Un funeral masivo, relatos del horror y el misterio que crece: ¿por qué 21 jóvenes murieron en un bar?
Sobrevivientes de la tragedia del mes pasado en East London, Sudáfrica, relataron la presencia de un misterioso gas y luego un caos para escapar del lugar; las autoridades dicen que la estampida no causó las muertes
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EAST LONDON, Sudáfrica.- Antes de desmayarse en medio de la aglomeración de cuerpos, Simbongile Mtsweni jadeó en busca de aire cuando un gas que se sentía como fuego se deslizó hacia su nariz y pulmones.
“Cuando volví en mí, estaba en el segundo piso y comencé a vomitar, y me di cuenta de que estaba acostado junto a personas muertas”, relató.
Cientos de jóvenes, atraídos por un aviso en Facebook que prometía una fiesta al final del ciclo escolar con alcohol y Wi-Fi gratis, acudieron en masa a un pequeño bar repleto de gente en East London, una ciudad en la costa sur de Sudáfrica.
Veintiuno de ellos, todos adolescentes, no sobrevivirían a la noche. Testigos, investigadores -el país entero- han estado luchando por comprender cómo una noche de fiesta terminó con jóvenes destrozados y sangrando en los pisos del bar, llamado Enyobeni, en el municipio de Scenery Park, en East London.
“Fuimos por diversión, no por cadáveres”, dijo Lubabalo Dongeni, un estudiante de secundaria de 18 años que aún cojeaba cinco días después del incidente.
El miércoles se llevó a cabo un funeral masivo, donde el presidente Cyril Ramaphosa advirtió contra el consumo de alcohol entre menores de edad y sugirió que la edad legal para beber se eleve de 18 a 21 años.
“Todavía no sabemos qué fue lo que mató a nuestros hijos”, declaró Ramaphosa. ”Las familias necesitan respuestas, quieren saber qué les pasó a sus hijos”, agregó.
El funeral fue transmitido en vivo por la televisión nacional mientras el presidente y los ministros del gabinete se sentaban frente a las filas de ataúdes. Pero para las familias que aún esperaban saber por qué murieron sus hijos, el misterio solo se profundizó.
La doctora Litha Matiwane, funcionaria del departamento de salud provincial, les dijo a los dolientes que las muertes no podían atribuirse a una estampida, al tiempo que reconoció los testimonios de personas aterrorizadas que intentaban huir del edificio. Dijo que aún se investiga las causas de las muertes.
Sin respuestas todavía, la gente de la comunidad encontró muchos objetivos para culpar y descargar su enojo.
La licencia otorgada al bar, con dos pisos y una sola entrada, está bajo escrutinio, los propietarios están bajo investigación criminal y un DJ que actuó allí dice que la comunidad está “aullando” por su sangre. Ha habido una especulación desenfrenada sobre el gas nocivo que llenó el aire, quién lo liberó y si contribuyó a las muertes, al pánico mortal o a ambos.
Seis personas que habían estado dentro de la taberna, así como otras que estaban afuera, dijeron en entrevistas que la combinación del misterioso gas, la aglomeración de personas y una habitación sin aire pudo haber causado la tragedia. Entre los muertos había jóvenes de tan solo 14 años, y la mayoría eran menores de 18.
Mourners, including President Cyril Ramaphosa, gathered on Wednesday to remember the 21 teenagers who died in a crowded tavern in East London, South Africa, last month. Investigators are still working to determine the cause of their deaths. https://t.co/gPl72WG9lT pic.twitter.com/3CmVxcGA6Y
— The New York Times (@nytimes) July 6, 2022
Los residentes del municipio están furiosos con la policía local por tardar horas en responder a las llamadas de emergencia. Más allá de East London, el episodio suscitó un debate nacional sobre el consumo de alcohol entre menores de edad y el lugar que ocupa el alcohol en Sudáfrica. Algunas personas señalan otras fallas sistémicas, desde la ubicación y la construcción del bar hasta la aplicación laxa de las leyes de licencias de bebidas alcohólicas en los municipios.
Los adolescentes que estaban allí esa noche están visiblemente traumatizados.
Los miembros del equipo de fútbol masculino de una escuela secundaria estaban en el bar, pero un mediocampista y el arquero nunca lograron salir. El delantero del equipo dijo que ahora lucha con la culpa del sobreviviente.
Una joven de 19 años se culpa a sí misma por ayudar a su amiga de 17 años a entrar a la fiesta, donde murió. Cuando un grupo de adolescentes visitó el bar recientemente para colocar rosas blancas de plástico en la entrada, todos se sintieron abrumados por la emoción.
