Un país inmerso en una escena surrealista
RÍO DE JANEIRO.- El senador Tasso Jereissati (PSDB) dijo que este año puede terminar con 13 millones de brasileños desempleados. El senador Jorge Viana (PT) lo interrumpió para decir: "Eso puede ser en un gobierno de ustedes. ¿Le van a echar la culpa a la maldita herencia?". Ese breve comentario que Viana dejó escapar en un programa que grabé revela que los petistas ya dan todo por perdido: el próximo gobierno desembarcará en medio de una devastadora crisis.
Entre los nombres que se barajan para el área económica de un eventual gobierno de Temer, ninguno tiene experiencia previa en temas fiscales. Henrique Meirelles enfrentó bien la crisis de confianza y redujo la inflación con políticas monetarias. Lo ayudó el alza de las commodities, que estimuló la economía. Ahora el desafío es de otra naturaleza: sacar al país de un agujero fiscal nominal del 10% del PBI, de un déficit primario persistente, con los ingresos en baja y la deuda en alza.
Meirelles seguramente sabrá armar equipo con especialistas en la difícil cuestión fiscal, pero al lado estará Romero Jucá, como ministro de Planeamiento. Jucá es conocido en la vida pública brasileña por su cintura para mantenerse siempre en el poder, sea el gobierno que sea, pero todavía deberá demostrar que sabe orientar la formulación de políticas públicas y herramientas de gestión que restablezcan el equilibrio presupuestario.
En estos últimos días, en los que parece prepararse para asumir, Jucá afirmó que el Banco Central de Brasil también debe preocuparse por el desarrollo. O sea que ya arrancó diciendo lo que no debe sobre algo de lo que no sabe. El Banco Central no puede abocarse a formular políticas de estímulo so pena de traicionar su misión principal, a saber, mantener la estabilidad de la moneda.
Brasil está inmerso en una situación completamente surrealista. Tiene dos gobiernos, pero es un país desgobernado. Se está instalando un gabinete en las sombras, mientras el grupo oficialmente a cargo del país apenas se dedica a resistir.
Los tres ministros elegidos para defender a la presidenta en la Comisión Especial de Juicio Político recibieron una gran ayuda de la parte acusadora: al hablar ante la comisión, los autores del pedido de juicio político dieron discursos politizados y de poca objetividad técnica. De los juristas uno espera que se atengan a los hechos y que exhiban los elementos que los convencieron de que hubo un delito de responsabilidad. No era momento de mitines políticos.
La defensa fue más sobria. El problema es que escaparon completamente a los hechos. Hoy el gobierno se dedica apenas a construir versiones y repetirlas, para ganar por cansancio. En vez de "pedaleadas" fiscales, que conlleva un sentido peyorativo, ellos hablan del Plan Zafra. Pedaleada suena a fraude; zafra suena a producción. Insisten en que la firma de la presidenta no aparece en ninguna de las concesiones de préstamos de ese programa, como si cada contrato, cada papel o servicio del gobierno llevase la firma del presidente de la república.
La escena política brasileña da permanentes motivos de preocupación. Es como si los poderosos, los entrantes y los salientes, no hubiesen notado que durante los primeros tres meses del año dos millones de brasileños pasaron a engrosar las filas de los desempleados.
O Globo/GDA
Traducción de Jaime Arrambide