Un nuevo aniversario del 11-S pone sobre relieve el retroceso del terrorismo como amenaza global
Biden hará una escalada forzada en Alaska en su regreso a Washington de su gira por Asia para conmemorar a las víctimas de los atentados; la puja con China y Rusia aparece ahora al tope de las preocupaciones de la comunidad de inteligencia
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WASHINGTON.- Dos años atrás, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó durante el mismo día los tres sitios de los atentados terroristas del 11-S. Biden y su mujer, Jill Biden, comenzaron esa jornada temprano junto con los Obama y los Clinton y otras figuras políticas en el memorial que se levantó en la Zona Cero, en Nueva York, donde antes estaban las Torres Gemelas. Solemne, el país se detuvo y se unió para conmemorar dos décadas del peor atentado de la historia y el ataque más letal que sufrió Estados Unidos en su territorio, que lo arrastró a dos guerras costosísimas, Irak y Afganistán, y alteró el rumbo de la humanidad.
Este año, Biden marcará la fecha en soledad, en la otra punta del país, en Alaska, donde aterrizará en el Air Force One luego de un largo vuelo desde Vietnam.
La ceremonia, forzada por la agenda, está prevista en la base militar Elmendorf-Richardson, en Anchorage. Biden brindará su mensaje a soldados y socorristas al final de una jornada maratónica, que comenzará con reuniones bilaterales en Vietnam y una visita al monumento a John McCain en Hanoi, y terminará con su discurso, tras el vuelo a Anchorage, última escala antes de su destino final, Washington y la Casa Blanca.
Debido a ese periplo de Biden, por primera vez desde los atentados, un presidente de Estados Unidos no estará en Washington, Nueva York o Pensilvania, donde se estrelló uno de los aviones secuestrados, para marcar un nuevo aniversario del peor atentado de la historia. Aunque la ausencia de Biden estuvo marcada por su ajetreada agenda internacional, es también un testimonio de un cambio de época: Irak y Afganistán son parte del pasado, y el mundo tiene ahora la atención puesta en otra guerra, Ucrania, y otros problemas, y la amenaza que antes encarnaba Al-Qaeda ahora palidece frente a Vladimir Putin, y el riesgo latente de una Tercera Guerra Mundial.
Biden pasará por Alaska luego de participar en la cumbre de líderes del G-20 en New Delhi, India, una cita que, lejos de las preocupaciones de antaño por el terrorismo, estuvo marcada por la guerra en Ucrania. Putin y su principal aliado internacional, el presidente de China, Xi Jinping, esquivaron el encuentro. Y el principal punto de discusión a la hora de tejer la declaración final de los líderes fue la posición del grupo respecto de la guerra en Ucrania. Para preservar el consenso, Estados Unidos y sus aliados aceptaron suavizar el lenguaje del texto, que dejó de lado la fuerte condena a Rusia de la declaración anterior, y habló de la “guerra en Ucrania” y no de la “agresión de la Federación Rusa contra Ucrania”.
El giro de las amenazas geopolíticas ha quedado plasmado también en los informes que, año a año, publica la Dirección Nacional de Inteligencia de Estados Unidos enumerando las amenazas que enfrenta el país. En 2006, cuando el gobierno federal publicó el primer informe, el terrorismo era la “principal amenaza”, según indicó el entonces director de Inteligencia, John Negroponte, al brindar testimonio a principios de ese año ante un comité del Senado.
“Permítanme comenzar con una declaración directa de la preocupación que compartimos todos los que estamos sentados aquí frente a ustedes: el terrorismo es la principal amenaza para nuestros ciudadanos, nuestra patria, nuestros intereses y nuestros amigos”, dijo Negroponte en su testimonio. “La guerra contra el terrorismo es nuestra primera prioridad y preocupación motriz a medida que avanzamos en una importante transformación de la comunidad de inteligencia”, agregó.
En la lista de amenazas de ese año también figuraban Irán y Corea del Norte y el riesgo de proliferación de armas de destrucción masiva, pero el foco era el terrorismo. Diez años más tarde, el informe de la comunidad de inteligencia ya comenzaba a evidenciar cambios globales. Al terrorismo y a la proliferación de armas nucleares se agregaba el riesgo de ciberataques que pudieran “afectar o dañar la infraestructura crítica o las redes de seguridad nacional”, según el informe de 2016. Ese trabajo ya incluía, además, una mención a la Inteligencia Artificial. El apartado dedicado al terrorismo mencionaba a Estado Islámico antes que a Al-Qaeda, que, pese a haber sido fuertemente debilitada por los esfuerzos antiterroristas de Occidente, seguía siendo una amenaza.
El último trabajo, difundido en febrero de este año, pinta otro mundo con dos desafíos. El primero es la competencia entre los grandes poderes, principalmente, Estados Unidos, China y Rusia, y el segundo son los “desafíos globales compartidos”, incluido el cambio climático, la inseguridad alimentaria y energética, y “tecnologías que emergen o evolucionan rápidamente”. El arranque del informe omite al terrorismo.
“La competencia estratégica entre Estados Unidos y sus aliados, China y Rusia, sobre qué tipo de mundo surgirá, hace que los próximos años sean críticos para determinar quién y qué dará forma a la narrativa, tal vez de manera más inmediata en el contexto de las acciones de Rusia en Ucrania, que amenazan escalar hacia un conflicto más amplio entre Rusia y Occidente”, advierte la Dirección Nacional de Inteligencia. “La invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia ha puesto de relieve que la era de competencia y conflicto entre Estados-nación no ha quedado relegada al pasado, sino que ha surgido como una característica definitoria de la era actual”, remarca.
El trabajo de 40 páginas dedica la primera parte a China, Rusia, Irán y Corea del Norte, luego dedica otra sección al cambio climático, a la salud, en aras del impacto de la pandemia del coronavirus, y recién menciona al terrorismo global por primera vez en la página 31, luego de hablar de otros temas como la migración, los ciberdelitos o el crimen transnacional. La mención a Al-Qaeda ocupa menos de una página. Abroquelado en Afganistán, que volvió a manos de los Talibán, el grupo “permanece comprometido a atacar intereses norteamericanos”, dice el informe, “aunque la amenaza es mayor en las regiones donde operan sus afiliados más que en el territorio de Estados Unidos”.
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