Un triunfo que nadie anticipó tan abrumador en el plebiscito de Chile: ¿el voto optativo distorsionó la voluntad popular?
El contundente resultado en la histórica votación sobre una nueva Constitución puso de manifiesto la crisis de representación en el país trasandino
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Es fácil ser general después de la batalla. Nos equivocamos todos -los actores políticos, sociales, los analistas y las encuestas- en entender las preferencias de los chilenos, que llevaron al aplastante triunfo de 62% del “rechazo” a la nueva Constitución.
Hacía 120 días que todas las encuestas daban por ganador al “rechazo”, y la semana antes de la elección todos los encuestadores ajustaron a la baja su estimación reduciéndola a 4 y 6 puntos porcentuales de ventaja. Nadie nunca siquiera llegó a mencionar la posibilidad de que el triunfo podía darse por una diferencia superior al veinte por ciento. El encuestador principal dijo la noche antes de la votación que la elección estaba “abierta”. Las encuestas erraron por más de 12 puntos porcentuales, hasta 18 puntos del resultado real de la elección, que terminó con 22 puntos de ventaja para el “rechazo”.
Después de la batalla llega la luz. Este fracaso de la nueva Constitución se explica fácilmente con tres cifras. La primera muestra que 7.882.958 chilenos optaron por el “rechazo”, con voto obligatorio, con 85% de participación electoral el 4 de septiembre de 2022. En segundo lugar, el voto voluntario permitió que la Convención Constitucional fuese elegida con el voto de solo 6.467.978 chilenos (43% de participación) en mayo de 2021 (no votaron 7.500.000 chilenos). Finalmente, en diciembre de 2021, los chilenos eligieron a Gabriel Boric como su presidente (con voto voluntario) con 4.620.671 votos y 55,6% de participación electoral (la mayor participación electoral obtenida bajo voto voluntario).
En el plebiscito de salida de este domingo votaron por primera vez desde 1988 todos los chilenos al mismo tiempo. ¿Distorsionó la voluntad popular el voto voluntario desde 2012? La voluntad popular de todos es diametralmente distinta de las parcialidades anteriores. Primera contradicción. Chile eligió al presidente más progresista de su historia desde 1990 y seis meses después le dijo que no le gusta la nueva Constitución que proponía.
¿Cuán progresista es Chile? ¿Fueron mayorías circunstanciales las que eligieron a los que redactaron la Constitución que luego se rechazó? Eso es lo que se instaló en el imaginario colectivo desde el día de la inauguración de la Convención Constitucional. Ese mismo día comenzó la campaña del rechazo de parte de la minoría más grande que agrupaba a los partidos de derecha.
Nos enteramos que para el 62% del país, esos representantes que no “representaban”.
La Constitución que se redactó no quedó reflejada en la composición de los partidos que se eligieron en la elección legislativa de 2021, donde votó el 47% del padrón (7.072.288 votos), y a partir de la cual la cámara de Diputados quedó partida en dos (oficialismo/oposición).
Crisis de representación
El voto del 62% a favor del “rechazo” este domingo tampoco es congruente con la composición de esa cámara. Todas son representaciones distintas del electorado: la convención, el Parlamento, la elección presidencial, el plebiscito de salida.
La crisis de representación no se resuelve con el voto de “rechazo”; el voto del “rechazo” es el resumen de la crisis.
El voto voluntario instalado en 2012 intentaba solucionar la crisis de representación que se venía manifestando en la baja de participación electoral desde finales de los 90. Lamentablemente la profundizó, y llegó este domingo a su fin esa etapa, mostrando las consecuencias de conocer el voto de todos versus el voto de algunos.
La desconfianza se gatilla en contra de las instituciones de la democracia a partir de 1996, junto con la crisis de representación. La demanda de una nueva Constitución era imposible de materializar por la vía parlamentaria; no hubo nunca las mayorías que requería la Constitución de 1980 para ello. En 2018 el ministro de Interior de Sebastián Piñera, Andrés Chadwick, confirmó a casi 30 años del inicio de la transición democrática que “la derecha” no quería “una nueva Constitución”, produciendo una ovación en el encuentro anual de empresarios. Mientras el mundo creía que éramos un oasis en América Latina, el primer gobierno de la derecha terminó en 2014 con un 70% del país que decía estar “estancado”.
Este resultado sugiere que la izquierda rifó la demanda del estallido social de 2019, la oportunidad de hacer cambios de una vez. Ofrecieron un menú más allá de lo pedido. Esa es parte sustantiva de la crisis de representación. ¿Qué cambios, a qué velocidad, con qué componentes?
El resultado no ofrece solución a los que quedan a la cabeza del acertijo del futuro, es decir, el presidente y los líderes de los partidos de la oposición que oficiarán de “representantes” del 62%. ¿Se armará una “gran coalición”, una mesa social de actores político y sociales que evite un nuevo rechazo? ¿Cómo hacerlo para no volver a equivocarse?
La autora es fundadora de Latinobarómetro y de la consultora MORI Chile.
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