“Un porteño que no baila el tango no es un porteño”: el papa Francisco fue entrevistado en un popular talk show italiano
El Pontífice concedió un mano a mano de una hora a un prime time show de RAI 3, algo sin precedente, desde un salón de la residencia de Santa Marta
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ROMA.- “Un porteño que no baila el tango no es un porteño”. Fue una de las frases llenas de humor porteño, valga la redundancia, que pronunció hoy el papa Francisco en una entrevista de una hora que concedió a uno de los programas más populares de la televisión italiana, algo sin precedente para un Pontífice.
El programa que consiguió el gran “scoop” es “Che tempo che fa” (”Qué pronóstico de tiempo hay”), un prime-time show de gran audiencia que transmite todos los domingos a partir de las 20 locales el tercer canal de la RAI desde hace 19 años. Este es conducido por Fabio Fazio, uno de los presentadores más conocidos del país, que suele tener como invitados a figuras de diversos ámbitos, con los que conversa sobre temas de actualidad. En el pasado entrevistó al expresidente estadounidense, Barack Obama, al actual presidente francés, Emmanuel Macron, al cineasta italiano y premio Óscar, Paolo Sorrentino, a Pelé y al fundador de Microsoft, Bill Gates.
Aunque el programa vendió y transmitió la entrevista como la “primera histórica entrevista en directo” del Papa, en verdad se trató de un falso directo. Con solo ampliar el reloj de plástico que suele llevar el Papa en su muñeca izquierda, se notaba que todo había sido grabado unas horas antes y que era una conexión en diferido. Difícil entender por qué no lo dijeron.
Más allá de este detalle, el papa Francisco, de 85 años, que fue presentado por Fazio como “un intelectual de corazón, un papa que eligió llegar a todos”, volvió a demostrar grandes dotes de comunicador.
Si bien no dijo nada nuevo en todo lo que tiene que ver con los problemas del mundo: de migrantes, de la guerra, los fabricantes de armas que la fomentan y del cambio climático, su modo de hablar franco, simple y directo, cosechó inmensos aplausos del público presente en el estudio de Milán, desde donde lo entrevistó Fazio. Al final, el público incluso lo ovacionó, de pie.
Denunció nuevamente la “cultura de la indiferencia” que reina ante los cientos de miles de migrantes que escapan de su tierra debido a guerra y persecuciones. Volvió a lamentar que el Mar Mediterráneo se haya vuelto un virtual “cementerio” de centenares de desesperados, hombres, mujeres, niños, que arriesgan su vida para un futuro mejor y que allí mueren, víctimas de mercaderes de la muerte que los hacen viajar en barcazas. “Lo que se hace con los migrantes es criminal”, disparó, al destacar que sufren horrores y que muchos de ellos, antes de emprender el cruce del Mediterráneo, son encerrados en virtuales “lagers”, campos de concentración, en Libia, donde sufren torturas de manos de traficantes.
Preguntado sobre la guerra, Francisco aseguró que se trata de “un contrasentido de la creación, porque la guerra es siempre destrucción”. “Por ejemplo, trabajar la tierra, cuidar a los hijos, llevar adelante una familia, hacer crecer la sociedad, es construir. Hacer la guerra es destruir. Es una mecánica de destrucción”, aseguró.
También reflexionó sobre el mal y el perdón. “Diré una cosa que escandalizará a alguien, pero diré la verdad: la capacidad de ser perdonado es un derecho humano. Todos nosotros tenemos el derecho a ser perdonados si pedimos perdón. Nosotros hemos olvidado que alguien que pide perdón tiene el derecho a ser perdonado”, dijo, al evocar la parábola del hijo pródigo, que es perdonado por el padre.
Consultado sobre cómo se imaginaba el futuro de la Iglesia católica, evocó a Pablo VI y a su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi. “Yo hice otra que se llama Evangelii Gaudium, que no es tan original porque es un plagio de Aparecida y de Evangelii Nuntiandi”, dijo, con humor, al subrayar que el camino de la Iglesia hacia el futuro es una Iglesia en camino. Como ya hizo en otras oportunidades, advirtió, además, que “el mal más grande de la Iglesia es la mundanidad espiritual”, un mal incluso “peor que el de los papas libertinos”. “Y esta mundanidad espiritual de la Iglesia hace crecer una cosa fea, el clericalismo, que es una perversión de la Iglesia. El clericalismo que hay en la rigidez; y debajo de todo tipo de rigidez hay podredumbre, siempre”, disparó.
Cuando Fazio le preguntó por la escapada que hace unas semanas hizo a una disquería del centro de la ciudad, el Papa contó que en verdad no fue a comprar discos. Explicó que es amigo de los dueños del lugar y que fue a bendecir el local, recién refaccionado, como ya había trascendido. “Es verdad que escucho música, me gustan mucho los clásicos y el tango”, admitió. Consultado si había bailado tango de joven, Francisco no dudó en contestar: “un porteño que no baila el tango no es un porteño”.
¿Cómo se imaginaba su futuro de niño? “Se escandalizarán, pero quería ser carnicero”, contó, al precisar que cuando acompañaba a su abuela a hacer las compras, quedaba fascinado al ver como el carnicero iba guardando más y más billetes de dinero en un bolsillo de su delantal.
Por otro lado, habló de la importancia de tener siempre buen humor. Y reiteró que, más allá de su fe en Dios, no tiene explicación ante el sufrimiento de los niños. “¿Por qué sufren los niños? Encuentro un solo camino: sufrir con ellos. Y para mí en esto fue un gran maestro Dostoevskij”.
Preguntado si es un hombre solo o si tiene amigos, el Papa contestó que sí, que tiene amigos, como cualquier persona normal y que fue justamente por eso que decidió no ir a vivir al apartamento pontificio. “Necesito relaciones humanas, por eso vivo en esta residencia de Santa Marta. Es una vida para mí más fácil. Las amistades me dan fuerza. Es más, necesito de amigos. Son pocos, pero verdaderos”.
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