Un estilo controvertido: cómo Trump redefinió la presidencia con más de 11.000 tuits
Después de su uso en la campaña, el mandatario estadounidense convirtió la red social en un instrumento clave de gobierno; más de la mitad de los posteos son una forma de ataque
WASHINGTON.- En el Salón Oval, un irritado Donald Trump dio por finalizada la discusión con sus colaboradores. Abrió un cajón, manoteó su iPhone y lo tiró sobre el escritorio: "¿Quieren que arregle este asunto ahora mismo?".
No había manera de ignorar la amenaza aquel día de principios de 2017, recuerdan sus asesores. Con un solo tuit, podía lanzar una orden que afectaría al mundo entero y ellos no podían hacer nada.
Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha convertido Twitter en un elemento indisoluble de su gobierno, dando nueva forma a la naturaleza de la presidencia y del poder presidencial.
El mes pasado, cuando Turquía invadió el norte de Siria, Trump elaboró su respuesta no solo con reuniones en la Casa Blanca, sino también con una serie de contradictorios tuits. A mediados de este año, usó Twitter para anunciar la imposición de nuevos aranceles sobre 300.000 millones de dólares de importaciones chinas, profundizando las tensiones entre ambos países. Y en marzo, Trump tiró por la borda más de 50 años de política exterior norteamericana cuando usó Twitter para reconocer la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán. Y se relamió abiertamente por las reacciones que suscitó su ocurrencia.
"¡Boom! Aprieto acá y en cuestión de segundos tenemos 'noticia de último momento'," recordó Trump meses más tarde durante una conferencia en la Casa Blanca a la que asistieron personalidades de las redes sociales conservadoras.
Al principio, sus colaboradores intentaron refrenar los impulsos tuiteros de Trump, y hasta evaluaron solicitarle a la empresa del pajarito que impusiera un "retardo" de 15 minutos antes de enviar los mensajes del presidente. Pero actualmente, unos 11.390 tuits después de aquel entonces, muchos funcionarios de su administración han abrazado la misma obsesión tuitera y van corriendo a sugerirle nuevos posteos. Las reuniones de gabinete se ven súbitamente interrumpidas cuando a Trump se le ocurre una idea para un tuit y hace entrar a otros colaboradores para que lo ayuden a pergeñar la frase matadora. Y como el presidente suele estar en pie de guerra con su propia burocracia, usa Twitter para pasar por encima de los procedimientos administrativos, para desautorizar o humillar a sus asesores más reacios o para amonestar a su personal. "Necesita tuitear como el resto de nosotros necesitamos respirar", dice Kellyanne Conway, su consejera en la Casa Blanca.
Trump se despierta con Twitter, se va a la cama con Twitter y se gratifica con la idea de que Twitter gira mayormente en torno a su persona. De hecho, a la persona que más ha elogiado por Twitter es a sí mismo: más de 2000 veces, según un relevamiento de su cuenta realizado por The New York Times.
El periódico analizó el uso hecho por Trump de su cuenta de Twitter desde que asumió la presidencia, repasando todos sus tuits, retuits y seguidores y entrevistando a casi 50 funcionarios y exfuncionarios de su gobierno, legisladores, y ejecutivos y empleados de la empresa Twitter. El resultado es un relevamiento rico y exhaustivo, con nuevos análisis, episodios nunca antes informados y detalles frescos de cómo el presidente norteamericano explota esa plataforma para ejercer el poder.
Usualmente se trata de burdas repeticiones: 1159 tuits reclaman acciones contra los inmigrantes y la construcción del muro fronterizo, una de sus prioridades, y 521 tuits son sobre los aranceles de importación y otros temas cruciales de su agenda de gobierno. Twitter es su gran instrumento de política exterior: ha elogiado a dictadores más de 100 veces, mientras que sus quejas contra los tradicionales aliados de Estados Unidos duplican ese número. De hecho, Twitter es una especie de jefe de gabinete de facto del gobierno de Trump: el mandatario usó Twitter para anunciar la salida de más de dos docenas de sus más altos funcionarios, varios de ellos echados por medio de un tuit.
Más de la mitad de los posteos del presidente -5889, para ser exactos- son alguna forma de ataque. Ninguna otra categoría se acerca, ni por lejos. Entre sus blancos preferidos están la investigación por la injerencia de Rusia en las elecciones, la Reserva Federal que no se somete a sus caprichos, los gobiernos anteriores, ciudades enteras gobernadas por los demócratas y adversarios varios, desde deportistas hasta CEO críticos de su gobierno. Como ningún otro presidente moderno, Trump ha fustigado a las empresas para impulsar sus objetivos políticos y para silenciar las críticas, hablando incluso y con frecuencia de "intervención estatal". A través de Twitter, amenazó al programa televisivo Saturday Night Live con impulsar una investigación de parte de la Comisión Federal de Comunicaciones, y acusó a Amazon, liderada por Jeff Bezos, propietario del diario The Washington Post, de fraude contra el correo.
Una realidad paralela
Más que nada, Twitter es la red de difusión de la realidad política paralela de Donald Trump, esos "hechos alternativos" que ha usado para difundir teorías conspirativas, información falsa y contenidos extremistas, incluyendo material que solivianta a sus bases.
El uso de Twitter por parte del presidente norteamericano se ha acelerado vertiginosamente desde que concluyó la investigación del consejo especial sobre el caso Rusia, y alcanzó el paroxismo cuando los demócratas iniciaron la investigación para su juicio político, según revela el análisis de su cuenta. Durante las dos primeras semanas de octubre, tuiteó más de 500 veces, el triple de su promedio mensual. El análisis de The New York Times abarca hasta el 15 de octubre, pero para fines de ese mes, el conteo total de Trump desde que llegó a la presidencia alcanza los 11.887 tuits.
