Un país ahogado que envejece rápidamente
BRASILIA.- El gobierno brasileño impulsa una reforma de las jubilaciones alegando un riesgo inminente de colapso de las finanzas públicas y una exagerada generosidad con categorías privilegiadas de la población, en un país que envejece rápidamente.
Una de las principales medidas de la propuesta consiste en imponer una edad mínima para jubilarse, de 62 años para las mujeres y de 65 para los hombres, con un período de transición de 12 años.
Brasil es uno de los pocos países que no exige una edad mínima para el retiro laboral.
El régimen actual permite jubilarse a las mujeres que cotizaron durante 30 años y a los hombres que lo hicieron durante 35 sin una edad mínima, aunque el monto del beneficio mejora para quienes prolongan su vida laboral.
Así y todo, los trabajadores que se jubilan por este sistema lo hacen en promedio a los 54,2 años (55,1 años los hombres y 52,7 las mujeres).
Otra variante combina la edad y los años de contribución. Un beneficio parcial puede ser obtenido por mujeres de 60 años y hombres de 65 si suman 15 años de contribuciones.
Casi 35 millones de personas son beneficiarias (jubilados o pensionistas) del régimen general del sector privado (RGPS). El tope de los beneficios es de 5839 reales (1578 dólares), equivalente a más de cinco salarios mínimos.
En las cajas de funcionarios federales estatales, o para los militares, ese techo no existe, y se toma como referencia el último salario o el 80% de los mejores salarios de la carrera. Peor lo llevarán los empleados públicos que ingresaron al servicio después de 2014, porque tendrán el mismo tope de beneficios que los del sector privado.
Las reformas propuestas por el gobierno deben exigir en principio sacrificios de todos, empezando por el de cotizar 40 años para gozar de un beneficio completo.
La reforma del sistema previsional es una cuestión existencial para Brasil, con un componente financiero, otro demográfico y otro político.
Una cuestión financiera
Los gastos totales de los regímenes de jubilación representaban 13,6% del PBI en 2017 y podrían llegar al 23% en 2060.
El déficit de todos los regímenes de jubilaciones en 2011 equivalía al 2,1% del PBI y en 2017 al 4,25%.
Apenas un 8% de los brasileños tenía en 2015 más de 65 años, pero sus gastos con las jubilaciones del sector privado (7,40% del PBI) eran proporcionalmente similares a los de los países de la OCDE (7,9% del PIB), donde los mayores de 65 representaban 14,2% de la población.
Una cuestión demográfica
Las proyecciones apuntan a un rápido envejecimiento de la población. En 2018, un 9,2% de los 209 millones de brasileños tenía más de 65 años. En 2060 serán 25,5%, según proyecciones oficiales.
Una cuestión política
La reforma de las jubilaciones es de tipo constitucional, por lo que requiere una doble votación tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, con una mayoría cualificada de tres quintos de los escaños en todos los casos.
Los analistas estiman que hay consenso para aprobarla este año, a condición de que los factores políticos no compliquen el proceso. Un proyecto de reforma, que estaba en buena vía, se frustró en 2017 tras el estallido de escándalos de corrupción que llevaron a dos pedidos de inculpación del entonces presidente Michel Temer .
Jorge Svartzman
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