Un excomunista, el bizarro candidato de la moción de censura de Vox contra el presidente Pedro Sánchez
Desde que abandonó el parlamento hace 34 años y hasta hace un par de meses, Ramón Tamames, de 89 años, había desaparecido de la vida política
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BARCELONA.- Desde que en 1980 el socialista Felipe González utilizara una fallida moción de censura para presentarse como la alternativa de gobierno, este instrumento constitucional diseñado para derrocar Ejecutivos se ha usado en numerosas ocasiones con fines de marketing electoral. Pero nunca antes la identidad del candidato había sido tan extravagante como la de Ramón Tamames, un veterano economista de 89 años que fue uno de los principales líderes del Partido Comunista durante la Transición, convertido el martes en ariete de Vox en su moción de censura contra el gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez.
La singladura de su candidatura ha estado repleta de vicisitudes desde su elección, pues su nombre se filtró a la prensa antes de que el partido de ultraderecha hubiera tomado una decisión. Tras un desmentido inicial, Vox lo terminó por confirmar como el elegido ante la falta de alternativas mejores.
Su objetivo era buscar una figura independiente que pudiera apelar a votantes situados más allá de su perímetro electoral, cuando faltan dos meses para las elecciones municipales y autonómicas, y nueve para las generales. Tamames abandonó el Parlamento hace 34 años. Desde entonces, y hasta hace un par de meses, había desaparecido de la vida política.
Las semanas anteriores al debate parlamentario estuvieron marcadas por las declaraciones de Tamames en diversas entrevistas en las que se desmarcaba de algunos puntos centrales del programa de Vox. “A mí no me hagas la crítica del partido, ¿cómo se llama? Vox. Porque me lo conozco y sé que tiene extremidades”, dijo a El País. Además, cinco días antes de la moción, se filtró a la prensa el borrador de su discurso, al que hizo solo algunas modificaciones en su intervención en el Congreso.
Quizás por todo ello, fue el líder de Vox, Santiago Abascal, el primero en tomar la palabra en la sesión en el debate, provocando un puntilloso cuerpo a cuerpo con Sánchez. “Sobran los motivos para esta moción de censura”, arrancó Abascal, antes de acusar al presidente de “abrir las fronteras” y aprobar una ley que beneficia a “violadores y pederastas”. Tamames ni tan siquiera aplaudió su discurso desde su asiento.
Por su parte, Sánchez le respondió pretender que España vuelva “medio siglo atrás” y exhibió obra de gobierno, como el hecho de que la factura de la electricidad “sea la más barata de Europa”, o que se hayan creado un millón de puestos de trabajo tras la pandemia.
La larga e intensa refriega entre Abascal y Sánchez dio la razón a aquellos analistas que ya habían sugerido que la moción, sin ningún viso de prosperar, era todo un regalo para el gobierno, ya que le permitía ofrecerse como el baluarte contra la extrema derecha y ningunear al principal partido de la oposición, el Partido Popular (PP). En vísperas de la moción de censura, el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, anunció que no acudiría al debate por considerarlo un “show”. Según los conservadores, con la moción, a quien puso Vox realmente en su punto de mira fue el PP y no el gobierno.
De hecho, Abascal reservó algunos de sus dardos contra el PP. “Para liderar la oposición sería bueno estar aquí, o al menos hacer oposición, al menos una de las dos cosas”, ha espetado Abascal en referencia al ausente líder PP, partido al que tildó con desprecio de “socialdemócrata”. Y es que, desde que murió la era del bipartidismo gobernada por PP y PSOE, en la política española los disparos no solo viene desde el otro lado de la trinchera ideológica, sino también de la retaguardia.
Al mismo tiempo que el PP y Vox luchan a brazo partido por liderar el espacio de la derecha, la pugna por el voto feminista no es menos feroz entre PSOE y la izquierdista Unidas Podemos.
Cuando las agujas del reloj ya se acercaban al mediodía, subió por fin Tamames al estrado. “Los socialistas no pueden ir a la investidura de la mano de los partidos independentistas que quieren destruir el país que quieren gobernar”, denunció Tamames, en un discurso de marcado tono nacionalista español en el que apeló a “la unidad nacional y la bandera”.
En su turno, Sánchez le respondió con guante de seda, pero le afeó que participara en una moción “de tierra quemada” y que “blanqueara” a Vox, un partido que no condena la dictadura de Franco contra la que el propio Tamames luchó en el Partido Comunista. Tras el intercambio, con gesto cansado, el veterano economista se quejó a la presidenta del Parlamento de la duración de las intervenciones: “¿Por qué hemos de hablar tanto?”.
Mientras se desarrollaba la sesión en el Congreso, una comisión del Parlamento Europeo visitaba Madrid para investigar el uso del intrusivo programa Pegasus para espiar políticos independentistas y miembros de la sociedad civil en Cataluña. A Sánchez, la moción también le sirvió como argumento para no recibir a la comisión, fruto de la preocupación por la erosión de la democracia en la UE, y a la que despachó enviando un cargo gubernamental de segundo rango.
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