Un líder nórdico conoce muy bien a Vladimir Putin: por eso teme por Ucrania
El presidente finlandés, Sauli Niinistö, desempeña un papel vital como intérprete entre Oriente y Occidente, y no tiene una perspectiva de paz muy optimista.
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HELSINKI.- Mientras crecía la amenaza de una nueva invasión de Ucrania por parte de Rusia, el mandatario europeo con mayor experiencia de diálogo con Vladimir Putin respondía llamados y repartía consejos al presidente francés Emmanuel Macron y otros líderes mundiales desesperados por entender lo que pasa por la cabeza de su obstinado vecino del este.
“Me piden mi opinión sobre un montón de cosas, y yo trato de ser útil”, dice Sauli Niinistö, el presidente de Finlandia, desde el palacio presidencial, bañado por la gélida luz que se refleja en la bahía helada. “Saben que conozco a Putin”, agrega Niinistö. “Y lo mismo me pasa con los rusos, porque Putin a veces me llama y me pide que les transmita algún mensaje a mis amigos occidentales.”
Niinistö, de 73 años, dice que su papel no es simplemente el de un mensajero nórdico que va de acá para allá entre Oriente y Occidente, sino el de un intérprete entre fronteras que explica a cada parte el pensamiento del otro. El retiro de la política de Angela Merkel, que durante años lideró las negociaciones con Putin en su rol de canciller alemana, convirtió a Niinistö en un personaje más modesto pero igualmente vital, sobre todo en un momento en que los tambores de guerra suenan cada vez más fuertes.
Y Niinistö no es para nada optimista. El mes pasado, antes y después de su larga conversación con Putin, dice haber percibido un cambio en el líder ruso. “En su pensamiento y su firmeza hay un cambio total”, dice. Según Niinistö, “Putin siente que debe “aprovechar la oportunidad que se le presenta.”
El finlandés agrega que es difícil imaginar que las cosas puedan volver a ser como eran antes. Las partes contrapuestas pusieron en duda el acuerdo de Minsk II, que los rusos pedían que fuera honrado. Según Niinistö quedaban dos opciones: o Rusia presionaba a Europa y obtenía concesiones de parte de Estados Unidos para el futuro cercano, “o la guerra”.
Ese lenguaje directo ha vuelto muy popular a Niinistö, que transita el quinto año de su segundo mandato de seis años. Algunos lo comparan con Urho Kekkonen, quien llegó al poder en 1956 y gobernó Finlandia durante 25 años, durante la así llamada “finlandización” de la Guerra Fría.
“La gente lo adora”, dice Juha Eriksson, mientras vende pieles de reno, carne de oso enlatada y sándwiches de salmón ahumado en un mercado, cerca la bahía helada de Helsinki. “Mi generación tuvo a Kekkonen, que fue el padre del país. Y Niinistö tiene algo parecido. Es una lástima que pronto tenga que dejar su cargo.”
Niinistö le resta importancia al monumental 90% de aprobación que tiene entre su gente, dice que es algo que ya había sucedido con sus antecesores, y minimiza las exageraciones de quienes dicen que Putin lo escucha. “Es una exageración decir que conozco a Putin y su pensamiento más que los demás”, dice Niinistö, y deja en claro que traicionar una relación que fue alimentando a lo largo de más de una década, con innumerables reuniones, un sinnúmero de llamadas telefónicas y varios partidos de hockey sobre hielo. Cuando le preguntan quién es mejor en ese deporte, responde diplomáticamente: “Juego desde que nací”.
Pero Niinistö menciona algunos hechos positivos concretos. En 2020, por ejemplo, tras conseguir apoyo de Angela Merkel, Niinistö le pidió a Putin que permitiera el traslado en avión a Alemania de Aleksei A. Navalny –el líder opositor que acusa a agentes rusos de haberlo envenenado– para recibir tratamiento médico. Tiempo después, los colaboradores de Navalny se lo agradecieron.
“Es la persona indicada para llamar cuando se quiere comprender lo que sucede en el rincón noreste de Europa, y especialmente para entender lo que piensa el presidente Putin”, dice Alexander Stubb, exprimer ministro y exministro de Relaciones Exteriores, quien acompañó a Niinistö en algunas de sus reuniones con Putin. “Es un maestro en el manejo político del poder y en encontrar el equilibrio justo.”
El hecho de que Stubb, líder político con peso propio, sea tan efusivo sobre el propio presidente dice algo sobre la abrumadora popularidad de Niinistö y su dominio político en Finlandia.
Los funcionarios finlandeses dicen que en privado Niinistö se olvida de su modestia diplomática y tiene fama de tener un estilo cortante y una prodigiosa memoria política.
“A veces me critican por recordar demasiado mis años como ministro de Finanzas”, dice con una sonrisa.
La política interior es competencia del primer ministro, que actualmente es Sanna Marin, una ex cajera y militante contra el cambio climático de 36 años que, según observadores políticos finlandeses, en enero enfureció a Niinistö cuando dijo ante la prensa que era “muy improbable” que Finlandia solicitara el ingreso como miembro a la OTAN mientras ella estuviera en el cargo.
En Finlandia, la opción de adherirse a la OTAN es una moneda de cambio muy fuerte como herramienta estratégica para condicionar a Putin. Aunque recuerda que Putin una vez dijo que el amistoso vecino finlandés se convertiría en el “soldado enemigo” si se adhería a la OTAN, Niinistö se jacta de la impresionante artillería finlandesa y defiende permanentemente el derecho finlandés a convertirse en miembro de la alianza atlántica.
“Y eso también se lo dije muy claramente a Putin”, dice.
Niinistö también se ha comunicado de manera directa con otros líderes que presentaban una amenaza implícita para la democracia. En 2019, en una memorable conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca, miró de frente al presidente Donald J. Trump y dijo: “Usted tiene una democracia magnífica. Déjela seguir su camino.”
“No respeta a las instituciones”, dijo Niinistö en una entrevista sobre Trump, en referencia a la Unión Europea y la OTAN. Y el finlandés interpretó la insurrección en el edificio del Capitolio estadounidense como una señal preocupante para la democracia norteamericana.
Pero como tiene buen diálogo con Putin, en 2018 Niinistö intentó darle algunas recomendaciones a Trump antes de una cumbre celebrada en Helsinki. Antes de esa presentación pública, que terminó siendo un desastre para Trump, Niinistö le dijo al mandatario estadounidense que Putin “respeta al que contraataca”.
Algo parecido le dijo a Biden el mes pasado, señala Niinistö, antes de que el mandatario norteamericano mantuviese una llamada telefónica con Putin sobre la crisis en Ucrania.
Además del problema de lidiar con el presidente ruso, Biden y Niinistö comparten algo de carácter más personal y al mismo tiempo trágico. En 1995, su primera esposa murió en un accidente automovilístico, y Niinistö tuvo que hacerse cargo en solitario de la crianza de sus dos hijos.
“Conozco su historia”, dice Niinistö en voz baja, y agrega que podría hablar de ese asunto con el presidente norteamericano, quien también perdió a su esposa en un accidente automovilístico: “si tenemos la oportunidad de dialogar más tiempo, tal vez un día hablaremos del tema”.
Ahora Niinistö espera que su relación con Putin y los “pequeños efectos” que pueda conseguir, ayuden a evitar que en Ucrania sobrevenga un desastre.
“Son tiempos peligrosos”, concluye el presidente finlandés.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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