Un mensaje de Putin: cómo el ataque de Rusia hace peligrar un pacto crucial con Ucrania
El ataque ruso a las instalaciones cerealeras del puerto ucraniano de Odessa golpearon la confianza en el acuerdo diplomático alcanzado solo unas horas antes
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PARÍS.– Menos de 24 horas después de la firma en Estambul de un acuerdo crucial para permitir la exportación de más de 20 millones de toneladas de granos ucranianos por el Mar Negro, Moscú asestó una puñalada en la espalda de los mediadores –el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, y en particular el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan– al lanzar cuatro misiles crucero contra las instalaciones cerealeras de Odessa, uno de los principales puertos contemplados en el tratado.
“El mensaje de Vladimir Putin es claro: ‘Yo soy quien decide y quien manda. Los barcos podrán salir y regresar según mi voluntad. Y naturalmente, la guerra continúa’. Ese mensaje es para la población rusa, para los ucranianos, pero sobre todo para el resto del mundo”, analizó Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
Hace tiempo que la palabra rusa ha dejado de tener valor, no solo para los ucranianos, sino para el resto de Occidente. No obstante, esta mañana la desconfianza en la honestidad de los dirigentes del Kremlin se profundizó a niveles abismales después que los misiles estallaron en esa emblemática ciudad, lo que provocó varios heridos.
“Además de esos heridos, las infraestructuras portuarias resultaron dañadas”, declaró el gobernador de Odessa, Maksym Marchenko, en un video en redes sociales.
Dos proyectiles de tipo Kalib, disparados desde Crimea, fueron interceptados por la defensa antiaérea ucraniana. Otros dos se abatieron sobre el puerto. La sirena de alerta aérea resonó en la ciudad hacia las 11.05 (hora local), antes de que la primera explosión se produjera cinco minutos después.
“El ataque fue efectuado exactamente donde están los granos. Vemos así lo que valen los acuerdos con un país terrorista”, reaccionó de inmediato Yuriy Ignat, vocero del comando de las fuerzas ucranianas. Kiev no tardó en seguir el ejemplo.
“El ataque de misiles rusos en Odessa es un escupitajo de Putin en la cara del secretario general de la ONU y del presidente turco”, fustigó Oleg Nikolenko, vocero de la cancillería ucraniana.
Todo parece indicar, en efecto, que el autócrata del Kremlin ni siquiera duda ya en humillar públicamente a aquellos que se consideran sus aliados. Y a Erdogan en primer lugar, con quien siempre mantuvo relaciones ambiguas. Cuando el presidente turco se aprestaba a ajustarse los laureles –tras meses de ardua negociación para lograr ese improbable acuerdo entre los beligerantes–, la decisión de Putin literalmente torpedeó su triunfo, sobre todo ante su propia opinión pública.
El “rais” turco necesitaba más que nunca ese éxito, en momentos en que su país atraviesa una dramática situación económica y se prepara para las elecciones presidenciales del año próximo. Unos comicios en los que, según todas las encuestas, Erdogan perdería frente a sus dos principales adversarios: el alcalde de Estambul, Ekrem Immamoglu, obtendría 51,4%, contra 39,9% para el actual mandatario, mientras que el alcalde de Ankara, Mansur Yavas, llegaría primero, con 52,5% de los votos, contra 38,1% para Erdogan.
El ataque contra el puerto de Odessa fue, en consecuencia, un golpe durísimo para Ankara que se apresuró a pedir explicaciones a Moscú.
“Los rusos nos dicen que no tuvieron absolutamente nada que ver con ese ataque y que están examinando la cuestión de cerca”, señaló a media mañana el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar. “Turquía continuará asumiendo sus responsabilidades en el acuerdo al cual llegamos ayer”, agregó.
Mentiras y tergiversaciones
Acostumbrados a las mentiras y tergiversaciones del Kremlin, los occidentales no creen una palabra de las afirmaciones del Kremlin.
“Seamos serios. Esos misiles no fueron lanzados desde Suecia. Ni desde Polonia. Ese es el modus operandi de Putin, que decidió hacer lo que le parezca. Por otro lado, esto tampoco quiere decir que los barcos no podrán exportar los cereales. Y, en ese sentido, hay que reconocer el logro de Erdogan, que consiguió lo que ni siquiera Pekín había conseguido. Este acuerdo lo volvió a colocar en el centro del tablero geoestratégico, cuando hasta hace unos meses era considerado un auténtico marginal en ese espacio”, analiza Jean-François Colisimo, historiador especialista de Rusia.
Tradicionalmente mesurado, Guterres reaccionó con energía al condenar “sin reservas” el ataque, forma diplomática de decir que, en este caso, la organización internacional sabe perfectamente quién es el culpable. En un comunicado, el líder de la ONU agregó que “la ejecución integral [del acuerdo] por parte de Rusia, Ucrania y Turquía es imperativa”.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, calificó el ataque de “escandaloso” en Twitter. “El día después de firmar un acuerdo para que finalmente los cereales salgan de puertos ucranianos, el ataque ruso golpeó uno de esos puertos”, escribió.
En tanto, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, condenó enérgicamente el ataque, que “socavó el esfuerzo por llevar comida a los hambrientos y la credibilidad de los compromisos de Rusia” para desbloquear granos.
La Unión Europea (UE) también condenó a Rusia a través del jefe de su diplomacia, Josep Borrell. “Golpear un blanco crucial para la exportación de cereales un día después de la firma de los acuerdos de Estambul es particularmente reprensible y demuestra una vez más el desprecio total de Rusia por el derecho internacional y los compromisos asumidos”, dijo en un tuit.
El tratado firmado el viernes en Estambul por Rusia contiene el compromiso de que Moscú no atacará buques civiles que transporten granos o puertos utilizados para exportar trigo o alimentos. Moscú no se comprometió, por el contrario, a no atacar instalaciones portuarias que no sean directamente usadas para la exportación de cereales.
La principal medida de ese acuerdo es la creación de “corredores marítimos protegidos” que garanticen la navegación de los buques cerealeros, que tanto Kiev como Moscú se comprometen a “no atacar”. Ese compromiso será válido por 120 días, tiempo necesario para hacer salir más de 20 millones de toneladas de granos acumulados en los silos de Ucrania, en momentos en que se avecina otra cosecha. Se estima, sin embargo, que el lanzamiento de la operación tomará aún varias semanas.
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