Un terremoto político por escuchas ilegales golpea a Petro en el peor momento
El presidente colombiano despidió a dos de sus más cercanos colaboradores, la jefa de Gabinete y el embajador en Venezuela, implicados en un caso de espionaje
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CARACAS.– El presidente colombiano, Gustavo Petro, perdió este viernes dos piezas esenciales de su gobierno en una sola carambola, provocada por el “escándalo de la niñera”. Laura Sarabia, jefa de Gabinete, y Armando Benedetti, embajador en Caracas, fueron apartados de sus trascendentales cargos en medio de un terremoto político que sacude al país y en el peor momento posible.
Y esta salida se dio con un guion extremo, de esos que hacen tan populares las telenovelas por estas tierras: robos millonarios, maletines forrados de dinero, extorsiones, venganzas, abusos de poder contra los más humildes, detectores de mentiras, aviones privados pagados por amigos millonarios y pinchazos telefónicos, las famosas ‘chuzadas’, tantas veces denunciadas por el propio Petro durante los mandatos del expresidente derechista Álvaro Uribe (2002-2010).
“Mientras se investiga [ambos] se retiran del gobierno para que desde el poder que implica esos cargos no se pueda tener la desconfianza de que se van a alterar los procesos de investigación”, dijo el mandatario, a pocos días de que se sume a la manifestación convocada por sindicatos amigos ante la paralización de las reformas gubernamentales en el Parlamento.
Para medir la dimensión de la crisis política suscitada en la Casa de Nariño, por delante incluso de otro gran escándalo protagonizado por Nicolás Petro, el hijo mayor del presidente, basta con considerar que Sarabia era la mano derecha del exguerrillero en el gobierno, presente en todas las decisiones y a cargo de la Casa Militar, el organismo que se ocupa de la seguridad del mandatario.
Benedetti, por su lado, ejercía como principal operador de la alianza establecida con el régimen chavista en Venezuela, incluidas relaciones diplomáticas y negocios. El ahora exembajador en Caracas es un malabarista de la política, capaz de militar junto a Uribe y su sucesor, José Manuel Santos, para luego convertirse en el arquitecto de la campaña electoral que el año pasado encumbró a Petro como presidente de la república.
Caso siniestro
Para hacer aún más siniestro este escándalo, Sarabia (“mi funcionaria querida y estimada”, según Petro, protagonista de un ascenso meteórico) comenzó su andadura política junto a Benedetti, a quien ahora acusa de estar detrás de las denuncias de la famosa niñera, Marelbys Meza, quien previamente también trabajó en la casa de Benedetti.
En las dos casas, según la mujer, abundaban los maletines llenos de dinero. Fue precisamente la desaparición en enero de uno de ellos, con 7000 dólares, de casa de Sarabia lo que desencadenó el escándalo: unos agentes interrogaron a la niñera y la sometieron al detector de mentiras. Ella incluso denuncia que permaneció varias horas en un sótano cercano a la sede del gobierno. Según las investigaciones que lleva adelante la Fiscalía, también fue espiada otra empleada del gobierno.
“A nadie se le ha ordenado una sola interceptación telefónica ilegal, ni a ilustres y poderosos exfuncionarios ni personas humildes. Eso no es cierto. No se les ha dado esa orden ni se les dará”, aseguró Petro tras comunicar el cese de sus funcionarios. Petro defendió de todos modos el uso del polígrafo, que denominó “procesos de confianza” y que según dijo se usan tanto en el sector privado como en el público, desde la administración de Santos (2010-2017).
“Se emplean bajo unos criterios, uno de los cuales, el fundamental, es que ahí nadie llega a pasar por ese tipo de pruebas sin su libertad plena. Sin su decisión compartida, autorizada por la persona. Y eso es lo único que pasó ante una sospecha. No son procesos judiciales, como falsamente se afirmó en la prensa. Se les llama, según la sentencia y los protocolos, procesos de confianza”, indicó.
El presidente tiene motivos para estar preocupado. Según la última encuesta de la consultora Invamer, su aprobación bajó del 50% al 33,8%. Más allá de la percepción popular, las alianzas tejidas con sectores centristas y moderados se hicieron añicos hace meses, con la reforma de la salud como principal detonante. Los últimos en abandonar el barco oficialista son los dirigentes de la Alianza Verde.
Las elecciones locales de octubre próximo acentúan aún más la soledad de Petro, que llamó a la calle a defender su gestión de gobierno. La tensión también es manifiesta con la prensa y con otros poderes del Estado, como la Fiscalía.
La oposición ha aprovechado la coyuntura para cargar duramente contra el líder del Pacto Histórico. “Nos informan que la única ‘chuzada’ (espiada) no es la niñera. Al parecer estaban chuzados periodistas y líderes de la oposición al gobierno. Vuelvo y pregunto: ¿Petro nos tiene chuzados?”, dijo retóricamente el excandidato presidencial Fico Gutiérrez.
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