Un intento de secuestro en Tokio complica al régimen de Lukashenko
El pedido de protección de una atleta, a la que se trataba de devolver por la fuerza a su país, suma un nuevo incidente internacional para la autocracia de Belarús
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PARIS.– El presidente de Belarús Alexandre Lukashenko sufrió una nueva humillación internacional después que la atleta Krystsina Tsimanouskaya consiguió la protección diplomática de Polonia cuando estaba a punto de ser embarcada por la fuerza en un avión que debía llevarla de Japón rumbo a Minsk.
El extraño incidente, que hizo recordar las películas de espionaje y persecución política de la Guerra fría, ocurrió el domingo por la noche en la terminal 3 del aeropuerto Haneda de la capital japonesa. En momentos en que miembros de su país la estaban obligando a tomar un vuelo contra su voluntad, Tsimanouskaya, de 24 años, pidió protección policial y reclamó la intervención del Comité Olímpico Internacional (COI). “Están tratando de sacarme del país sin mi acuerdo y le estoy pidiendo al COI que se involucre”, alertó la atleta en un video difundido por Telegram.
El episodio alcanzó de inmediato un enorme relieve porque es la segunda vez en pocos meses que el gobierno autoritario del presidente bielorruso, Alexandre Lukashenko, protagoniza un incidente internacional que implica líneas aéreas de otros países.
Las autoridades japonesas, el COI y varios gobiernos europeos se movilizaron para impedir que fuera secuestrada y llevada por la fuerza a Minsk, como ocurrió el 23 de mayo con el militante opositor Roman Protassovich. El avión de la empresa Ryanair, en el que viajaba el periodista disidente de Atenas a Ucrania, fue desviado por cazas bielorrusos y obligado a aterrizar en Minsk, donde fue encarcelado. Después de sufrir torturas, como probaban los hematomas que tenía en la cara, fue obligado a confesar ante las cámaras de televisión que había sido uno de los organizadores de las protestas contra el régimen.
Kristina Tsimanouskaya había quedado eliminada el viernes en las series de 100 metros. Durante la jornada del sábado varios deportistas de otros países que también residen en la villa olímpica comprobaron una intensa agitación en el sector de la delegación bielorrusa. Al parecer se produjeron varios contactos y ásperas discusiones entre la joven y miembros de la delegación olímpica de su país. El domingo numerosos dirigentes bielorrusos irrumpieron en su hotel y la obligaron a empacar y salir inmediatamente para tomar un vuelo de Turkish Airlines que debía partir a las 22.30 (hora de Tokio) con destino a Estambul, según indicaron varios testigos.
El extraño episodio constituyó al parecer una sanción por las críticas públicas de la atleta contra la delegación de su país, que pretendía forzarla a participar en la posta de 4x400 metros de pasadomañana porque tres de las atletas previstas no estaban en condiciones de correr dado que no pasaron los controles antidopaje. En aparente respuesta a su obstinación, las autoridades olímpicas bielorrusas también se negaron a inscribirla en la prueba de 200 metros, su mejor distancia, que debía disputar aye
La rebelión tuvo un relieve especial, teniendo en cuenta que el Comité Olímpico Bielorruso está presidido por Viktor Lukashenko, hijo del presidente. El y su padre fueron sancionados justamente en diciembre por el COI por las represiones y se les prohibió asistir a los Juegos de Tokio.
El vocero del COI, Mark Adams, anunció que el organismo rector del deporte olímpico mundial pedirá un “informe escrito completo” sobre la situación al Comité Olímpico Nacional de Bielorrusia.
