Un nuevo comienzo: Obama se acerca a la región pero elude a la Argentina
El vicepresidente Joe Biden inicia una gira por la zona y Obama recibirá a líderes latinoamericanos en la Casa Blanca; los analistas destacan la ausencia del país y de Venezuela en el nuevo esquema
WASHINGTON.- Con la gira del vicepresidente Joe Biden, la Casa Blanca inicia esta semana una de sus apuestas en el renovado interés por América latina, como parte de una intensa agenda pública de la que nuestro país está al margen.
"Es evidente que asistimos a un relanzamiento de la atención de los Estados Unidos en la región. Lo que todavía no está claro es qué forma tendrá y si podrá sustentarlo en el tiempo o si será uno de sus recurrentes movimientos espasmódicos", dijo a LA NACION Gonzalo Paz, experto en Relaciones Internacionales de la George Washington University, en relación con los acercamientos cíclicos que Washington ensaya con la región desde hace décadas.
Ni Biden ni el presidente Barack Obama ocultan su entusiasmo. "Es hora de buscar un compromiso mucho más profundo en el hemisferio occidental", ratificó el primero.
Lo hizo al exponer el plan de acción ante diplomáticos y empresarios de la región que participaron en el plenario del Consejo para las Américas (Ascoa, por su sigla en inglés), del que fue orador principal.
Las agendas, sin embargo, revelan por dónde pasan las prioridades. Es aquí donde se desdibujan la Argentina y Venezuela, en beneficio no sólo de Brasil –que aparece como motor, en un ascenso que lo pone casi en igualdad de condiciones con México, el aliado natural de los Estados Unidos–, sino, también, en aras de una "zona de confort" entre países de la región.
"Hay movimientos que son seguidos muy de cerca por los Estados Unidos", dijo Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas, al presentar un foro sobre la Alianza del Pacífico, el acuerdo fundado por México, Colombia, Perú y Chile.
La consolidación de ese bloque de 210 millones de personas instaló una dinámica diferente en la región, atrajo nuevamente la mirada y hasta "volvió a ponerla de moda" en foros de política internacional. "Hay como un nuevo entusiasmo para hablar de América latina", dijo Farnsworth.
En las últimas tres semanas y, sobre todo, a caballo de la Alianza del Pacífico, se habló en Washington de la región como hace mucho que no sucedía.
"Una de las cosas que estamos viendo es un aire fresco, lejos de la tradicional «retórica latinoamericanista» que promete mucho y concreta poco", dijo a LA NACION Carl Meacham, del Centro de Estudios Estratégicos.
Su sede figuró entre las que se sumaron a la "movida latinoamericana" que se evidenció en estos días en Washington. Lo hizo a través de un panel en el que expusieron los embajadores de los cuatro países involucrados en la Alianza. La convocatoria fue tal que no cabía un alfiler.
La poderosa Cámara de Comercio norteamericana también fue parte de la ola, con discusiones centradas en los acuerdos de comercio de la administración de Obama con la región. "La intención es ampliar el intercambio y esto es siempre en doble dirección", dicen sus directivos.
La intención de mayor comercio es uno de los denominadores de peso del nuevo giro, pero no el único. En voz baja, lo que también se admite es un nuevo escenario político, sobre todo, con el retroceso de Caracas como referente regional, luego de la muerte de Hugo Chávez y ante la evidencia de que su sucesor, Nicolás Maduro, no tiene la misma proyección.
"La nueva situación cambia bastante las cosas", escuchó LA NACION en varias de las consultas realizadas para esta nota. Como ejemplo de los nuevos aires, no pocos subrayaron el hecho de que incluso el ecuatoriano Rafael Correa golpeó la puerta de la Alianza del Pacífico. Lo hicieron bajo la duda de que ese giro hubiese tenido espacio en momentos de mayor lozanía del bloque ALBA, que inspiraba Chávez, y que ahora parece en retroceso.
Pero así como la nueva dinámica regional es uno de los factores, el otro es el avance de China sobre el mercado de la región y el riesgo de que se quede con demasiada porción de la torta. "La rapidez con la que avanza es impresionante", subrayó Paz, uno de los expertos en ese gigante de consulta habitual en esta ciudad.
La administración demócrata niega que eso sea una preocupación. "Hay espacio para todos", dijo, en su momento, el responsable de Comercio del Departamento de Estado, José Fernández, en diálogo con LA NACION.
Pero el tema vuelve una y otra vez sobre la Casa Blanca. "China ofrece inversiones y negocios concretos en América latina. ¿Qué pueden ofrecer ustedes para competir con eso?", escucharon esta semana funcionarios de esa sede que analizaron la agenda regional con corresponsales en esta ciudad, entre ellos, LA NACION.
El dato apunta a que, apenas una semana después del desfile de Biden, el presidente de China, Xi Jinping, hará su propio paso, en una gira destinada a "aumentar la confianza política" y la "cooperación amistosa" en "economías emergentes" de la región.
La agenda inmediata de los Estados Unidos para el hemisferio incluye el viaje de Biden por Colombia, Brasil y Trinidad y Tobago. Se suma en los hechos al que, hace unos días, realizó Obama a México y Costa Rica.
Dentro de dos semanas, en tanto, Obama recibirá en la Casa Blanca a los presidentes de Chile y de Perú, Sebastián Piñera y Ollanta Humala, respectivamente, mientras se trabaja ya en la ocasión para la llegada del uruguayo José Mujica.
Además de Caracas, en todo ese programa, se hace evidente la ausencia de la Argentina.
"No se trata de que la Argentina quiera sumarse o no; se trata de que el país está fuera de todo lo que en estos momentos se discute para la región" dijo Meacham.
En octubre, Dilma Rousseff llegará a Washington con rango de "visita de Estado", una distinción diplomática que se concede con cuentagotas. Eso significará exhibir a Brasil como centro de la mirada en el Cono Sur para quienes aquí piensan en términos de negocios, comercio e inversión.
Algo que, a la larga, se traduce en poder político.
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