A oscuras
La entrada, una sola puerta de metal pintada de marrón, fue el foco del caos esa noche. Se suponía que la fiesta terminaría a la medianoche del sábado 25 de junio, pero afuera, decenas de personas todavía intentaban entrar, según videos tomados con teléfonos celulares. Después de las 0.30 (hora local), el bar se quedó a oscuras, pero nadie se inmutó: los apagones son algo común en Sudáfrica.
Pero cuando las luces intermitentes de la discoteca regresaron minutos después, un gas flotó por la planta baja, dijeron los sobrevivientes. Algunos dijeron que olía a gas pimienta, mientras que otros lo compararon con gases lacrimógenos.
La gente se apresuró a salir, mientras que los que estaban afuera en la fría noche de invierno intentaban entrar. Fue entonces cuando los porteros cerraron la puerta, dijeron los testigos, atrapando a todos adentro.
Mientras la música bailable, un estilo local popular llamado amapiano, resonaba en el segundo piso, las personas en la planta baja trepaban unas sobre otras para salir, rompiendo las únicas dos ventanas en una habitación de no más de 105 metros cuadrados.
Brian Mapasa, un rapero que acababa de terminar su presentación en el segundo piso, dijo que podía escuchar jadeos a su alrededor. Estaba bajando las escaleras hacia la salida cuando la puerta se cerró y comenzó la aglomeración. La gente atrapada se apretaba tan fuerte contra él que sus piernas se entumecían.
Dos personas lo mordieron cuando intentaban pasar por encima de él, recordó, el semicírculo de costras en sus antebrazos todavía estaba rojo seis días después. Mapasa dijo que el gas hormigueó cuando tocó sus heridas. Se sintió aturdido, hundiéndose hasta las rodillas.
La música solo se detuvo cuando los gritos perforaron el caos, recordaron los sobrevivientes. Las luces de neón, rebotando en las paredes amarillas con murales marrones arremolinados, cuerpos iluminados tirados en la pista de baile y los amigos incapaces de revivirlos.
Algunas personas saltaron desde el segundo piso. Solo entonces los porteros abrieron la puerta solitaria para sacar algunos de los cuerpos, dijeron varios sobrevivientes.
La ventana del dormitorio de Nolitha Qhekaza está a unos metros de la entrada del bar. Cuando la gente saltaba desde el balcón, aterrizaba en su techo. Adolescentes muertos y heridos fueron colocados en su jardín delantero, dijo. Una niña con una pierna rota permaneció en el piso de su comedor hasta pasadas las 7.
En las primeras horas de la mañana de ese domingo, Qhekaza, de 55 años, llamó a la policía 10 veces entre las 2.25 y las 3.35, según muestran sus registros de llamadas.
La policía y las ambulancias finalmente comenzaron a llegar alrededor de las 4, dijeron los vecinos. Mientras los oficiales acordonaban el área, los padres intentaron pasar la cinta. Algunas de las víctimas inconscientes todavía estaban dentro del bar, tumbadas en sofás de piel sintética o simplemente tiradas en la pista de baile: muertos y heridos uno al lado del otro.
Imágenes de la escena circularon en las redes sociales. Así fue como algunos padres se enteraron no solo de que sus hijos habían salido esa noche, sino que habían muerto.
Divisiones
Los dueños del bar, Siyakhangela y Vuyokazi Ndevu, asumieron gran parte de la condena pública.
El bar, que comparte una pared con varias casas privadas, dividió durante mucho tiempo a esta comunidad, donde los residentes usaron sus ahorros para construir lentamente sus hogares. Los vecinos se habían quejado de manchas de orina a lo largo de las paredes y botellas vacías esparcidas afuera, fiestas que duraban hasta las 8 y jóvenes vomitando en sus jardines.
Los Ndevus se negaron a comentar.
La semana pasada, la junta de bebidas alcohólicas presentó una causa penal contra Vuyokazi Ndevu, a cuyo nombre se otorgó la licencia, por vender alcohol a menores. La policía no ha dicho si presentarán cargos contra ella. En el funeral del miércoles, los funcionarios anunciaron que se había revocado la licencia de licor del bar.
A nivel nacional, la conversación se ha centrado en el abuso del alcohol y los bares no reguladas en Sudáfrica, particularmente en los municipios pobres, en su mayoría con habitantes negros. Más de la mitad de los sudafricanos no beben alcohol, pero los que sí lo hacen toman en exceso, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Scenery Park, donde el consumo de drogas está aumentando, ir a un bar a beber es popular entre los adolescentes y se considera el mal menor, dijo el entrenador de fútbol Ludumo Salman, quien fundó el club de fútbol para estudiantes de secundaria.
Esethu Sotheni, que dirige una organización sin fines de lucro para jóvenes en los municipios de East London, dijo: “Espero que esto sea una llamada de atención, porque es una realidad en toda Sudáfrica”.
Lynsey Chutel y Zipo-zenkosi Ncokazi
The New York Times
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