Un nuevo tipo de diplomacia vaticana, independiente y confiable para el mundo
Desde los primeros días de su papado, cuando ingresó serenamente en el gran vestíbulo del Palacio Apostólico para encontrarse por primera vez con los intrigados cuerpos diplomáticos ante la Santa Sede, el papa Francisco ha impulsado una agenda de política exterior bastante convencional: lucha contra la pobreza, búsqueda de la paz , puente ecuménico o interreligioso y protección del medio ambiente.
Lo que no es convencional es el modo en que Francisco ha llevado esa agenda a otro plano con gestos e iniciativas sumamente oportunas, y ninguna de ellas tan inesperada como la cumbre para una "invocación por la paz" como la que celebró ayer con los presidentes de Israel y la Autoridad Palestina. Se ha colocado a sí mismo, tras el reciente fracaso de las negociaciones impulsadas por Estados Unidos, en medio de la disputa política tal vez más compleja del mundo, y su discurso es que el diálogo y la oración pueden ayudar.
Aunque los analistas no esperan en general cambios sustanciales, la cumbre organizada por Francisco muestra que intenta cumplir sus objetivos posicionando al Vaticano como un jugador diplomático global independiente. Los analistas también señalan que el estatus de Francisco como primer papa latinoamericano le otorga credibilidad en el mundo no occidental y está ayudando al Vaticano a ganar voz e influencia en un mayor rango de temas y conflictos.
"Está planeando su propio rol a escala global -dijo Alberto Melloni, historiador vaticano-. Está mostrando que en las relaciones internacionales hay espacio para otra forma de diplomacia. Ése es el propósito de su acción diplomática: mostrar que son independientes y confiables para el mundo."
Hace siglos, los papas dominaban los asuntos mundiales, empezaban y terminaban guerras, ejercían una enorme influencia en Europa y dirimían las diferencias entre las potencias de Europa a medida que expandían sus imperios coloniales por África y América. La influencia del papa fue mucho más limitada durante el siglo pasado, con pontífices que fracasaron a la hora de terminar con las dos guerras mundiales. La excepción más notable fue Juan Pablo II, a quien se le adjudica un rol en el colapso del comunismo en Europa del Este.
Cuando Francisco se convirtió en papa, en marzo de 2013, la naturaleza histórica de su elección fue enmarcada como parte de una evolución en la Iglesia Católica. Un papa argentino indicaba que el centro de gravedad del catolicismo se había movido de Europa a América latina y el sur del mundo, donde la Iglesia mostraba mayor crecimiento.
Pero desde entonces Francisco ha demostrado que su biografía y su popular estilo personal también influyeron el modo en que el Vaticano se involucra en las disputas políticas globales. Difícilmente sea el primer papa que habla de pobreza y desigualdad. Pero su trabajo en las villas de Buenos Aires le dan un plus de credibilidad, al igual que el ser hijo del mundo en desarrollo.
Su primer viaje papal fue a la isla italiana de Lampedusa, para alertar sobre el tráfico de seres humanos y la indiferencia global hacia los miles de refugiados que intentan llegar a Europa, muchos de los cuales mueren cruzando el Mediterráneo.
Los titulares del mundo también se ocuparon de él en enero, cuando escribió una suave reprimenda a las elites políticas y económicas reunidas en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, en la que calificaba el hambre en el mundo como "intolerable".
Preocupación
Francisco se refirió muchas veces a su preocupación por el destino de los cristianos en Medio Oriente, y ha usado ese tema, así como su agenda más amplia de no violencia, para insertar al Vaticano en la agenda diplomática de la región. En septiembre pasado, convocó a una masiva vigilia de oración en la Plaza San Pedro, mientras Estados Unidos y las potencias de Occidente contemplaban un ataque armado contra Siria.
El papa extendió su invitación para el encuentro de oración de ayer durante su visita del mes pasado a Israel, Jordania y Cisjordania, y aparentemente su gesto tomó por sorpresa a todos y vino a subrayar el carácter impredecible que tiene a veces su abordaje de las cosas.
Uno de los momentos más resonantes de su viaje a Tierra Santa se produjo cuando hizo una parada no programada para orar junto al muro que Israel levantó en Jerusalén .
Para algunos es sorprendente que un pontífice latinoamericano que ha viajado relativamente poco fuera de su región sepa involucrarse con tanta seguridad en la problemática de Medio Oriente. Pero otros señalan que el Vaticano ha tenido un rol activo en la política latinoamericana durante décadas, incluida su mediación en una disputa territorial entre Chile y la Argentina en la década de 1970 por los derechos sobre el canal de Beagle.
"En América latina, la idea de una intervención papal es algo normal", dijo Philip Jenkins, profesor de historia del Instituto de Estudios Religiosos de la Universidad Baylor.
Los funcionarios vaticanos enfatizaron que el Papa no pensaba mediar en disputas específicas entre las partes en la reunión de ayer.
Las delegaciones encabezadas por los presidentes Shimon Peres, de Israel, y Mahmoud Abbas, de la Autoridad Palestina, se reunieron ayer por la tarde en los jardines vaticanos para elevar oraciones judías, musulmanas y católicas, y escuchar música de esas religiones.
"Nadie espera que la paz llegue el día lunes", dijo el viernes en conferencia de prensa el padre Pierbattista Pizzaballa, involucrado en la organización del evento y custodio de las propiedades vaticanas en Tierra Santa.
"El objetivo es recrear las ganas, la posibilidad, el sueño. Abrir una puerta que estaba cerrada desde hace tiempo", agregó.
Traducción de Jaime Arrambide
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