Voceros de la oposición bielorrusa en el exilio indicaron que la atleta confesó que tenía miedo de regresar a su país y proyectaba pedir refugio político en Europa. Polonia, donde residen numerosos opositores bielorrusos, se declaró dispuesta a acordarle asilo político y anunció que “hará todo lo que esté a su alcance para ayudarla a proseguir su carrera deportiva”, según el vice-ministro polaco de Relaciones Exteriores, Marcin Przydacz. La situación, de todos modos, es extremadamente tensa. La mayor inquietud está depositada en la familia de Kristina, que comenzó a recibir fuertes presiones por parte del régimen, según denunciaron miembros de la oposición.
En esas condiciones, la suerte de Tsimanouskaya parecía sellada, pero, al llegar al aeropuerto, se acercó a un policía japonés, le pidió protección y le expuso su voluntad de solicitar asilo político.
Tras su pedido de ayuda, lanzado también a través de un video por las redes sociales, la joven atleta —vestida con un jogging azul y una remera bordó— fue escoltada por la policía hacia un lugar reservado del aeropuerto, donde fue puesta en contacto con representante de alto nivel de la organización de los Juegos de Tokyo 2020. Poco después, el Comité Olímpico indicó a través de Twitter que había hablado con la atleta en una sala del aeropuerto y tomado nota de su voluntad. También aseguró que la joven afirmó “sentirse segura” junto a la policía japonesa y que habían resuelto trabajar para “encontrar una solución al problema”. Tsimanouskaya pasó la noche en un hotel del aeropuerto custodiada por las fuerzas de seguridad niponas.
En sus primeros contactos con las autoridades, Tsimanouskaya no explicó con exactitud por qué temía ser encarcelada y limitó sus críticas a las decisiones arbitrarias de los responsables de la delegación, pero sin desbordar sobre el terreno político. Esa prudencia no disipó las sospechas, pues numerosos atletas bielorrusos han sido recientemente detenidos, víctimas de represalias o excluidos de las selecciones nacionales por criticar al gobierno.
Al COI y a la policía japonesa, Kristina explicó su negativa de regresar a su país por temor a ser envenenada o detenida, como algunos disidentes políticos e incluso otros centenares de deportistas que denunciaron el fraude masivo cometido por el régimen en la elección presidencial del 9 de agosto de 2020. En esa consulta, el presidente Lukashenko –en el poder desde 1994– fue proclamado ganador con 80,08 % de los votos frente a la candidata opositora Svetlana Tikhanovskaia, que reemplazó a último momento a su marido Serguei Tikhanovski, detenido por el régimen. Vastos sectores de la población organizaron grandes manifestaciones para protestar contra el fraude. En el marco de esa movilización, cientos de deportistas publicaron una carta abierta para exigir la convocatoria de nuevas elecciones. Las autoridades de Kiev dieron a entender el lunes que Kristina Tsimanouskaya formaba parte de ese grupo de atletas disidentes.
Al COI y a la policía japonesa, Kristina explicó su negativa de regresar a su país por temor a ser envenenada o detenida, como algunos disidentes políticos e incluso otros centenares de deportistas que denunciaron el fraude masivo cometido por el régimen en la elección presidencial del 9 de agosto de 2020. En esa consulta, el presidente Lukashenko —en el poder desde 1994— fue proclamado ganador con 80,08 % de los votos frente a la candidata opositora Svetlana Tikhanovskaia, que reemplazó a último momento a su marido Serguei Tikhanovski, detenido por el régimen. Vastos sectores de la población organizaron grandes manifestaciones para protestar contra el fraude. En el marco de esa movilización, cientos de deportistas publicaron una carta abierta para exigir la convocatoria de nuevas elecciones. Las autoridades de Kiev dieron a entender el lunes que Kristina Tsimanovskai formaba parte de ese grupo de atletas disidentes.
A pesar de que transcurrió un año desde la elección, todavía no se redujo la ola de protestas. El régimen, por su parte, tampoco disminuyó la persecución contra los opositores. Miles de personas fueron arrestadas en las manifestaciones, que fueron brutalmente reprimidas por las autoridades en medio de informes sobre casos de detenciones arbitrarias, abusos y torturas.
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