Un proyecto con trasfondo político para desviar la atención
RÍO DE JANEIRO.- Los motivos del anuncio de ayer de la segunda etapa del Programa de Inversión en Logística (PIL) son políticos. El plan intenta correr el foco de atención de la crisis. Brasil necesita, efectivamente, inversiones en infraestructura, y la presentación de proyectos de privatizaciones por un valor estimado de 64.000 millones de dólares puede tener consecuencias positivas y aumentar la confianza en la economía. Pero ya cansa ver al gobierno de Dilma Rousseff lanzar programas que después nunca se plasman.
El primer semestre del año estuvo dominado por las malas noticias, resultado de los errores del primer mandato de Dilma. La confianza en la economía está en sus niveles más bajos, hay recesión en el ambiente, las inversiones caen y en la investigación del caso "Lava Jato" aparecieron evidencias de corrupción. Pero esta semana habrá una reunión del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), y el anuncio del programa de privatizaciones debería servir para correr el foco de atención de la crisis actual: un intento de dar vuelta la página.
Del programa anunciado ayer, serán pocas las concesiones que se entreguen durante este año, para el que están previstas las licitaciones de cuatro tramos de rutas.
De los 64.000 millones de dólares que prevé el plan, cerca de 28.000 millones son de vías férreas, que cuentan con nuestra simpatía. Más de 13.000 millones serían para los costos del proyecto de la ferrovía bioceánica, en sociedad con China y Perú. Ese ferrocarril atravesaría Brasil de lado a lado, saldría por Acre, cortaría la Amazonia peruana, los Andes, y llegaría hasta el Pacífico. Pero hasta ahora no pasan de ser buenas intenciones de ambos países.
El profesor Paulo Fleury, del instituto de logística Ilos, define la ferrovía bioceánica como un espejismo, una idea inconsistente, un "nuevo tren bala". Aquel proyecto de un tren de alta velocidad que debía unir Río de Janeiro con San Pablo fue anunciado en la primera etapa del PIL, en 2012. En aquel entonces, Fleury ya era escéptico con relación al proyecto, que luego fue abandonado.
Hubo mucha fanfarria en aquella presentación de 2012, y hasta se creó la Empresa de Planeamiento y Logística (EPL), encargada de elaborar estrategias de transporte. Se transformó en una fuente de empleos para militantes y amigos: el EPL tiene 180 empleados y no cumple función alguna.
Un punto que confunde son los cambios en las reglas de las convocatorias. En el caso de los puertos, las nuevas licitaciones concederán las terminales portuarias a los grupos que ofrezcan el mejor canon, un modelo que se usó durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y hasta ahora criticado por los gobiernos del PT, que elegían ganador a quien presentaba la menor tarifa de realización.
No se trata de pura pirotecnia. Hay proyectos mucho más definidos, que no morirán en el papel. Y también hay ideas nuevas, como dar mayor espacio al financiamiento privado. Las empresas que emitan bonos recibirán una participación mayor de los intereses subsidiados por el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (Bndes). La idea es dejar que el mercado de capitales quede como parte del financiamiento a largo plazo, para no sobrecargar a la banca pública o al Tesoro, que se financia con el dinero de los contribuyentes. Pero el programa anunciado incluye proyectos ya presentados y también espejismos.
Más allá de todo eso, y por más que toda la inversión prevista se concrete, igual no será suficiente. Brasil necesita mucha más infraestructura. Durante la presentación del plan, el ministro de Planificación, Nelson Barbosa, recordó que estos proyectos son necesarios porque la demanda aumentó y la infraestructura del país no acompañó ese crecimiento.