Sus más de 66 millones de seguidores de Twitter se han convertido en su propia encuestadora, que le ofrece lo que él considera una validación de su desempeño presidencial. Pero menos de una quinta parte de sus seguidores son ciudadanos estadounidenses en edad de votar, según las encuestas nacionales de Pew Research sobre los usuarios adultos de Twitter.
Ahora, mientras Trump se prepara para una reelección difícil y enfrenta una investigación de parte de los demócratas que puede llevarlo al juicio político, la apuesta es a todo o nada y Twitter es cada vez más crucial para su presidencia.
Sus máximos asesores de campaña están adoptando el mismo tono indignado que Trump alienta con sus tuits, para consolidar su marca antisistema y fortalecer su lazo con la férrea y leal base electoral que los catapultó a la presidencia. Y a medida que el juicio político gana apoyos entre la opinión pública, el presidente usa la red social como caja de resonancia de su defensa.
Si bien los allegados de Trump reconocen que sus tuits pueden tener un costo político, el presidente confía en su dominio de la plataforma del pajarito.
La semana pasada, al anunciar que las Fuerzas Especiales de Estados Unidos habían matado al líder de Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, Trump recalcó la maestría del grupo terrorista en el manejo de las redes sociales. "Usan internet mejor que nadie en el mundo", dijo Trump. "Bueno, con excepción, tal vez, de Donald Trump".
Hace un año, Trump puso a su gobierno patas para arriba con un solo tuit: "Debo pedirle a México, en los términos más duros, que ponga fin a esta masacre", posteó en octubre de 2018, furioso por la caravana de migrantes que llegaban desde América Central. "Si no logran hacerlo, convocaré a las fuerzas armadas norteamericanas ¡Y CERRARÉ NUESTRA FRONTERA SUR!".
Sus colaboradores intentaron disuadirlo durante semanas de la idea de cerrar la frontera, algo logísticamente imposible y económicamente inviable. El tuit suscitó una reunión de emergencia en la Casa Blanca, y según funcionarios presentes en esa frenética escena los más altos funcionarios del gobierno desesperaban por encontrar la forma de refrenar al presidente.
Finalmente, lograron detenerlo temporalmente, pero el tuit había logrado cristalizar lo que Trump quería hacerles entender a sus burócratas más cautos: debían frenar el ingreso de migrantes al país.
Así es gobernar en la era Trump. Durante el gobierno de Barack Obama, el tuit con una propuesta del presidente llegaba como conclusión de un largo proceso deliberativo. Para Trump, la política suele empezar por Twitter.
Adaptar la plataforma
En una serie de conversaciones informales a principios de 2017, los máximos funcionarios de la Casa Blanca evaluaron la posibilidad de imponer un "retardo" de 15 minutos en la cuenta del presidente, una modificación técnica similar a los cinco segundos de retardo que se usan en la televisión en vivo para evitar la transmisión de malas palabras. Pero, según un exfuncionario al tanto de esas charlas, la idea fue rápidamente abandonada, ante el riesgo político de que se enterara la prensa, o, aún peor, su propio jefe.
El vicio tuitero de Trump es más fuerte de mañana, cuando se despierta en la Casa Blanca y mira Fox News mientras recorre las menciones que tuvo en su cuenta y recurre a Twitter "como arma definitiva de difusión masiva", en palabras de uno de sus colaboradores.
De los tuits beligerantes, casi la mitad fueron disparados entre las 6 y las 10 de la mañana, las horas en las que Trump suele estar solo, sin asesores presentes.
Para Trump, Twitter es una confirmación de su desempeño como presidente. Sus colaboradores dicen que suelen hacer compilaciones de los comentarios positivos que recibe Trump en las redes, y el presidente se relame en ese torrente de elogios de sus más leales seguidores. Está convencido de que el seguimiento que tiene su cuenta es como el rating de un programa de televisión, y mucho mejor que cualquier encuesta de opinión.
En los próximos meses, el hombre encargado de que Trump sea reelegido espera que el hábito de Trump en Twitter recupere su objetivo original: conectarse con los votantes.
Brad Parscale, director digital de la campaña 2016 y ahora jefe de campaña, viene trabajando codo a codo con Dan Scavino, director de redes sociales de la Casa Blanca, para moldear la percepción que se tiene de Trump a través de las redes.
Hace unos días, Parscale criticó a Twitter tras el anuncio de que ya no permitiría avisos políticos pagos en la plataforma, y lo calificó de "un nuevo intento de silenciar a los conservadores". Pero el cambio podría beneficiar a Trump: sus seguidores de Twitter son mucho menos orgánicos que los de cualquiera de sus posibles adversarios demócratas y, por lo tanto, no depende de avisos pagos para difundir su mensaje a través de la plataforma.
Las cifras detrás de los tuits
11.000
La cantidad de tuits
En los 33 meses de su gestión, el presidente Trump publicó más de 11.000 mensajes.
2000
Elogios al espejo
La persona a la que más elogió fue a él mismo, en más de 2000 ocasiones.
500
Efecto impeachment
Trump tuiteó más de 500 veces en las dos primeras semanas de octubre y triplicó su promedio mensual, después de que los demócratas abrieran la investigación de juicio político.
Traducción de Jaime Arrambide
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