Un recorrido por las deslumbrantes estaciones de subte de Moscú
Creadas por la Unión Soviética como una vidriera de sus logros, están decoradas con mosaicos, estatuas de mármol y vitrales que cuentan la historia del Estado comunista
Cuando fue inaugurada en 1935, la red subterránea de Moscú constaba de apenas 11 estaciones, y en el primer día de funcionamiento atrajo a 285.000 curiosos pasajeros. Actualmente, la red tiene 206 estaciones, por las que pasan hasta 9 millones de pasajeros por día.
En las inmaculadas estaciones del subte moscovita confluyen lo viejo y lo nuevo. Basta bajarse en la estación Ploshchad Revolutsii (Plaza de la Revolución), para ver a los pasajeros que se acercan a una estatua de un guardia fronterizo para tocar con sus manos la nariz del perro, que al parecer trae buena suerte. En la estación hay cuatro estatuas, y los perros de todas ellas tienen las narices brillantes por el paso de tantas manos.
Originalmente, la red de subtes recibió el nombre de Vladimir Ilyich Lenin, y la imagen del líder bolchevique aún puede verse en muchas de las estaciones: en estatuas, mosaicos, y hasta un gigantesco busto de Lenin contra uno de los muros de la estación Plaza Ilyich.
La imagen de su sucesor, Josef Stalin, también estuvo presente en las estaciones hasta que el líder soviético Nikita Kruschev lo denunció, en 1956, tras lo cual las imágenes de Stalin fueron retiradas de todos los lugares de la Unión Soviética. En la estación Dobrininskaia, un mosaico muestra a una alegre multitud que enarbola la foto de un cosmonauta. Antes, la foto mostraba a Stalin, pero luego fue tapada por la del cosmonauta para ocultar la imagen del líder caído en desgracia.
También fue retirada una estatua de Stalin de la estación de Kurskaia, en el centro de Moscú, pero en 2009, una cita del himno nacional soviético, “Stalin nos educó en la lealtad al pueblo / Nos alentó al trabajo y el heroísmo”, fue vuelta a colocar en la entrada de la estación, decisión que generó controversia. En la estación de Kievskaia, construida en 1954, cuando Ucrania era una férrea parte de la Unión Soviética, hay un vívido mosaico dedicado a la amistad ruso-ucraniana que ocupa toda una pared. Ahora ambos países están enfrentados, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, en 2014.
En los últimos años el subte de Moscú se viene expandiendo a gran velocidad, y también se está modernizando, en vistas a la Copa del Mundo que se realizará en Rusia en 2018.
Ahora el subte cuenta con wi-fi y en varias de las líneas los mensajes grabados se escuchan también en inglés. En las estaciones más utilizadas por los turistas, hay “sitios de selfie” marcados en el suelo para ayudar a los visitantes a identificar los mejores lugares para sacarse una foto y capturar las mejores vistas arquitectónicas y la decoración del lugar. Hace poco, en la estación que lleva el nombre de Dostoievski se realizó una versión en ballet de su novela El idiota.
Otro cambio visible es el controvertido reemplazo de muchas de las ancianas que ocupaban cabinas al pie de las interminables escaleras mecánicas y que eran famosas por reprender a los pasajeros que se sentaban en los escalones rodantes. Una de ellas, conocida por los moscovitas como “Tía Liuda”, era famosa por contarles chistes a los pasajeros los días lunes, por leerles poemas y por pedirles que se imaginen que están en Inglaterra, donde si uno quiere avanzar más rápido sobre la escalera mecánica debe hacerlo por la izquierda.
Pero ahora esas cabinas son ocupadas mayormente por hombres jóvenes, y hasta el momento no han demostrado ningún talento especial para interactuar y alegrar a los pasajeros.
Textos : Kevin O Flynn
Fotos: Grigory Dukor
Edición Fotográfica: Alfredo Sánchez
Traducción : Jaime Arrambide
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