Un plan diabólicamente eficaz
BOGOTA (El Tiempo).- La estrategia de hacer renunciar a las autoridades de municipios y departamentos de este país, en la que se embarcaron las FARC con el fin de generar un vacío absoluto de poder, no es una idea original de la guerrilla colombiana.
Hace tres décadas, en la Guerra de Vietnam, los vietcong amenazaron y eliminaron a centenares de funcionarios locales, con lo cual consiguieron sembrar el desorden y la anarquía en buena parte del territorio.
En el caso colombiano, luego de lanzar las amenazas, las FARC sólo han asesinado a dos alcaldes elegidos popularmente y han llevado a cabo unas pocas acciones dispersas de intimidación: un atentado contra el alcalde de Santa Bárbara (Antioquia), cinco o seis secuestros de advertencia, con liberaciones rápidas, el homicidio de la esposa de un alcalde (San Vicente del Caguán) y una bomba en la alcaldía de Miranda (Cauca), entre otras.
Con estas escasas operaciones han conseguido la renuncia de 222 alcaldes municipales y la parálisis total de 35 pueblos, con toda su administración renunciada y cesante.
"Lo que están haciendo las FARC puede ser el paso más importante en muchos años de afianzamiento de su control territorial", afirma el analista Alfredo Rangel. "Y cumple con el doble cometido de erosionar muy seriamente al Estado a nivel de las regiones y mostrar poder, ya no sólo en las áreas periféricas de siempre, sino también en los grandes núcleos urbanos."
Lo que más llama la atención de los observadores del conflicto es la gran capacidad que está demostrando la guerrilla para confundir al país entero sobre cuál va a ser su actividad en el corto plazo. Luego de la ruptura del proceso de paz, cuando se esperaba una acometida terrorista contra las ciudades y un enfrentamiento frontal contra el ejército, la guerrilla optó por el plan de "despejar" los municipios de autoridades y agentes del Estado.
Barata y eficiente
"Primero mostraron su poder dejando a oscuras e incomunicando a varios departamentos", dice el ex guerrillero y analista León Valencia. "Luego hicieron algunas operaciones cargadas de audacia, como el masivo secuestro de diputados. Y finalmente lanzaron las amenazas a los alcaldes, una táctica terriblemente barata y eficiente."
Este último planteo de Valencia es totalmente válido. Tal vez nunca, en el viejo conflicto colombiano, se había apreciado una estrategia que exigiera unos costos tan bajos en cuanto a hombres, municiones y logística. Las FARC lo único que han hecho es lanzar una amenaza general y presionar a algunos alcaldes para que, casi por inercia, el amedrentamiento opere y se produzca el efecto multiplicador. Y eso es lo que está sucediendo.
Aunque es imposible prever hasta dónde va a llegar la nueva táctica, lo evidente es que, ya echada a rodar, sus consecuencias pueden ser contundentes. Tanto así que para muchos analistas el país está entrando en una fase definitiva de la guerra.
"Es que decenas de pueblos sin autoridad, sin administración, generarían un caos tal, una anarquía de tal magnitud que el Estado podría colapsar", dice el investigador Javier Naranjo.
Siguiendo esa lógica, la situación en que va a entrar el próximo gobierno, en menos de un mes, es sumamente complicada. Es probable que el nuevo presidente comience su mandato con decenas de pueblos acéfalos, o gobernados a control remoto. "La situación está forzando a que Alvaro Uribe tenga que entrar con un planteo categórico de respuesta militar a gran escala o a que se vea obligado a sentarse a la mesa de diálogo", afirma el catedrático y experto en temas de paz Alejo Vargas.
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