Un drama que pone en jaque un valor central de la UE: las fronteras abiertas
VIENA.- Los desesperados migrantes y refugiados en busca de asilo político que fluyen en decenas de miles hacia Europa y la incapacidad para alojarlos organizadamente pueden empezar a erosionar el compromiso europeo de borrar las antiguas fronteras.
Las evidencias quedaron al desnudo anteayer, cuando las autoridades austríacas interrumpieron el cruce desde Hungría para inspeccionar los vehículos en busca de migrantes clandestinos, causando un embotellamiento de por lo menos 20 kilómetros. Y este tipo de operativos podría extenderse indefinidamente.
La explicación oficial es que se hizo para evitar una nueva muerte masiva de migrantes, como los encontrados la semana pasada en el interior de un camión sin ventilación cerca de Viena, al parecer, víctimas de una banda de traficantes de personas.
Pero la consecuencia práctica es que la rutina del viaje sin pasaporte entre Hungría y Austria ya no es de rutina.
En otro de los operativos, los trenes provenientes de Hungría atestados de migrantes -muchos de los cuales, al parecer, buscaban asilarse en Alemania- fueron demorados en la frontera durante horas. Al caer la noche, a todos se les permitió seguir adelante, pero sin que quedara claro hasta dónde avanzarían ni si a todos los pasajeros se les permitiría completar el viaje.
Las autoridades alemanas y austríacas también incrementaron los controles en la frontera que comparten, según dijeron, con objeto de frenar a los traficantes de personas.
Y la canciller alemana, Angela Merkel, con el lenguaje más fuerte que usó hasta el momento para referirse al tema, advirtió que la libre circulación en el interior de la Unión Europea (UE) podría verse amenazada si los 28 miembros no acordaran una respuesta conjunta.
"Si Europa no logra resolver el tema de los refugiados, si se rompe ese estrecho vínculo con los derechos civiles universales, entonces Europa no será lo que soñábamos", dijo Merkel.
La libre circulación de personas y bienes dentro de la UE, el bloque económico más grande del mundo, es uno de los preceptos de su cohesión, lo mismo que en Estados Unidos.
En un continente que tiene problemas para dar una respuesta unificada a la crisis de la deuda de Grecia y a los movimientos de militantes jihadistas, la oleada de inmigrantes -muchos provenientes de regiones de Medio Oriente y África arrasadas por la guerra- no ha hecho más que profundizar las fricciones.
Esos interrogantes apuntan al corazón de la viabilidad de una UE sin fronteras interiores y cuya frontera exterior debe ser protegida y vigilada por los Estados miembros situados sobre esos límites. Algunos de esos países fronterizos -especialmente Grecia, Italia y Hungría- dicen tener sus economías tan apremiadas que dejan pasar a los migrantes casi sin restricción alguna, muchos de los cuales van camino a países más ricos, como Alemania, que para este año espera unos 800.000 arribos.
Merkel, la mandataria más poderosa de Europa, ya ha dicho que quiere que sus vecinos de la UE acepten una proporción mayor de los recién llegados. La canciller debió enfrentar anteayer el desafío de los líderes de Eslovaquia y la República Checa, quienes adelantaron que buscarán aliarse con Hungría para oponerse a cualquier sistema de porcentajes para la redistribución de los inmigrantes.
La policía de Austria, que el domingo a la noche empezó a inspeccionar los vehículos provenientes de Hungría, informó el hallazgo de 200 migrantes y el arresto de por lo menos cinco personas sospechosas de tráfico de seres humanos. Las autoridades austríacas argumentan que no tuvieron más opción, luego de las muertes de 71 migrantes, cuyos cuerpos en descomposición fueron encontrados el jueves pasado en el interior de un camión llegado de Hungría.
La frontera austrohúngara es el más reciente de una serie de puntos de presión migratoria que aparecieron por toda Europa.
Todo esto será un tema de preocupación durante la reunión de emergencia de ministros del Interior convocada para el 14 de septiembre con el objetivo de consensuar una respuesta a la oleada de refugiados, la mayor que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Traducción de Jaime Arrambide
Alison Smale y Melissa Eddy
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