Un presidente sumergido en sus dramas
NUEVA YORK.- La semana pasada, viajé a Nueva York para cubrir las presentaciones de las nuevas temporadas televisivas de programas como Scandal , Shark Tank y el tambaleante American Idol . Habría sido lo mismo quedarme en Washington.
Como saben, el tambaleante "ídolo americano" que está en la Casa Blanca debe andar a los tumbos en esta escandalosa primavera. Obama está tan sumergido en dramas que parece vivir en un guión de Shonda Rhimes o Karl Rove.
Apenas cuatro meses después de asumir su segundo mandato, el presidente está bajo presión por una catarata de investigaciones, por republicanos delirantes y engreídos y por conspiracionistas que se sienten finalmente reivindicados. El hombre que en 2008 prometió que el gobierno volvería a ser cool ahora debe refutar acusaciones de haber hecho que el gobierno vuelva a ser "nixoniano".
Cuando se lo preguntaron, el jueves pasado, tal vez Obama podría haber aplicado una pizca de la viveza JFK para desestimar esa ridícula comparación. Sin embargo, jugó a ser aburrido, como suele hacerlo, y les dijo hoscamente a los periodistas: "Bueno, les dejo a ustedes esas comparaciones, así que vayan, lean la Historia, y saquen sus propias conclusiones".
El otrora mesías ahora parece golpeado, tratando de hacer pie en un berenjenal de pecados que ni siquiera son culpa suya. El viernes fue a Baltimore a hablar de empleo, pero no lo escuchó nadie. Todos los que odian al IRS (la agencia de recaudación impositiva), o sea, todo el mundo, estaban escuchando cómo Steven Miller, el lúgubre y recién despedido jefe del organismo, declaraba ante la Cámara de Representantes que no sabía quién era culpable del injusto plan de persecución fiscal contra grupos conservadores.
"¿Esto sigue siendo Estados Unidos?", preguntó el congresista republicano por Texas, Kevin Brady.
Resulta que durante la campaña de 2012, los funcionarios del Tesoro ya sabían que existía una investigación sobre esa persecución fiscal. Pero el presidente, que asomó la cabeza como un extranjero en tierra extraña, dijo que se había enterado por los medios el 10 de mayo. Y después esperó tres días para descender de la montaña y manifestar su indignación.
A los demócratas no les preocupa que la batahola afecte el atractivo personal de Obama o su reputación de hombre íntegro. Pero seguramente complique su limitada capacidad para lograr algo en un Congreso dominado por republicanos, y también podría frustrar sus planes de recuperar el control de la Cámara Baja.
Lo que realmente temen los demócratas es que el precio lo paguen en 2014. Como dijo uno de sus estrategos: "Ahora esos paranoicos del Tea Party van a creer que tienen razón en ser paranoicos". Obama se debe estar dando cuenta de que la mayor desventaja de que los opositores controlen una de las cámaras del Congreso es su capacidad para usar las investigaciones como un yunque político. Por desgracia, todo esto hará que un presidente ya de por sí ofuscado, que se siente atrapado en una época poco seria, se ofusque todavía más.
Peter Baker, de The New York Times, dijo que Obama se siente tan obstruido que sueña con hacer "la gran Bulworth", en referencia a una película en la que Warren Beatty interpreta a un deslucido y deprimido senador que empieza a rapear, a hablar con una franqueza políticamente incorrecta, y sale con Halle Berry.
El presidente debería probar con la franqueza: sus aires melancólicos y petulantes no lo están llevando a ninguna parte. Los republicanos, mientras tanto, siguen poniendo las cuestiones partidarias por encima de la solución de los problemas del país.
Obama candidato fue romantizado como un alivio prístino de los escándalos de la era Clinton. Pero la pureza de su vida personal no lo eximió de encabezar un gobierno sumergido en los chanchullos de la vieja escuela.
Los Clinton emergieron fortalecidos de sus escándalos. Para bien o para mal, Bill es visto como un tipo auténtico. Es como es. En Estados Unidos, los sobrevivientes terminan siendo verdaderamente poderosos o peligrosos, dependiendo de cómo se lo mire, porque los norteamericanos adoran ese estilo Bridget Jones, de soy lo que soy.
"A los escándalos Hillary se los come de desayuno", dijo Bill Maher. "Si los republicanos siguen así, ella no sólo va a terminar siendo presidenta, sino que nombrará a Bill para la Corte Suprema."
Los norteamericanos ya han podido apreciar las imperfecciones de los Clinton. Quién sabe. Si la implosión de Washington continúa, en 2016 Hillary podría terminar compitiendo por la presidencia con la premisa de recuperar el honor de la Casa Blanca.
Traducción de Jaime Arrambide
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