Un país con miedo al enemigo interior
PARÍS.- El atentado de Saint-Quentin-Fallavier, el segundo que sufre Francia en seis meses, confirma la gravedad de la amenaza que pesa sobre este país, el primero en Europa que declaró la guerra a Estado Islámico en Irak y Siria, en septiembre del año pasado. Ese es el tercer conflicto contra el radicalismo islamista en el que se involucra el gobierno de François Hollande luego de las operaciones en Mali y la República Centroafricana.
Francia es probablemente uno de los países occidentales más amenazados por el jihadismo. En su suelo lograron los radicales los ataques de mayor repercusión internacional: los sufridos en enero en la revista Charlie Hebdo y un supermercado de comida judía. El resultado fue dramático: 20 muertos, entre ellos los tres terroristas. Estado Islámico y Al-Qaeda reivindicaron los ataques. Pero no fue un golpe inesperado, las amenazas habían comenzado a llegar hacía meses.
El peligro no sólo reside en la dureza con la que Francia se implica en la guerra contra el terrorismo fuera de sus fronteras. Este es, además, el país occidental que más jihadistas exporta en términos absolutos: 1400 franceses operan en Irak y Siria, y los servicios de seguridad siguen la pista a más de 1700 personas.
El mayor peligro interior viene, según todos los expertos, de los cerca de 300 franceses que regresaron de las zonas de conflicto. Los autores de los atentados de enero habían tenido contacto tanto con EI como con Al-Qaeda. © El País, SL
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