Un intocable cercado por la maquinaria represiva chavista
CARACAS.- "Te muestran los dientes, pero no te muerden? Hasta que lo hagan". Uno de los colaboradores más estrechos de Juan Guaidó resumía ayer a la nacion la extraña paradoja que rodea la relativa libertad de movimientos del presidente encargado, pese a que sobre él pesan acusaciones terribles, desde liderar el supuesto golpe de Estado del martes pasado a traicionar a la patria, pasando por ser una marioneta del imperio estadounidense.
Guaidó reapareció el 1° de mayo en las calles de Caracas después del órdago del día anterior, cuando al frente de un grupo de militares rebeldes y en compañía de Leopoldo López intentó resquebrajar la unidad interna en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Un quiebre que no llegó y que llevó a su jefe político hasta la embajada de España para guarecerse en calidad de huésped.
El presidente del Parlamento desechó de inmediato cualquier refugio. Protegido por los suyos en un "sitio seguro", preparó las masivas movilizaciones del 1° de mayo, 397 en toda Venezuela, según sus cálculos. Una marea popular entre nubes de gases lacrimógenos. La pulseada se dio y Guaidó seguía libre. Llegó la orden de captura para López y el gran conspirador, según Maduro, seguía libre.
Guaidó parece intocable, protegido por las amenazas directas de Estados Unidos contra Maduro, que pesan en la decisión bolivariana de no actuar contra el líder opositor, más allá de su inhabilitación política y de procesos judiciales que cumplen las órdenes del Palacio de Miraflores.
Pero la libertad de Guaidó implica a su vez los zarpazos contra todos los que lo rodean. El cerco revolucionario es asfixiante contra sus colaboradores y contra su propia familia.
Ayer le tocó el turno a Edgar Zambrano, su vicepresidente en la Asamblea Nacional. La Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia atribuyó la responsabilidad del dirigente de Acción Democrática (socialdemócrata) por traición a la patria, conspiración, instigación a la insurrección, rebelión civil, concierto para delinquir, usurpación de funciones, instigación pública a la desobediencia y odio continuado solo horas después de que Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente revolucionaria, lo señalara en su programa de televisión. La maquinaria judicial ya está en marcha, siempre al ritmo que marque el Palacio de Miraflores.
Los dos zarpazos previos del chavismo contra el entorno de Guaidó castigaron profundamente a su equipo de trabajo: su "mano derecha" está en la cárcel y su "mano izquierda" escapó del país en una fuga de película, un hecho desconocido por la opinión pública y que se maneja con mucha cautela entre los colaboradores del presidente encargado.
Roberto Marrero, que fungió como jefe de despacho del presidente hasta su detención el 21 de marzo, es una pieza política clave, sustituida solo en parte por el diputado Sergio Vergara, jefe de la bancada parlamentaria de Voluntad Popular.
Federico Pérez, amigo desde la infancia en la Vargas natal de Guaidó, ejerció desde el primer momento como el jefe operativo del "presidente", como le llama.
Cada movimiento, cada situación, era cotejada y certificada por Pérez, quien se movía siempre por delante o en paralelo. Si el encuentro era en la universidad, Pérez daba el visto bueno minutos antes de la llegada presidencial.
Si se trataba de un mitin en Chacao, tanto la llegada en varios vehículos como la salida en motocicletas era coordinada por su gran hombre de confianza.
Hombre clave
La importancia de Pérez no pasó desapercibida para el gobierno, que envió a sus agentes en persecución. Allanaron y destrozaron su casa, lo que lo obligó a refugiarse durante una semana en una casa de seguridad.
Desde una ventana vio cómo se llevaban detenido al mejor amigo de Juan Planchart, primo de Guaidó, también arrestado y acusado de financiar el desafío opositor.
"Un amigo me prestó su avioneta, me escondí por la noche y allí dormí. Al día siguiente volé cerca de la frontera con Colombia, donde otros amigos me ayudaron a cruzar la trocha (paso clandestino) de Orope. El Sebin me seguía los pasos", relata a la nacion desde una capital europea, donde espera acercarse pronto a Venezuela.
La ausencia de Marrero y Pérez profundizó la soledad de Guaidó durante semanas. Además, sus familiares más cercanos han abandonado el país.
Fueron días durante los cuales Vergara acompañaba al líder opositor en sus refugios nocturnos. Hasta que su mujer, Fabiana Rosales, decidió regresar. Y con ella, la pequeña Miranda, hija de ambos.
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