Un presidente que tiende la mano y sólo recibe indiferencia
WASHINGTON.- A principios de este mes, cuando se reunieron en una estancia en una zona desértica de California, el presidente Obama le dio un duro sermón al presidente Xi Jinping sobre las disputas de China con sus vecinos. Si quiere ser una potencia en ascenso, advirtió Obama, China debe comportarse como tal.
A la mañana siguiente, Xi respondió el golpe al acusar a Estados Unidos de las mismas tácticas de hackeo que le atribuye a China. "Fue una conversación muy franca", reconoció Obama.
Diez días después, en Irlanda del Norte, Obama tuvo otro encuentro ríspido, esta vez con el irritable presidente ruso, Vladimir Putin. Enfrentados por la guerra civil siria, Obama intentó romper el hielo con una broma sobre cómo la edad los estaba despojando de sus habilidades deportivas. Putin, diez años mayor, y que además viene esquivando las preguntas sobre su salud en Rusia, pareció sensible al tema. "El presidente sólo quiere que me relaje un poco", dijo Putin con una sonrisa tensa.
Aunque los roces con los líderes de dos de los enemigos de Estados Unidos durante la Guerra Fría no son cosa nueva, los dos fuertes encontronazos en tan poco tiempo ponen al descubierto la dura realidad que enfrenta Obama al adentrarse en un segundo mandato que podría estar dominado por la política exterior: sus principales contrapartes en la escena internacional no son sus amigos y no hacen nada por disfrazar sus diferencias con sutilezas diplomáticas.
A pesar de todos sus esfuerzos por cultivar lazos personales con otros líderes durante los últimos cuatro años -la Casa Blanca reconoció que la "cumbre en mangas de camisa" con Xi no logró fomentar un vínculo amistoso como estaba planeado-, las relaciones de Obama con algunos de ellos son muy complicadas y apostó a otros que luego lo decepcionaron.
"Especialmente en Europa, Obama fue recibido con los brazos abiertos, y algunos habían depositado esperanzas poco realistas en él", dijo Nicholas Burns, un alto diplomático de carrera de Estados Unidos. Al señalar que Obama insistió con algunas políticas antipopulares, como el uso de aviones no tripulados, Burns dijo que "la gente no entiende que los intereses norteamericanos van más allá de los gobiernos".
Los funcionarios de la Casa Blanca dijeron que los encuentros de Obama con Xi y Putin fueron productivos, a pesar del clima que se respiraba.
Una de las relaciones más problemáticas del presidente, la que mantiene con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mejoró desde la visita de Obama a Jerusalén, en marzo, y a medida que se achicaron sus diferencias sobre el programa nuclear de Irán.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a quien Obama considera un nuevo modelo de líder musulmán, usó gases lacrimógenos y carros hidrantes contra los manifestantes en Estambul. Mohammed Morsi, el líder de la Hermandad Musulmana a quien Obama llamó repetidamente por teléfono desde su ascenso a la presidencia de Egipto, luego se otorgó a sí mismo poderes ilimitados, aunque al menos cortó sus lazos con Siria.
Obama pasó casi cuatro años tratando de congraciarse con el predecesor de Putin, Dimitri Medvedev, con la esperanza de que se convirtiera en un contrapeso de Putin. Eso nunca ocurrió y Obama ha vuelto a foja cero, con un líder ruso que parece estar menos dispuesto que nunca a encontrar un terreno de cooperación con Estados Unidos en temas como el de Siria.
"No hace falta hacerse amigo de alguien para establecer una relación afectiva", dice Burns, que actualmente enseña en Harvard. "No todos pueden ser Roosevelt y Churchill, que entablaron un vínculo personal al final de la Segunda Guerra Mundial."
Sin embargo, hasta hay tensión con sus amigos. Al principio, el presidente francés, François Hollande, estaba encantado con Obama, porque lo veía como un aliado en contra de Merkel en materia económica.
Pero anteayer, cuando se encontraron en la cumbre del G-8 en Irlanda del Norte, la relación parecía haberse agriado, según los analistas franceses, ya que Francia está frustrada ante la inacción de Estados Unidos en la guerra de Mali y por negarse a responder con contundencia en Siria.
Obama difiere de sus antecesores más recientes, quienes hacían de sus relaciones personales con otros líderes la piedra angular de su política exterior.
El primer George Bush se movía con holgura en las capitales extranjeras, mientras que Bill Clinton y George W. Bush se vinculaban con los otros mandatarios en su calidad de políticos, intentando entender sus presiones y a sus electorados.
"Ése no es el estilo del presidente Obama", dijo James Steinberg, subasesor de seguridad nacional del presidente Clinton y subsecretario de Estado de Obama. Las relaciones personales importan, explicó, pero no determinan la toma de decisiones de un líder. "Ellos hacen lo que creen que es mejor para el país, y no lo van a hacer distinto sólo porque tienen una buena relación con otro líder", concluyó.
Fallaron los teleprompters en la alocución
- El calor no fue la única dificultad que enfrentó ayer el presidente Barack Obama en su discurso ante la Puerta de Brandenburgo en Berlín, en el que falló su principal herramienta: el teleprompter.
- Los dos teleprompters ubicados frente a la tarima dejaron de funcionar, confirmó un empleado de la Casa Blanca. Por eso, el mandatario tuvo que leer el discurso en papel. Algunos especularon con que el calor no fue el motivo por el cual Obama se quitó el saco, sino que lo hizo para darles más tiempo a los técnicos. El incidente sirve para alimentar a aquellos que se burlan del presidente por su dependencia del teleprompter.
Traducción de Jaime Arrambide
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