Un punto de inflexión en el escenario global
WASHINGTON.- El presidente de China, Hu Jintao, llegará a Cannes para escuchar los ruegos de Europa de que invierta miles de millones de dólares para ayudar al continente a superar su crisis.
Y Barack Obama llegará con una sonrisa, algunos vigorosos apretones de manos y su propio pedido: que Grecia resuelva su situación y que Europa arregle sus problemas, que él ha calificado como una de las mayores cargas para la debilitada economía de Estados Unidos.
Las dos contrastantes apariciones en la reunión del G-20 son un crudo reflejo de la decadencia de la influencia de Estados Unidos. Sin el dinero sobrante del que dispone Hu -y el poder que ese dinero conlleva-, Obama se ha dedicado a tratar de convencer a sus aliados de que adopten las medidas que, según cree, son necesarias para levantar la economía global.
Sin embargo, la relativa decadencia de Estados Unidos como fuerza internacional también tiene su lado positivo. Durante décadas, Estados Unidos fue el último recurso de salvación a nivel global. Este papel tuvo significativos costos, tanto financieros como humanos.
Los últimos meses posiblemente terminen siendo un punto de inflexión en el que Estados Unidos, a pesar de que sigue siendo con holgura la potencia líder del mundo, ya no tiene toda la responsabilidad ni el peso que tenía antes. Esa situación se hizo evidente en la "primavera árabe", en la que los norteamericanos desempeñaron en Libia un papel de apoyo, y ahora en la crisis europea, en la que los asiáticos saldrán al rescate del Viejo Continente.
"¿Por qué Estados Unidos querría tener influencia sobre un tren descarrilado?", dijo George Friedman, director de Stratfor, una empresa de análisis de riesgo geopolítico. "Si los chinos quieren proporcionar 150.000 millones para rescatar a los bancos europeos, más poder para ellos."
La situación es tan sólo la evolución natural de las promesas de campaña hechas por Obama en 2008, cuando declaró su intención de alejarse del enfoque más unilateral de la administración Bush. Obama está supervisando el retiro de las tropas de Irak y enfatizó la diplomacia multilateral en todas sus caóticas formas. Se negó a intervenir en Libia hasta que las Naciones Unidas aprobaron una resolución que apoyaba esa intervención, y entonces dio un paso atrás y permitió que Francia y Gran Bretaña encabezaran la operación.
Fin del unilateralismo
Los críticos de Obama condenan la decadencia de la influencia norteamericana y dicen que la actitud del presidente la ha exacerbado. Los seguidores de Obama dicen que simplemente está reconociendo la realidad y desarrollando una aguda estrategia sobre lo que Estados Unidos puede o no puede hacer. Según ellos, eventualmente quedará demostrado que Obama estaba en lo cierto al diagnosticar los problemas de Europa y su necesidad de tomar medidas difíciles.
"Está claro que Obama se ha alejado premeditadamente del unilateralismo de los años de Bush, y lo ha hecho porque ésa es la manera correcta de conducir la política exterior, pero también porque la influencia de Estados Unidos ha disminuido", dijo David J. Rothkopf, un funcionario del Departamento de Comercio de la administración de Bill Clinton. "No podemos firmar cheques como antes; no podemos enviar tropas como antes."
"Sin embargo -arguye Rothkopf-, nos encontramos en esta situación de sentirnos excesivamente expuestos y sobrecargados precisamente porque antes teníamos un enorme apetito de unilateralismo y de triunfalismo."
Por ejemplo, dijo, los desorbitantes costos de la guerra de Irak contribuyeron a la misma deuda nacional y el déficit presupuestario que ahora impide que Estados Unidos pueda ayudar financieramente a Europa.
Pero en plena campaña lo último que quiere Obama es que se lo vea como un presidente que defiende la idea de que Estados Unidos ya no tiene la misma influencia.
"Este es un país al que los padres de todo el mundo quieren enviar a sus hijos a estudiar", dijo Michael Froman, viceconsejero de seguridad nacional para asuntos económicos. "Estamos en el centro de la innovación, tenemos una red de alianzas en todo el mundo", añadió.
En Cannes, Obama tratará de equilibrar la difícil tarea de proporcionar liderazgo aunque sin asumir ninguna de las cargas adicionales que eso implica, particularmente las financieras. Sea cual fuere, el papel de Estados Unidos en el mundo evidentemente está cambiando.
Ayer, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, prácticamente se encogió de hombros cuando los periodistas le preguntaron qué pensaba hacer Estados Unidos con el sorpresivo anuncio del primer ministro griego de convocar a un referéndum. "Es un problema europeo, y ellos tienen la capacidad para resolverlo", dijo Carney.
Esta crisis revela un claro contraste con la de la década del 90, cuando Estados Unidos proporcionó paquetes de rescate multimillonarios tanto para México como para Asia, sin hablar del Plan Marshall, posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Pero pese a toda la aceptación de que Estados Unidos ya no será el policía ni el financista del mundo, esta estrategia tiene sus riesgos. China, por ejemplo, intentará extraerle concesiones a Europa y Estados Unidos podría terminar perdiendo a la UE como aliada si sigue presionando a Pekín para que adopte sus propias medidas económicas, como permitir la libre flotación de su moneda.
Traducción de Mirta Rosenberg
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