¿Un nuevo Nuremberg? Cobra impulso la idea de juzgar a Vladimir Putin por “delitos de agresión”
La propuesta de juzgarlo por esos crímenes tiene reminiscencias de los Juicios de Nuremberg, donde los jerarcas nazis fueron enjuiciados por un tribunal especial, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una idea controvertida
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WASHINGTON.- A mediados de la década de 1940, tras la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, un tribunal especial llevó a cabo los históricos juicios a los jerarcas nazis en la ciudad de Núremberg, seguido de otro proceso en Tokio, para juzgar a los líderes políticos y militares japoneses. Y se los juzgó por un delito por el que nunca se había juzgado a nadie ni se volvió nunca a juzgar a nadie en un marco internacional: el crimen de librar una “guerra de agresión”, un delito por entonces tipificado como “crímenes contra la paz”.
Algunos juristas y figuras públicas dicen que las autoridades de Rusia deberían ser juzgadas del mismo modo por invadir Ucrania. Imaginan un tribunal especial con acusados de alto nivel, el principal de ellos, el presidente ruso Vladimir Putin. Ese tribunal “sería el encargado de enviar una señal inequívoca: que los delitos de agresión no serán tolerados, y que no dejaremos piedra sobre piedra hasta terminar con hechos tan terribles como los que estamos viendo actualmente”, manifestaron en marzo a través de un comunicado varios juristas de derecho internacional, un exfiscal de Núremberg, y el exprimer ministro británico Gordon Brown.
La propuesta de juzgar a los jerarcas rusos cuenta con el respaldo del ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, y es parte de un impulso más abarcador de atribución de responsabilidades centrado en tres preguntas básicas: quiénes deben rendir cuentas por la violencia en Ucrania, dónde deben ser juzgados, y por qué delitos tipificados en el derecho internacional.
El embate de la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI) ya arrancó de la mano del fiscal Karim Khan, que abrió una investigación sobre posibles crímenes de guerra y de lesa humanidad, que refieren a las atrocidades cometidas durante la guerra por las tropas y quienes les dan órdenes. En esa tipificación entraría, por ejemplo, la matanza de civiles por parte de las fuerzas rusas en la ciudad ucraniana de Bucha, donde viajó el fiscal Khan el mes pasado para una corroborar los hechos.
Pero el crimen de agresión refiere a lo que antecede a los crímenes de guerra: la invasión en sí misma, su planificación y su concreción. Quienes proponen esta vía legal dicen que procesar a Putin por crímenes de guerra ante la CPI, aunque no es imposible, sería muy difícil, porque para convencer a los jueves debe existir evidencia de un vínculo directo entre las decisiones del Kremlin y las brutalidades específicas en el campo de batalla. Pero el cargo de crimen de agresión por la invasión en sí misma, argumentan, les permitiría a los fiscales apuntar directamente a las cabezas del Kremlin.
La agresión es un crimen del liderazgo, dice Philippe Sands, profesor de derecho del University College de Londres y experto en litigios ante tribunales internacionales, quien se ha sumado a un esfuerzo colectivo para preparar los textos legales que podrían facilitar la conformación de un posible tribunal para Ucrania. “Es la única vía legal que nos da alguna certeza de llegar a los máximos responsables”.
Según Sands, la pregunta clave es si Rusia está librando una guerra manifiestamente ilegal y quién es responsable de la decisión de ir a esa guerra. “Reunir evidencia de un crimen de agresión no es complejo”, dice el académico, porque el ataque a gran escala de Rusia sobre el territorio de otro Estado, incluidos los bombardeos de ciudades ucranianas por parte de sus fuerzas armadas, se ajusta a la tipificación de ese delito.
Rusia dice que no planea una ocupación de Ucrania y que sus fuerzas llegaron para liberar a los ucranianos. Dice que solo ha atacado objetivos militares y que la culpa de cualquier víctima civil es de supuestos “nacionalistas y extremistas ucranianos”.
La segunda pregunta es, ¿ante qué tribunal puede tener lugar ese juicio por agresión? En la Corte Penal Internacional no puede hacerse. Aunque la CPI se creó pensando en cuatro delitos concretos —crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, genocidio y crimen de agresión—, su jurisdicción para juzgar los crímenes de agresión es mucho más limitada en comparación con los otros tres delitos. La CPI podría juzgar a los rusos por estos tres últimos crímenes, porque Ucrania, en cuyo territorio están ocurriendo las supuestas atrocidades, ha aceptado la jurisdicción de la CPI. Pero con el crimen de agresión, la aceptación de Ucrania no es suficiente: como Rusia no es parte del tratado fundacional de la corte —el Estatuto de Roma—, la CPI no puede avanzar con una investigación por crimen de agresión.
