Un viaje al horror: el museo que recuerda el levantamiento de Varsovia contra el ejército nazi
A 70 años de que la milicia polaca le hiciera frente a las tropas de Adolf Hitler, LA NACION recorrió el lugar que se levanta en memoria de los héroes
VARSOVIA (Enviado especial).- Al ingresar, la sangre parece helarse y el silencio sólo se rompe al escuchar grabaciones originales del sonido de las bombas cuando explotaban sobre la ciudad.
Una bandera con manchas de sangre en el siguiente pasillo y a su lado una lista interminable de los miembros de la resistencia polaca conocida como Armia Krajowa. Un uniforme desgastado y con señales de un posible mutilamiento en el rincón de allá. Y en la pared de la izquierda asoman mirillas para ver films de gente huyendo del asedio alemán.
LA NACION estuvo en Polonia a poco de cumplirse el 70 aniversario del Levantamiento de Varsovia y recorrió junto a una guía de la ciudad el museo que se levanta en su memoria. El sitio cumplió diez años desde su construcción, para recordarle al mundo cómo una ciudad con una milicia improvisada resistió durante 62 días y se levantó contra el poderoso ejército alemán, que literalmente terminó arrasándola, mientras los polacos esperaban la ayuda soviética (a sólo un kilómetro) o aliada, que nunca llegó.
"Cuando comenzó la ocupación alemana, en 1939, vivían en la ciudad de Varsovia casi 1,3 millones de polacos. Ya para 1945 sólo permanecían en la ciudad unos 1000. Fue un verdadero genocidio. Una cruel masacre pocas veces imaginable", relató con orgullo y tristeza Anna Przyluzka, licenciada en turismo y guía de la ciudad.
El museo se encuentra ubicado en lo que era una antigua central eléctrica para el servicio de tranvías de la capital polaca y fue abierto en 2004 para conmemorar el 60 aniversario del estallido de los combates para liberar a Varsovia y como homenaje a quienes dieron su vida por la libertad de Polonia a manos del ejército nazi.
El Levantamiento de Varsovia, uno de los acontecimientos más importantes de la historia reciente de Polonia, se produjo en las calles de la capital cuando las tropas alemanas se ensañaron con los polacos, su vida y su historia.
Arrasar con la historia
"Arrasaron con nuestras vidas, nuestra cultura y forma de vida. No sólo derribaron los monumentos a los héroes políticos que había en las calles y plazas públicas, sino que también arrasaron con las imágenes y lugares que recordaban al genio pianista y compositor de la música clásica Fréderic Chopin", continúo Anna.
En uno de los salones principales del museo que abarca unos 3000 metros cuadrados y se levanta en cuatro pisos, cuelga suspendido por cables de acero el bombardero estadounidense B24 Liberator, que arrojó su carga sobre varias posiciones alemanas durante la guerra.
"Dentro del museo podemos ver la recreación de los combates en la ciudad y la vida diaria de los ciudadanos que participaron del levantamiento de Varsovia contra el ejército alemán. También se puede observar el inicio de la ocupación nazi, la situación internacional del conflicto bélico y hasta el terror comunista que imperó en la posguerra", agregó la guía turística.
Los cuatro pisos albergan unas 1000 piezas de exposición, 1500 documentos gráficos entre fotografías y películas, uniformes militares, armamento utilizado por la milicia y varias banderas Kotwika de la resistencia polaca que se caracterizan por llevar un ancla como símbolo de la lucha armada. La mezcla de las letras PW (Polska Walczaca) sobre la bandera fue ideada por el Wawer, un pequeño batallón de sabotaje.
Una estatua de metal, que atraviesa todos los pisos del edificio, tiene grabados el calendario del Levantamiento. El sonido del latir de un corazón, se escucha salir de ésta. "Simboliza la vitalidad de la Varsovia", dice emocionada Anna.
Desde la torre del museo se puede apreciar una hermosa vista de Varsovia, y parte del centro histórico de la ciudad, que fue reconstruido con total fidelidad gracias a un importante esfuerzo de movilización nacional que incluyó la ayuda de estudiantes de arquitectura, fotógrafos, dibujantes y pintores, como el célebre italiano Bernardo Belloto, también conocido como Canaletto, que colaboró para rememorar el estilo antiguo y clásico de la capital polaca.
La reconstrucción de Varsovia fue tan real y fidedigna -especialmente su centro histórico- que en 1980 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como "ejemplo destacado de reconstrucción casi total de una secuencia histórica que se extiende desde el siglo XIII hasta el siglo XX".
Otra sección que deja mudos a quienes la visitan es el Muro de la Memoria (Mur Pamieci), en el que han fueron grabados más de 10.000 nombres de insurgentes caídos.
El sobrevuelo de la muerte
Hay un momento especial en la visita al museo que deja a los visitantes helados y con los ojos llenos de lágrimas. Se trata de un microcine en el que durante seis largos minutos se proyecta la película de un avión de guerra norteamericano sobrevolando en 1945 la devastada Varsovia. Conmueve ver los edificios reducidos a ruinas, los puentes derrumbados sobre el río Vístula y la tierra quemada y arrasada.
El Levantamiento de Varsovia se inició en 1º de Agosto de 1944 y cesó el 2 de octubre de ese año, después de 62 días de lucha de las fuerzas polacas, que terminaron capitulando en el cuartel del regimiento "Bach".
Cuando terminó el levantamiento y se rindió el Armia Krajowa, y el ejército alemán ordenó el desalojo de la población polaca y por orden de Hitler destruyeron Varsovia hasta sus mismos cimientos.
Durante los siguientes tres meses, los nazis prendieron fuego las casas polacas y dinamitaron los edificios de Varsovia.
Utilizaron también equipos de demolición para destruir la Catedral de San Juan, el Palacio Real de la Calle Zamkova, el Museo Nacional, el Gran Teatro, el Palacio Stascytz con sus instalaciones científicas, el Palacio Krasinski, el Palacio Belvedere, la Dirección de Correos en la Plaza Napoleón, el edificio del Ministerio del Interior, el Gueto Judío, todos los centros educativos, las escuelas, los centros asistenciales y los hospitales.
Al comienzo de 1945 y con el ejército rojo del otro lado del río Vístula, los alemanes dejaron Varsovia convertida en ruinas y desierta. Finalmente, el 17 de enero los soviéticos entraron en la ciudad sin dar un solo tiro. Pero en la memoria de los polacos, ese histórico hecho no sirvió para nada: "Lo único que se consiguió fue cambiar un invasor por otro". La opresión soviética duraría 40 años.
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