Un giro inesperado que desnuda la fractura del régimen
WASHINGTON.- Si se confirma que una oscura unidad del gobierno iraní conspiró para matar al embajador de Arabia Saudita en Washington, estaríamos ante una expansión sin precedente -y muy preocupante- de las actividades iraníes encubiertas en Estados Unidos. Y también reflejaría una creciente lucha por el poder político y de seguridad dentro de Irán.
Funcionarios norteamericanos y europeos consultados dijeron que aunque hubo casos en las décadas de 1980 y 1990 en los que agentes del gobierno de Teherán fueron vinculados a ataques terroristas en Occidente, con frecuencia contra disidentes iraníes, la actividad desapareció después de una enérgica ofensiva de las agencias de seguridad occidentales.
Anteayer, el director del FBI, Robert Mueller, y el fiscal general norteamericano, Eric Holder, anunciaron que dos hombres de origen iraní fueron acusados de participar en un complot para asesinar al embajador saudita, Adel al-Jubeir, que supuestamente fue "dirigido" por elementos del gobierno iraní.
Las autoridades vincularon a uno de los acusados, Gholam Shakuri, que está en libertad y según se cree se encuentra en Irán, con la Fuerza Quds, una unidad secreta de la Guardia Revolucionaria. Supuestamente, la Fuerza Quds es responsable de apoyar actividades terroristas en el exterior.
Una conspiración contra blancos dentro de Estados Unidos "sería la primera de la Fuerza Quds", dijo Kenneth Pollack, un ex analista de la CIA y del Consejo Nacional de Seguridad que ahora dirige el Centro Saban en la Brookings Institution de Washington.
"Quiero saber más sobre las evidencias que tienen las autoridades y sobre por qué creen que la Fuerza Quds estuvo involucrada en la conspiración", dijo Pollack. Pero agregó que "siempre hay una primera vez".
Los funcionarios norteamericanos aseguran que la Fuerza Quds y la Guardia Revolucionaria históricamente mantuvieron vínculos con Hezbollah, el movimiento militante chiita del Líbano que ha combatido contra Israel. Los funcionarios también dijeron que en los años que siguieron a la invasión que depuso al dictador iraquí Saddam Hussein la Fuerza Quds apoyó a los insurgentes que mataron a soldados norteamericanos en ese país.
En 2007, el general David Petraeus, ahora director de la CIA, le dijo al Congreso que la Fuerza Quds estaba trabajando con un brazo secreto de Hezbollah conocido como Departamento 2800 para entrenar, financiar y en algunos casos dirigir unidades de la milicia chiita en Irak para convertirlas en un movimiento similar a Hezbollah que se opusiera a las fuerzas norteamericanas y al gobierno iraquí. Sin embargo, también dijeron que no tenían evidencia de los últimos años que vinculara a la Fuerza Quds o a la Guardia Revolucionaria con complots destinados a efectuar ataques contra blancos europeos o norteamericanos.
Alarma
Una persona familiarizada con las investigaciones sobre Irán realizadas por la Casa Blanca dijo que el gobierno de Barack Obama estaba cada vez más preocupado por la posibilidad de que los centros de poder iraníes estuvieran compitiendo entre sí, destruyendo de esa manera el control centralizado de las unidades del gobierno, incluyendo a la Guardia Revolucionaria. Lo más preocupante, según la fuente, eran las evidencias que indicaban que la Guardia Revolucionaria estaba operando de forma autónoma con respecto a otros elementos del gobierno.
Pollack dijo que en un caso de 1992, en el que tres líderes iraníes kurdos de la oposición y su traductor fueron asesinados en un ataque perpetrado contra un restaurante de Berlín, las autoridades alemanas alegaron que el asesinato había sido ordenado por el ayatollah Ali Khamenei, el líder religioso supremo de Irán. El gobierno iraní también fue vinculado con el letal bombardeo, en 1994, de la AMIA en Buenos Aires, que mató a 85 personas.
El analista, en tanto, consideró que no había indicios de que la Guardia Revolucionaria pudiera haber actuado por su cuenta, sin sanción de Khamenei, cuando sus unidades detuvieron a cinco marinos británicos en un yate en el Golfo Pérsico en 2009, desencadenando un incidente internacional.
Pollack y algunos funcionarios norteamericanos dijeron que lo más alarmante de los últimos arrestos era la posibilidad de que las autoridades iraníes, o alguna facción de ellas, se hubieran embarcado en un ataque más allá de las fronteras operativas conocidas de la Guardia Revolucionaria y de la Fuerza Quds.
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