Un peligroso congelamiento entre China y EE.UU. que puede reconfigurar el mapa geopolítico
Las represalias de Pekín a Washington dinamitan la estrategia de Biden de enfrentar a China en los temas conflictivos y a la vez cooperar en la solución de los temas globales
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NUEVA YORK.- China despachó este viernes más barcos y aviones de guerra a las aguas y cielos que rodean Taiwán, desoyendo las críticas internacionales a sus ejercicios militares y como una demostración de la confianza que se tiene y de su creciente voluntad de confrontar.
China no solo salió a sacar músculo, sino que también lanzó varios golpes diplomáticos para dejar en claro los costos que tendría para el mundo cualquier desafío a su reclamo de soberanía sobre la isla de Taiwán, donde rige la democracia. Para empezar, canceló los planes para reunirse con Estados Unidos y con diplomáticos europeos en Pekín. Y al día siguiente, el ministro chino de Relaciones Exteriores abandonó la cena oficial de un foro regional a modo de protesta.
Esos gestos hablan de la decisión de Pekín de responderle a Estados Unidos y sus aliados con medidas militares, políticas y económicas, y así manifestar su enojo por la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana, Nancy Pelosi.
Las relaciones entre Estados Unidos y China ya estaban en su punto más bajo antes de esa visita, pero ahora están cayendo directamente en picada. Las dos superpotencias están plantadas en posturas ideológicas que dificultan cualquier acercamiento, y el congelamiento de las relaciones podría reconfigurar el mapa geopolítico en la región y mucho más allá.
Pekín reclama la soberanía de Taiwán, una isla con autogobierno democrático situada frente a la costa sur que China considera como propia. Por lo tanto, considera como una afrenta cualquier visita a Taiwán de un político norteamericano, mucho más en el caso de Pelosi, el funcionario de más alto rango que pone pie en la isla desde 1997.
Durante su visita de esta semana, Pelosi se reunió con la presidenta taiwanesa, legisladores y organizaciones de derechos humanos, y elogio a la isla por su compromiso con la democracia. Y este viernes, desde Tokio, Pelosi redobló sus críticas.
Pekín ya anunció que aplicaría sanciones todavía no especificadas contra Pelosi y los miembros de su familia. También anunció la cancelación y suspensión de varios intercambios entre Estados Unidos y China destinados a mejorar la comunicación entre sus fuerzas militares y a fomentar la cooperación en temas como el delito internacional, el cambio climático y la lucha contra las drogas.
Esas medidas dinamitan la estrategia del gobierno de Joe Biden de enfrentar a China en los temas conflictivos —como la represión desatada en Hong Kong—, y al mismo tiempo fomentar la mutua colaboración para resolver problemas globales, como el cambio climático.
A Pekín siempre le ha costado conciliar ese abordaje simultáneo de cooperación estratégica y competencia a la vez que impulsa Washington, porque siente que cooperar es cederle la ventaja a los norteamericanos, dice Amanda Hsiao, analista de temas chinos del International Crisis Group.
“Pero al cancelar todos esos intercambios, Pekín está tirando de una cuerda que ya estaba muy tensa”, dice Hsiao. “Y está demostrando que la relación bilateral ya es tan pobre que a Pekín le quedan muy pocas maneras de manifestar su protesta por la visita a Taiwán”.
Riesgos de seguridad
Lo más preocupante, dicen los analistas, es el fin de los intercambios en materia de defensa y seguridad, porque deja abierto el camino para un conflicto real y para peligrosas interacciones entre las fuerzas militares chinas y las norteamericanas en el Mar de la China Meridional y los alrededores de la región.
La preocupación sobre las posibles consecuencias de un choque de fuerzas accidental o intencional quedó en evidencia este viernes. Después de reunirse con Pelosi en Tokio —una de las escalas de su gira por países aliados de Estados Unidos en la región—, el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, llamó a China a poner fin a sus ejercicios militares.
Además de demostrar el descontento de Pekín con su visita, las maniobras militares que se realizarán en seis zonas de las aguas que rodean Taiwán parecen haber sido diseñadas como un ensayo para un eventual bloqueo e invasión de la isla. Los mandatarios chinos, incluido el actual líder, Xi Jinping, siempre han dicho que tarde o temprano, por las buenas o por las malas, Taiwán quedará bajo el control de Pekín.
Taiwán enfrenta amenazas de ese tipo desde hace décadas, y este viernes en la isla reinaba una incómoda sensación de normalidad, dice Jason Hsu, exlegislador del partido opositor Kuomintang.
Sin embargo, Hsu dice que mucha gente tiene una falsa sensación de seguridad. “Estamos hablando de misiles de China que cruzan el cielo, y todos siguen durmiendo como un tronco”.
Los principales empresarios de Taiwán, cuyo mayor socio comercial es China, han expresado su preocupación por el potencial daño económico ante el aumento de las tensiones. Y en vísperas de los ejercicios militares, nueve grupos empresarios, incluida la influyente Federación Nacional de Industrias de China, emitieron una declaración conjunta donde advierten sobre las repercusiones económicas de la guerra en Ucrania y donde llaman “a ambas orillas del estrecho a no juzgar erróneamente la situación”.
Los ejercicios militares chinos también dejan a Estados Unidos en una posición delicada. Si bien el Pentágono quiere proyectar fuerza en la región, también entiende al riesgo de que un error de cálculo o un incidente fortuito desencadene una escalada no buscada.
El gobierno de Biden quiere evitar un incidente como el de 2001, cuando un avión de inteligencia norteamericana P-3 colisionó con un avión de combate chino sobre las aguas del Mar de la China Meridional. El avión de Estados Unidos realizó un aterrizaje forzoso en la isla de Hainan, una provincia del sur de China, y más de 20 tripulantes fueron tomados como cautivos durante 11 días.
John Kirby, vocero del Pentágono, dijo el jueves que el portaviones USS Ronald Reagan recibió la orden de “permanecer estacionado” en la región, pero a distancia prudencial de la entrada al Estrecho de Taiwán. Se trata de un movimiento más cauto y moderado que el de la crisis de Taiwán de 1996, cuando el entonces presidente Bill Clinton ordenó que los portaaviones se acercaran al estrecho.
Kirby agregó que en las próximas semanas “Estados Unidos reanudará el tránsito aéreo y marítimo habitual a través del Estrecho de Taiwán”, señal de que la Casa Blanca prefiere esperar que los chinos terminen con sus maniobras y así minimizar el riesgo de un encontronazo.
En una reunión del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de investigación con sede en Washington, el exanalista de la CIA John Culver dijo que las relaciones entre China y Estados Unidos han perforado un nuevo piso.
“Entramos en una nueva era”, dijo Culver, que entre 2015 a 2018 integró el Consejo Nacional de Inteligencia como funcionario de inteligencia para Asia Oriental. “Ya no estamos en los años 90. El contexto cambió por completo”.
Jane Perlez, Alexandra Stevenson, John Liu y Mike Ives
Traducción de Jaime Arrambide
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