Un puente histórico de Rotterdam le ganó la pulseada al superyate de Jeff Bezos
Presionados por la opinión pública, los constructores de una embarcación ultramoderna atribuida al millonario de Amazon desistieron de hacer desmontar el simbólico puente De Hef en la ciudad holandesa
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LA HAYA.- Algunos de los puentes más famosos del mundo, desde el de Rialto, en Venecia, al Golden Gate, en San Francisco, figuran en libros de Historia y en guías turísticas. En el puerto de Rotterdam, en Países Bajos, hay uno que había pasado casi desapercibido para el gran público. Apodado De Hef (El Elevador) y construido en 1927, está considerado un símbolo de la herencia industrial de la ciudad holandesa.
Es un monumento nacional, y su súbita fama se debe al hecho de que finalmente no será desmontado para dejar pasar el yate de grandes dimensiones cuyo encargo se atribuye al empresario estadounidense Jeff Bezos, fundador de la compañía Amazon y uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada de 145.000 millones de dólares, según Forbes. Después de largas discusiones y muchas críticas, Oceanco, la firma que lo construye, resolvió abstenerse por ahora de pedir el permiso municipal correspondiente para que la nave pueda llegar por esa vía al mar.
De Hef es como llaman al puente en Rotterdam, pero su nombre oficial es Koningshavenbrug, que podría traducirse como Puente del puerto del rey. Los trabajos del yate están en manos de Oceanco, un constructor con astillero abierto en Países Bajos, cuyo dueño y presidente es el empresario Mohamed al Barwani, de Omán. La nave de lujo tiene unos 127 metros de eslora, tres mástiles y un precio cercano a los 500 millones de dólares, según la agencia Bloomberg. El problema es que no cabe por debajo del puente en cuestión, que tiene una altura libre de unos 46 metros y cuya parte central sube y baja: habría que desmontar para ello esa sección central.
“Lo siento, no tenemos nada que decir sobre el particular”, es la respuesta telefónica a EL PAÍS desde el departamento de marketing de Oceanco, abierto en Mónaco. “Con los superyates suele ser casi imposible confirmar la identidad del dueño, pero acaba filtrándose a través de agentes o intermediarios”, explica René Quist, director del diario marítimo Schuttevaer.
Debido a la conmoción causada, no está claro dónde concluirá la construcción o cómo llegará el yate a mar abierto. “Oceanco ha comunicado al Consistorio que por el momento no pedirá el permiso porque teme a la reacción del público, debido a que hubo un malentendido sobre si un monumento como este podía desmantelarse”, sigue diciendo Quist. Se refiere a que, desde 2017, el Ayuntamiento de Rotterdam está dispuesto a considerar —bajo condiciones estrictas y solo dos veces al año— retirar la parte central del puente. La voluntad municipal responde a una petición de otros astilleros portuarios ajena al caso Bezos, que construyen a su vez barcos cada vez más grandes, pero el actual conflicto ha precipitado las cosas.
Por un lado, es cierto que ha habido una campaña de repulsa en las redes sociales, convocando a los vecinos de Rotterdam a lanzar huevos contra el barco si llegara a pasar por el puente. Una petición contra los cambios que deberían operarse recogió incluso cerca de 50.000 firmas online. Por otro, cuenta asimismo el deseo del Ayuntamiento de conservar los puestos de trabajo generados por astilleros de alta gama como Oceanco. Puesto que los gastos de la operación en el puente corren a cargo del constructor, el pasado febrero se barajó un permiso municipal para esta empresa.
En un rápido giro, el aviso fue matizado poco después por el alcalde de Rotterdam en persona, el socialdemócrata Ahmed Aboutaleb. Recordó que era preciso solicitar antes una licencia, algo que no había ocurrido, y la situación se estancó. Este junio, el rotativo holandés Trouw explicó que había pedido a las autoridades los documentos oficiales sobre el asunto en nombre del Derecho de Acceso a la Información Pública. Comprobó así que Oceanco temía, efectivamente, posibles brotes de vandalismo, y sus empleados se sentían amenazados. El Consistorio no ha respondido a las llamadas de este periódico sobre el particular. “Ahora hay calma. Se construyen yates de gran tamaño en Rotterdam y muchos cruzan el puerto sin problemas”, asegura Quist.
Erigido para facilitar el tráfico de trenes, De Hef resultó dañado en el bombardeo de Rotterdam, en mayo de 1940, en la Segunda Guerra Mundial. Después, fue una de las primeras estructuras en ser restauradas. En 1928 ya figuró en una cinta titulada El Puente, del cineasta holandés Joris Ivens, que lo convirtió en una metáfora del urbanismo moderno. Aunque perdió su función en 1994 al abrirse un túnel ferroviario, los planes de demolición fueron paralizados ante las protestas ciudadanas.
Para los habitantes, simboliza las obras de ingeniería que dotan a la urbe de su aspecto, la modernización que conllevaban y la fortaleza de la posguerra. Por su parte, en su publicidad, Oceanco indica que brindan la visión de “los superyates del futuro y la libertad que estos pueden ofrecer”.
Isabel Ferrer
El País, SL
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