Un encuentro que desvela a los asesores del magnate
VARSOVIA.- Donald Trump llegó a Europa para una visita diplomática de tres días, que culminará con una reunión con Vladimir Putin que podría tener tanto repercusiones globales como efectos colaterales en su propio país.
Ni sus más altos colaboradores saben exactamente lo que Trump decidirá decir o hacer cuando hoy se encuentre cara a cara con Putin en una de las reuniones laterales de la cumbre del G-20 que se celebra en Hamburgo. Eso es lo que más preocupa a los funcionarios y asesores norteamericanos en momentos en que Trump inicia su segundo viaje al extranjero como presidente.
La tan anticipada conversación con Putin es imprescindible en más de un sentido, dadas las ásperas diferencias entre Estados Unidos y Rusia. Pero también implica varios riesgos para Trump, que enfrenta una maraña de investigaciones sobre los posibles vínculos de su campaña con Rusia, así como su voluntad de criticar a Moscú por sus agresiones militares y la injerencia a su favor en las presidenciales del año pasado. El clima de incertidumbre se profundiza aún más por el carácter impredecible de Trump y su desconcertante visión de las cosas.
Y ése no es el único encuentro cargado que le espera a Trump. Tras el lanzamiento el martes de un misil balístico intercontinental de los norcoreanos, Trump también enfrenta nuevas presiones para responder a la amenaza de Pyongyang, algo que siempre ha frustrado a los presidentes norteamericanos. Además, después de haberse quejado de la poca disposición de Pekín para ponerle freno a Corea del Norte, está previsto que Trump se reúna en Hamburgo con el presidente chino, Xi Jinping.
Su segundo viaje lo arrojará de lleno al huracán internacional. Y en el ojo de ese huracán lo está esperando Vladimir Putin.
"Hay bastante nerviosismo en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado sobre esta reunión y sobre el modo de encararla, ya que los riesgos potenciales son muchos", dice Steven Pifer, ex embajador norteamericano y ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional y del Pentágono. "Como existen tantas sospechas de connivencia en la investigación, cualquier acuerdo al que se llegue con Rusia quedará bajo la lupa, ante la duda de que sea una concesión a los rusos", dice Pifer.
Pero Trump no parece nada preocupado por el encuentro. Les ha dicho a sus colaboradores que lo inquieta más la perspectiva de ser reprendido por la canciller alemana Angela Merkel y otros mandatarios por haber retirado a Estados Unidos del Acuerdo de París 2015 sobre cambio climático y por su inflexible postura con los inmigrantes.
El equipo del presidente dice que Trump podría sacar a relucir las pruebas documentadas de la injerencia rusa en las elecciones de 2016, pero es improbable que insista demasiado en el asunto, ya que estaría poniendo en duda la legitimidad de su propio cargo. Sus colaboradores esperan que haga foco en la propuesta de crear zonas seguras en Siria, en la lucha contra Estado Islámico, y en confrontar a Putin por su reticencia a ponerle freno a Bashar al-Assad por el uso de armas químicas.
La Casa Blanca anunció que el encuentro sería una discusión bilateral formal, y no la breve reunión paralela a la cumbre que muchos predecían. Ese formato beneficia a ambos líderes. Putin, muy astuto y hábil en los encuentros cara a cara -una vez llevó un perro a su encuentro con Merkel, sabiendo del temor de la alemana por los canes-, tendrá oportunidad de medir a su oponente.
Los funcionarios de Trump se desvelan por darle predecibilidad y estructura al encuentro. Esperan que una reunión formal, con colaboradores presentes y una agenda de temas, dejará menos margen a la improvisación y relegará a un segundo plano el tema de la interferencia rusa en la campaña electoral norteamericana, para que Trump pueda ocuparse de los temas de política internacional más acuciantes.
"Nadie ha encontrado la menor evidencia de colusión ni de que la votación haya sido manipulada, así que ahora todos se obsesionan con la «interferencia» de los rusos -dijo Kellyanne Conway, principal asesora de Trump y ex jefa de campaña-. No creo que sea eso lo que le interesa al pueblo norteamericano."
De todos modos, legisladores de ambos partidos están presionando al presidente para que se plante con firmeza frente a Rusia.
"Seamos claros: los rusos interfirieron en nuestras elecciones y colaboraron para que Trump fuese elegido -dijo el senador demócrata Jack Reed-. Hay una grave investigación criminal en curso, y el presidente debe abstenerse de realizar cualquier concesión unilateral a Rusia."
Conscientes de esos peligros, la Casa Blanca ha planeado el itinerario de Trump para contrarrestar la sensación de que es demasiado amable con Moscú. En Varsovia, dará un discurso de importancia y se reunirá con aliados de Europa central y oriental, todas actividades pensadas para demostrar su compromiso con la OTAN frente a las agresiones rusas. Pero allí también Trump enfrentará presiones para que haga lo que se negó a hacer en Bruselas durante su primera gira internacional: dar su respaldo explícito y en territorio europeo al artículo 5 de defensa colectiva que sostiene a la OTAN.
Pero lo que estará bajo la lupa será sobre todo el lenguaje corporal y el contenido de su encuentro con Putin. "Lo más probable es que veamos una competencia de poses de macho a nivel olímpico, ya que ambos entienden el poder del simbolismo", dice Derek Chollet, ex subsecretario de Defensa.
"Putin irá muy preparado a esa reunión: es un maestro de la manipulación."
Traducción de Jaime Arrambide
Glenn Thrush y Julia H. Davis
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