos no pudieron implementar
ROMA.- Con la presión de los mercados y la mirada furiosa de los líderes europeos, tanto Grecia como Italia entraron en acción anteayer, procurando que los líderes tecnócratas los alejaran del caos.
Grecia designó a Lucas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo, premier interino de un gobierno de unidad encargado de impedir que el país caiga en default.
En Italia, Mario Monti, un ex comisario europeo, reemplazaría, ya desde mañana, al antes invencible Silvio Berlusconi.
La cuestión, ahora, es si los tecnócratas pueden tener éxito en aquello en lo que los líderes electos fallaron? si la presión de la Unión Europea (UE), respaldada por el látigo de los mercados financieros, bastará para desplazar la arraigada cultura de clientelismo político, que, según los expertos, es la mayor responsable del crecimiento lento y las crisis financieras que azotan a ambos países.
Algunos dijeron que había motivos para ser optimistas.
"Primero, el solo hecho de que les hayan pedido que se hagan cargo en circunstancias tan difíciles significa que tienen un mandato", opinó Iain Begg, un experto en la unión monetaria europea de la Escuela de Economía, de Londres. "Es cierto que no es un mandato democrático, pero se origina en el disgusto hacia la pendenciera clase política."
Las sensatas ideas de la UE fueron que un mayor consenso en Grecia y un cambio de liderazgo en Italia podrían contribuir a recuperar la confianza de los mercados en el euro. Pero con los inversores que cada vez consideran más la deuda europea como un valor tóxico, parece dudoso que los mercados se calmen hasta que Roma y Atenas hagan algo más que aplicar vendas fiscales.
En la superficie, Grecia e Italia parecen notablemente parecidas. Ambos países tienen arraigadas redes de clientelismo que depredaron a la UE y sofocaron las regulaciones y las reglas laborales. Y tanto Papademos como Monti tienen estrechos vínculos con funcionarios europeos.
Ambos países enfrentan enormes cambios. En Italia, se le pedirá a un nuevo gobierno que implemente reformas impositivas y laborales, y medidas para reforzar el crecimiento.
En Grecia, el gobierno debe abrirse paso entre impopulares recortes de salarios y despidos en el sector público a cambio de más ayuda exterior, y, en poco tiempo, tratar de hacer más cambios estructurales de los que el país introdujo en los últimos 30 años.
Las semejanzas terminan allí. Grecia está realmente en bancarrota y necesita una mano firme que la guíe. El ex premier Papandreu se quedó sin capital político para imponer austeridad a un país descontento. Ningún partido quiso soportar solo el costo político de ocupar su cargo.
Papademos debe también negociar con la UE y con los bancos una delicada reducción voluntaria de la deuda privada griega, para evitar el default en medio de una profunda recesión, escasez de crédito y un creciente descontento social.
Optimismo
En Italia, donde los fundamentos económicos son mucho más fuertes que en Grecia, soplan nuevos vientos de optimismo mezclados con cierta aprensión, ya que la crisis condujo al abrupto final de la era Berlusconi.
"Es un momento histórico", dijo Roberto Napoletano, editor en jefe del diario Il Sole 24 Ore. "Italia tiene que actuar, y puede hacerlo."
De hecho, Italia se alejó del abismo el jueves, ya que los inversores ganaron confianza al saber que Berlusconi sería reemplazado por Monti, economista de reputación internacional.
A diferencia de lo que ocurre en Grecia, donde la interferencia extranjera causa resentimiento, en momentos de transición Italia recurrió con frecuencia a líderes tecnócratas respaldados por poderes extranjeros. Lo hizo a principios de los 90, después del colapso del orden político de posguerra, y otra vez a mediados de esa década, cuando un gobierno de unidad impulsó los cambios que la ayudaron a entrar a la eurozona.
"Perdimos un capital de confianza", dijo Napoletano, y añadió que es hora de que el país "invierta políticamente en un gobierno que haga lo que en 20 años nadie hizo en Italia".
Se refería a implementar los cambios estructurales que, según economistas, Italia necesita para acelerar el crecimiento y seguir siendo un país competitivo, incluidas la flexibilización laboral y la reducción de la burocracia.
Aunque Italia está muy endeudada y padece un crecimiento anémico, tiene considerables recursos, un alto índice de ahorro doméstico y un déficit presupuestario manejable.
"Me temo que el costo de desarticular un sistema de privilegios y ventajas, no sólo de la clase política, es muy alto", dijo Beppe Severgnini, columnista del Corriere della Sera y autor de Mama Mia! , un nuevo libro sobre Berlusconi.
El de Grecia es un desafío superior. Tiene un mayor antagonismo hacia la UE y hacia los cambios estructurales. Aunque la urgencia impuesta por la crisis aún puede cambiar el cuadro, los esfuerzos pasados destinados a crear gobiernos de unidad no tuvieron éxito en una sociedad todavía marcada por una guerra civil y por una dictadura.
Algunos consideran que Papademos está muy comprometido con los prestamistas extranjeros que contribuyeron a que Grecia cayera de rodillas. Otros, que como tecnócrata será menos corrupto que la clase política y podrá introducir cambios.
El miedo que cunde entre la clase política es que si Papademos fracasa, ellos cargarán con la culpa, y si tiene éxito -con masivos despidos, recortes y privatizaciones-, ellos perderán todo su poder.
"Si el desempleo llega al 20%, ni políticos ni tecnócratas podrán sostener la situación -dijo Stelios Kouloglou, director del sitio de noticias tsvx.gr-. Ese es el verdadero problema."
Traducción de Mirta Rosenberg
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