La única excepción sería que el caso fuera remitido a la CPI directamente por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero eso jamás va a ocurrir, ya que como miembro permanente del consejo, Rusia tiene poder de veto.
Por eso algunos expertos legales reflotaron la idea de crear un tribunal especial o ad hoc para el crimen de agresión, aunque su integración y quién lo nombraría es tema de fuerte controversia. Los dos conocidos tribunales que abrieron en la década de 1990 —uno para crímenes de guerra en la ex Yugoslavia y otra para juzgar el genocidio en Ruanda—, fueron creados por el Consejo de Seguridad de la ONU, una vía obturada, como dijimos, por el poder de veto de Rusia en el organismo.
Una opción sería una versión libre del modelo del tribunal de Núremberg, que fue creado por Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia y Gran Bretaña para procesar a los acusados alemanes. Un grupo de países influyentes, incluidos Estados Unidos, Reino Unido y Francia, por ejemplo, podrían unirse a Ucrania para conformar un tribunal. Pero algunos desestiman la idea asegurando que un tribunal formado por un pequeño grupo de países carecería de legitimidad internacional y podría ser acusado de hacer justicia selectiva.
Kevin Jon Heller, profesor de derecho y seguridad internacionales en la Universidad de Copenhague, dice que Estados Unidos y Gran Bretaña invadieron Irak en 2003, y que mal podrían ser los que establezcan un tribunal para enjuiciar a los rusos por invadir Ucrania. Según Heller, Estados Unidos y Gran Bretaña también son responsables de haber reducido la jurisdicción de la CPI sobre el crimen de agresión cuando los países estaban redactando los parámetros de ese delito crimen para el Estatuto de Roma. Si no lo hubieran hecho, ahora el fiscal de la CPI podría investigar a los rusos por agresión como lo está haciendo por crímenes de guerra, y no habría necesidad de un tribunal ad hoc, señala Heller.
“Después de Nuremberg, la idea era justamente no crear un tribunal tras otro para conflictos específicos, y mucho menos para bandos específicos de los conflictos”, dispara Heller.
Un modelo distinto sería que ese tribunal ad hoc lo conformaran Ucrania y una organización internacional, como la ONU. La ONU participó en la creación de un tribunal especial para la guerra civil de Sierra Leona y uno en Camboya para juzgar las atrocidades de los Jemeres Rojos. Jennifer Trahan, profesora de asuntos globales en la Universidad de Nueva York, dice que un tribunal respaldado por la ONU parecería más legítimo que uno establecido por un puñado de naciones, especialmente si fuera respaldado por votación en la Asamblea General. Pero los detractores de la idea dicen que lograr una amplia mayoría en el plenario de 193 miembros de la Asamblea General no es nada fácil.
La semana pasada, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa —máximo organismo de derechos humanos del continente—, respaldó el pedido de un tribunal para crímenes de agresión. Combinando varias propuestas, el organismo recomendó la creación de un tribunal a través de un tratado entre “países de ideas afines”, que sea respaldado por la Asamblea General de la ONU, y que además obtenga el apoyo de organizaciones como el propio Consejo de Europa y la Unión Europea.
Sin importar cómo surja el tribunal, su mayor obstáculo práctico será lograr que comparezcan los acusados rusos. Quienes reclaman un juicio por agresión al mismo tiempo admiten que es muy improbable que Putin o el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, terminen en el banquillo. “Pero nunca se sabe”, dicen como contraargumento y citan los ejemplos del líder nazi Hermann Goering, el exlíder serbio Slobodan Milosevic y el expresidente liberiano Charles Taylor, quienes contra todas las probabilidades terminaron ante tribunales internacionales. Pero hay otros que siguen escapando de su alcance, como el expresidente sudanés Omar al-Bashir, el primer jefe de Estado acusado de un crimen por la CPI, que desde 2009 intenta juzgarlo infructuosamente por genocidio.
“Lo importante es enviar un mensaje potente, aunque sea la apertura de una investigación, o una acusación que después no prospere”, dice Trahan. “De lo contrario, el mensaje es que no hay justicia, y eso es realmente nocivo.”
Según Trahan, muchos opinan que si la reacción global ante la anexión de Crimea en 2014 hubiera sido más fuerte, Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania. “Si dejamos pasar lo de Crimea y ahora dejamos pasar lo de Ucrania, ¿qué viene a continuación?”
Por Niharika Mandhana
Traducción de Jaime Arrambide
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