Un visible y barato programa espía con un doble propósito
Son bastante obvias las razones de una superpotencia mundial para no desplegar un globo espía; pero la siguiente cuestión es menos obvia: ¿por qué, en una era de drones y satélites, un país tan rico y poderoso como China se molestaría en mandar globos espías a sobrevolar Estados Unidos?
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NUEVA YORK.- Hay algo en este tema de los globos espías chinos que no encaja. Al menos desde una perspectiva militar.
En términos de espionaje, un globo de gran altitud no logra mucho más que un pequeño satélite en la órbita de la Tierra, y el satélite tiene la ventaja de ser prácticamente invisible a simple vista. Ni siquiera está claro si un globo espía tiene una mejor relación costo-beneficio que un conjunto de pequeños satélites.
Pero dejando de lado la lógica militar, las razones de las fuerzas militares o las agencias de inteligencia chinas para desplegar globos espías pueden no tener nada que ver con la eficacia, la practicidad o la conveniencia. Las decisiones militares no se dan en el vacío, sobre todo en un sistema político tan turbio y antidemocrático como el de China.
Es muy posible que los globos sean una mala idea que de alguna forma prosperó dentro de la burocracia del Partido Comunista chino, del mismo modo que el complejo militar-industrial-político estadounidense a veces –algunos dirían que con frecuencia– produce tecnología que puede parecer genial en los papeles, pero que en el mundo real no funciona demasiado bien. Basta con observar los costosos e inútiles buques de combate litoral de la Marina norteamericana.
Porque también es posible que los globos estén cumpliendo exactamente la misión que los funcionarios chinos esperaban…
Los globos se utilizan como herramienta de vigilancia desde que los franceses los usaron para espiar a las tropas austríacas y holandesas en 1794. Pero con la llegada de las aviones y más tarde los satélites, los globos se volvieron obsoletos para la mayor parte de sus funciones militares y de inteligencia. Al fin y al cabo, un avión es mucho más maniobrable, y los satélites están a tal altitud que pasan inadvertidos para la mayor parte de los sistemas de defensa.
Si bien las fuerzas militares estadounidenses siguen usando globos cautivos de vuelo estático y baja altitud en sus puestos de avanzada, la mayor parte de la recolección de inteligencia estratégica se hace con satélites y aviones espías tripulados y no tripulados.
¿Entonces por qué China envió globos de vuelo libre para espiar Estados Unidos, al menos tres veces durante la administración de Donald Trump y, al parecer, dos durante el actual mandato del presidente Joe Biden? No fue por falta de astronaves. China monitorea más de 500 satélites, lo que la convierte en la segunda potencia espacial luego de Estados Unidos, que tiene unos 3400 satélites. Los satélites chinos van y vienen sobre Estados Unidos todos los días, sacan fotos, recogen señales electrónicas y posiblemente hasta busquen la delatora estela infrarroja producto de los lanzamientos de cohetes en suelo estadounidense.
El Pentágono sabe que lo están mirando. Por eso la semana pasada, cuando ese globo espía chino de 60 metros se convirtió en noticia durante su paso sobre territorio de Estados Unidos continental a 18.000 metros de altitud, los militares norteamericanos pidieron calma.
Vulnerabilidad
Los globos de gran altitud pueden ser un poco más baratos, por ejemplo, que una multimillonaria nube de nanosatélites CubeSats, que tienen el tamaño de una hogaza de pan, pero el menor costo no parece justificar las desventajas del globo, muy visible y vulnerable.
A principios de la década de 1990, cuando el comandante del Ejército norteamericano Kurt Reitinger estudió los globos de vigilancia en la Escuela Naval de Posgrado, recomendó que los militares los usaran solo para misiones cortas, y siempre cerca de las fuerzas estadounidenses. Después de más de tres días de vuelo, concluyó Reitinger, un globo tiende a desviarse de su rumbo.
Son bastante obvias las razones de una superpotencia mundial para no desplegar un globo espía. Pero la siguiente cuestión es menos obvia: ¿por qué, en una era de drones y satélites, un país tan rico y poderoso como China se molestaría en mandar globos espías a sobrevolar Estados Unidos? Los planificadores chinos debían saber que era cuestión de tiempo hasta que las fuerzas estadounidenses comenzaran a derribarlos.
Sin embargo, para cualquier observador de la política exterior china es importante recordar que si quiere permanecer en el poder, un régimen autoritario debe hacer dos cosas: proyectar fuerza en el exterior mientras proyecta esa misma fuerza en casa.
Los regímenes autoritarios necesitan enemigos externos para mostrarse como los protectores de su país. Al mismo tiempo, esas mismas provocaciones militares de amenaza hacia el extranjero también son un sutil recordatorio para sus propios pueblos: no se pasen de la raya, no sea cosa que tengamos que usar esas armas contra ustedes.
Traducción de Jaime Arrambide
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